Charles Burnett y el legado eterno de ‘Killer of Sheep’: una poética mirada a la experiencia afroamericana
Con más de medio siglo de historia, el cineasta revive su obra maestra con una restauración 4K que reaviva el alma del movimiento L.A. Rebellion
Un clásico que desafía el olvido
Cuando Charles Burnett rodó “Killer of Sheep” a principios de los años 70, nunca imaginó que su proyecto final de tesis en la UCLA se convertiría en una de las obras fundamentales del cine independiente estadounidense y, especialmente, en un retrato honesto, lírico y profundamente humano de la vida afroamericana.
Filmada en 16mm, en blanco y negro, por menos de $10,000 dólares, esta película no fue ampliamente distribuida hasta 2007. Sin embargo, desde mucho antes ya se le rendía culto como una de las joyas imprescindibles del movimiento cinematográfico conocido como L.A. Rebellion. Hoy, gracias a una restauración en 4K acompañada de la banda sonora original, Burnett revive frente a una nueva audiencia una cinta que no ha perdido vigencia ni fuerza.
¿De qué trata “Killer of Sheep”?
La historia se centra en Stan (interpretado por Henry G. Sanders), un trabajador en un matadero de la comunidad de Watts, en Los Ángeles. A través de pequeños momentos cotidianos, la película retrata su rutina, la relación con su familia, su comunidad y los conflictos internos que lo atraviesan — todo con un tono sereno, poético y profundamente empático.
“Quería retratar la humanidad de mi comunidad”, explica Burnett. Y lo logra. Momentos como una pareja bailando al ritmo de “This Bitter Earth” de Dinah Washington o niños saltando entre los techos, hablan de esperanza, ternura y esfuerzo en medio de la dureza del entorno.
La importancia del contexto: el Watts de los años 70
Watts fue uno de los epicentros más importantes en la movilización social afroamericana, especialmente después del levantamiento de 1965. Quemado por el racismo institucional y la violencia policial, este vecindario se convirtió también en un espacio de lucha cultural. Como Burnett recuerda:
“Hubo una época en la que no podías caminar sin que la policía te acosara. En las revueltas, la gente simplemente se cansó.”
Burnett, nacido en Mississippi y criado en Los Ángeles, dice que su infancia estuvo marcada por “una comunidad sureña espiritual, trabajadora y gentil”. Esa humanidad visceral es la esencia que impregna sus películas.
L.A. Rebellion: un movimiento que redefinió el cine
“Killer of Sheep” no fue sólo una película, sino el símbolo máximo de un movimiento cinematográfico liderado por afroamericanos como Julie Dash, Billy Woodberry y el propio Burnett. Todos fueron parte de lo que se conocería años después como L.A. Rebellion: un grupo de cineastas egresados de la UCLA que buscaban romper con la narrativa hegemónica de Hollywood.
Este 2025, el Lincoln Center en Nueva York lanza una retrospectiva titulada “L.A. Rebellion: Then and Now”, un evento que celebra no sólo las películas de estos autores sino también su impacto social, cultural y político.
Una restauración que renueva el alma
La nueva edición restaurada en 4K de “Killer of Sheep” ha sido aclamada no sólo por su calidad técnica, sino por permitir a nuevas generaciones conectar con una obra que sigue resonando en el presente.
Burnett, ahora de 82 años, viajó de Los Ángeles a Nueva York para presentar la cinta. Allí se encontró con nuevas audiencias, estudiantes de cine y seguidores que reconocen el peso de su legado. “Muchas veces escucho: ‘Tus películas cambiaron mi vida’. Eso significa mucho”, afirma el cineasta.
El desafío de hacer cine independiente desde la periferia
A pesar del reconocimiento, la carrera de Burnett no ha sido fácil. Con sólo siete largometrajes y varios cortos, ha sufrido el estigma y la marginación de una industria que no siempre estuvo dispuesta a escuchar voces diferentes.
“Muchas veces quieren que hagas la película que ellos quieren. Tenés que estar en posición de poder decirles que no.”
Su experiencia es un ejemplo claro del coste que implica hacer cine desde la independencia, pero también del valor que tiene mantenerse fiel a una visión personal.
La ternura como lenguaje político
Uno de los rasgos más elogiados del cine de Charles Burnett es su ternura. En un medio marcado usualmente por la espectacularidad y la violencia, Burnett opta por lo cotidiano, por el susurro en vez del grito.
“Crecí rodeado de personas que habían vivido mucho y aún así conservaban su humanidad”, explica. Esa decisión estética y narrativa dota a su cine de una potencia política quizá más profunda que cualquier discurso combativo.
Educar, inspirar y resistir
“Killer of Sheep” no es sólo cine: es una herramienta pedagógica, una fuente de inspiración y una forma de resistencia. En palabras del propio Burnett:
“Hice la película para restaurar nuestra historia. Para que los jóvenes supieran que podían hacer esto. Yo les decía: ustedes pueden lograrlo.”
Por eso involucró a chicos de la comunidad en el proceso de producción, desde el rodaje hasta el montaje. No se trataba sólo de hacer cine, sino de apropiarse del derecho a contar historias.
La lucha continúa: historia, política e identidad
Burnett no titubea al hablar de la situación actual de la cultura e historia afroamericana. Lamenta los intentos de borrar la historia negra de los planes educativos en estados como Florida y ve estas iniciativas como una continuación del racismo estructural de siempre.
“Miren lo que está haciendo DeSantis con la historia negra. Siempre es una batalla. Siempre tenemos que demostrar nuestro valor en un sistema que constantemente nos lo niega.”
El futuro del cine y la responsabilidad con la memoria
Hoy, en una industria cada vez más marcada por el algoritmo y las fórmulas prefabricadas, el cine de Burnett recuerda por qué contar historias sigue siendo, ante todo, un acto de humanidad.
Su perseverancia, su coherencia y su capacidad para retratar la vida sin adornos hacen de su legado un faro para creadores jóvenes que aún buscan una voz. “La vida debería haber sido diferente para muchos de nosotros”, dice. Pero aún así pone sus esperanzas en el cine como espacio transformador.
Como dijo en una entrevista reciente: “América podía haber sido mucho más grande. El mundo entero pudo haber sido mejor.”
Lo que es seguro es que, gracias a Charles Burnett y su obra, ese otro mundo aún es imaginable.