El Reino de Jordania prohíbe a la Hermandad Musulmana: un giro decisivo en la política regional

El histórico veto a la organización islamista refleja la creciente tensión política en Medio Oriente y redefine el panorama opositor en Jordania

Una ruptura definitiva con el pasado

El reciente anuncio por parte del gobierno de Jordania sobre la prohibición total de la Hermandad Musulmana y el posible cierre de su brazo político, el Frente de Acción Islámica, marca un punto de inflexión drástico en la política del reino hachemita. Esta decisión, que sorprendió tanto a seguidores como a críticos de la organización islamista, no solo representa un cambio táctico del gobierno, sino una redefinición de su mapa de poder interno y alianzas internacionales.

Desde hace más de una década, la relación entre el Estado jordano y la Hermandad ha sido tensa pero funcional, oscilando entre la confrontación y la coexistencia controlada. Sin embargo, con el anuncio del Ministerio del Interior este miércoles, Jordania ha declarado oficialmente a la Hermandad Musulmana como una organización ilegal, alegando que sus actividades "socavan la seguridad y el orden público".

Trasfondo: entre tolerancia y represión

Aunque la Hermandad fue proscrita oficialmente en 2014, seguía operando informalmente a través de una escisión legalizada por el régimen y, sobre todo, por medio de su partido político, el Frente de Acción Islámica, que se mantuvo como la principal fuerza opositora del país. Lo notable es que en las elecciones parlamentarias de 2023, celebradas en medio de masivas protestas contra Israel por su guerra con Hamas, este partido obtuvo el mayor número de escaños entre los bloques opositores.

El gobierno jordano ya había restringido sus operaciones, cerrado oficinas regionales y limitado su alcance organizativo. Pero nunca antes había dado un paso tan irreversible.

¿Por qué ahora?

La clave parece estar en las recientes acusaciones de seguridad. Autoridades jordanas afirman haber arrestado a 16 personas vinculadas a grupos no autorizados dentro del país, acusadas de manufacturar misiles de corto alcance, poseer explosivos y armas automáticas, e incluso entrenar clandestinamente a militantes. Entre los arrestados estaría el hijo de un alto líder islamista relacionado con el Frente de Acción Islámica. El gobierno sostiene que existía un plan para atacar a fuerzas de seguridad, aunque no se han presentado pruebas detalladas ni nombres.

“Se ha comprobado que los miembros del grupo operan en la oscuridad y realizan actividades que podrían desestabilizar al país”, afirmó el Ministerio del Interior. Esta declaración, que llega acompañada de acciones concretas como el asedio policial a la sede del Frente en Amán, indica una decisión sin vuelta atrás.

El análisis de los expertos

Amer Sabaileh, analista político jordano, explicó que este paso no tiene precedentes recientes: “Cuando el Estado decidió hacer pública la supuesta conspiración, fue una señal de que mantener el statu quo ya no era viable. La relación con la Hermandad Musulmana ha cambiado fundamentalmente y no volverá a su estado anterior”.

Esto representa, también, una redefinición del rol de la oposición en Jordania. Al cerrar el canal de oposición islamista institucional, el gobierno podría estar impulsando a ciertos sectores hacia la clandestinidad o la radicalización, un riesgo no menor en una región con altos índices de desempleo y presión social juvenil.

Historia de la Hermandad Musulmana

La Hermandad Musulmana, fundada en Egipto en 1928 por Hassan al-Banna, es el movimiento islamista más influyente del siglo XX. Ha generado ramas y partidos políticos en decenas de países, y aunque oficialmente renunció a la violencia en los años 70, varias de sus organizaciones filiales han sido relacionadas —directa o indirectamente— con agendas extremistas.

Durante décadas plantearon una visión de transición al islam político a través de mecanismos democráticos. Sin embargo, su auge en países como Egipto, donde llegaron al poder en 2012 con Mohamed Morsi, y su posterior derrocamiento militar y proscripción, reforzaron la narrativa de los regímenes autoritarios sobre su supuesta amenaza.

Jordania, a diferencia de Egipto o Arabia Saudita, había mantenido un modelo de “tolerancia vigilante” hacia la organización, permitiéndole competir electoralmente y participar de la vida política del país.

Jordania: bastión de estabilidad y presiones geopolíticas

Ubicado en el centro del convulso Oriente Medio, Jordania ha sido históricamente considerado un aliado clave de Occidente, especialmente por Estados Unidos e Israel. Su papel como buffer frente a conflictos como la guerra civil en Siria, la inestabilidad iraquí y más recientemente los enfrentamientos entre Hamas e Israel, ha puesto al reino en una posición geopolítica delicada.

No es coincidencia que el endurecimiento contra la Hermandad llegue en paralelo con el aumento de tensión regional, como las protestas masivas anti-Israel dentro de Jordania y la presión de aliados externos para controlar movimientos islamistas que podrían radicalizar sus agendas.

¿Qué significa esto para el futuro político de Jordania?

El Frente de Acción Islámica era una válvula de escape en la política jordana: canalizaba el descontento islámico por vías institucionales. Su cierre podría significar una mayor homogeneización del escenario político en favor del oficialismo y otros bloques no confrontativos. O, en su defecto, podría abrir espacio para nuevas formas de disidencia más imprevisibles.

El gobierno dice haber comenzado el proceso de incautación de bienes del grupo y el cierre de sedes a nivel nacional. Se espera también una ola de procesos judiciales que podrían llevar a prisión a líderes emblemáticos.

Mientras tanto, la Hermandad ha rechazado todas las acusaciones: “Estamos comprometidos con la estabilidad de Jordania y rechazamos cualquier forma de violencia”, declaró un portavoz. Aun así, en las calles de Amán circulan rumores de protestas y boicots políticos —escenarios que podrían tensar aún más el ya reñido equilibrio interno del país.

Una Jugada Calculada

Visto desde el lente estratégico, el movimiento del rey Abdalá II parece responder tanto a una necesidad de reordenar el tablero político interno, como de reforzar su imagen ante aliados internacionales. En un mundo donde romper con organizaciones islamistas genera aplausos en ciertos círculos diplomáticos, este paso podría significar favores externos a cambio de alineamientos internos.

Sin embargo, la historia regional muestra que las represiones abruptas hacia movimientos populares, especialmente aquellos con estructura social fuerte (como escuelas, hospitales, sindicatos), no siempre logran los efectos deseados. Egipto, tras proscribir a la Hermandad en 2013, enfrentó altas tasas de represión y violencia sin erradicar del todo el fenómeno islamista.

Jordania deberá ahora navegar un nuevo orden político, uno en el que las formas clásicas de oposición parecen quedar relegadas a la historia. El vértigo de este giro, sin embargo, apenas comienza a sentirse.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press