Francisco, el hincha de Dios: el legado futbolero del Papa que nunca dejó de ser 'cuervo'
Del potrero al Vaticano, la pasión por San Lorenzo y el poder moral del fútbol según el Papa Francisco
El potrero como semillero espiritual
Pocos líderes religiosos del siglo XXI captaron el espíritu popular como lo hizo el Papa Francisco. Nacido como Jorge Mario Bergoglio en el barrio de Flores, Buenos Aires, el futuro pontífice no solo cargó con la herencia jesuítica de Ignacio de Loyola; también heredó del asfalto y los potreros argentinos esa fuerza invisible con la que millones crecen pateando una pelota. Para Francisco, el fútbol no era mero entretenimiento, era una escuela de vida.
Desde niño disfrutó de partidos interminables en calles y canchitas improvisadas. Aunque aseguraba con humildad que su talento dejaba mucho que desear —se autodenominaba "pata dura"— el juego dejó en él una huella imborrable. Afiliado con fervor al Club Atlético San Lorenzo de Almagro, conocido cariñosamente como "El Ciclón", jamás renegó de sus colores, ni siquiera tras asumir el trono de Pedro.
San Lorenzo: Fe, fútbol y fidelidad eterna
San Lorenzo de Almagro no es cualquier club. Fundado en 1908 por el sacerdote Lorenzo Massa, nació con vocación pastoral y amor por los jóvenes vulnerables. Es el único equipo de Argentina con raíces eclesiásticas explícitas. Por eso, no sorprende que Francisco lo adoptase como su equipo predilecto. Fue socio activo hasta su muerte, registrado como el miembro número 88.235.
"Los Cuervos", como se los conoce popularmente, deben su apodo al color negro de la sotana de Massa. En 2014, cuando San Lorenzo ganó por primera vez la Copa Libertadores, el club viajó al Vaticano para presentarle el trofeo como una suerte de ofrenda espiritual. Francisco no solo los recibió; bendijo la copa, habló sobre la importancia de no perder las raíces y evocó con lujo de detalles la gloriosa plantilla del equipo campeón de 1946. Su memoria y emoción no dejaron lugar a duda: el Papa era hincha de alma y corazón.
Fútbol y espiritualidad: herramientas contra el individualismo
Mucho más allá del fanatismo, Francisco reflexionó sobre el valor del fútbol en la educación de la juventud. En 2019, dijo ante miles de jóvenes futbolistas italianos:
"El fútbol es un deporte de equipo. No se puede jugar solo. Y si se lo vive así, puede hacer bien tanto a la cabeza como al corazón en una sociedad desbordada por el individualismo".
La visión del Papa sobre el fútbol trascendió las canchas. Lo utilizó como metáfora de comunidad, entrega, humildad y solidaridad: valores aplastados por el egocentrismo de la modernidad. Invitó a los jugadores a no olvidar sus orígenes, esos barrios donde la pelota es pan y consuelo.
Maradona, Messi y Pelé: su triángulo sagrado
Consultado por la eterna pregunta sobre el mejor futbolista de todos los tiempos, Francisco no se limitó a elegir entre los ídolos argentinos. En una entrevista dada en 2023 a la RAI, sorprendió al sumar un tercero en discordia:
"Maradona fue un gran jugador, pero como persona falló. Messi es muy correcto y caballero. Pero para mí, el gran señor fue Pelé".
Sobre Maradona —campeón mundial en 1986, pero perseguido por sus demonios personales— expresó tristeza. Le dolía que sus amistades no hubieran sabido contenerlo en vida. En cuanto a Messi, a quien recibió en el Vaticano, elogió su humildad y comportamiento ejemplar. Sin embargo, fue con Pelé con quien encontró un paralelismo entre fútbol y espiritualidad.
Tras la muerte del brasileño en 2022, envió un mensaje al homenaje en Río donde escribió:
"Muchas de las virtudes necesarias para el deporte, como la perseverancia y la templanza, son también virtudes cristianas. Pelé fue un atleta que reflejó esas cualidades de manera ejemplar".
Un hincha que no veía los partidos
Pese a su amor por el fútbol, el Papa no veía los encuentros por televisión. En 1990, prometió a la Virgen del Carmen que dejaría de mirar la TV. De ahí en adelante, siguió el deporte a través de la radio o mediante informes de los guardias suizos en el Vaticano.
Así fue como se enteró que Argentina había ganado su tercera Copa del Mundo en Catar 2022. En vez de gritar goles, su rostro se iluminó con una sonrisa serena al recibir la noticia. Para él, la victoria no solo era deportiva, sino colectiva y espiritual.
El fútbol como deber moral: contra la violencia y el olvido
El Papa Francisco no dudaba en criticar los excesos del fanatismo. A los futbolistas profesionales les hizo un llamado urgente:
"No se olviden de dónde vienen: de esas canchitas, de ese primer club, de esa parroquia que daba meriendas".
Instaba a que la fama no borrara los recuerdos ni aniquilara la humildad. Remarcaba que la verdadera victoria consiste en mantenerse humanos, sin importar millones ni títulos.
También denunció la mercantilización del deporte, el racismo en los estadios, la violencia entre barras y la corrupción en las dirigencias. Para él, esas prácticas eran traiciones al alma del fútbol, un juego que debía unir pueblos, no separarlos.
Un estadio que llevará su nombre
San Lorenzo planea construir un nuevo estadio en el predio de Boedo, su cuna histórica. Como muestra eterna de gratitud, la dirigencia ha decidido bautizarlo con su nombre: Estadio Papa Francisco. Sería el primer recinto deportivo del mundo con nombre papal y, al mismo tiempo, un homenaje al hincha más ilustre del club.
Más allá del mármol y las sotanas, Francisco dejó una herencia poco convencional dentro del papado: una visión humanista sobre el deporte. Su legado no se mide solo en encíclicas, sino también en frases como esta:
"Ser grande en la vida, esa es la verdadera victoria".
Y tal vez, como millones de pibes que jamás llegaron a la selección, Francisco no necesitó marcar goles para convertirse en el jugador más influyente del Vaticano.