El legado de Francisco: una vida de fe, humildad y controversia

La muerte del Papa Francisco marca el fin de una era transformadora para la Iglesia Católica y el inicio de un nuevo cónclave para elegir al siguiente pontífice

Francisco, el primer papa latinoamericano

El Papa Francisco falleció el lunes a los 88 años tras sufrir un derrame cerebral, dejando atrás un legado profundo y a veces polarizador dentro de la Iglesia Católica. Elegido en 2013 como el primer papa proveniente de América Latina, Jorge Mario Bergoglio rompió moldes y expectativas desde el primer momento.

Vestido con ropajes sencillos, rechazando los lujos del Vaticano y optando por vivir en la Casa Santa Marta en lugar del tradicional Palacio Apostólico, envió una señal clara: su papado se centraría en la humildad, la justicia social y la cercanía con los más débiles.

Una despedida sin precedentes

La última morada de Francisco comenzó con una ceremonia privada en la Domus Santa Marta, donde su cuerpo fue velado por residentes del Vaticano y el círculo íntimo del papa. El miércoles por la mañana, su féretro será trasladado a la Basílica de San Pedro, donde yacerá expuesto hasta el viernes por la noche para que los fieles puedan presentarle sus respetos.

A diferencia de pontífices anteriores, su féretro no será colocado en un catafalco elevado, sino directamente sobre el altar mayor de la basílica, en un gesto de austeridad y sencillez, coherente con todo su magisterio.

El funeral y la presencia de líderes mundiales

El funeral se realizará el sábado a las 10 a.m. en la Plaza de San Pedro. Se espera la asistencia de jefes de Estado y líderes religiosos de todo el mundo, incluyendo al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.

Pero más allá de los dignatarios, esta semana será sobre todo para los católicos comunes, quienes durante tres días podrán despedirse del hombre que marcó profundamente al catolicismo contemporáneo.

Un papado de causas sociales

Desde su elección, el Papa Francisco imprimió un giro social y ecológico a la agenda vaticana. Su encíclica Laudato Si', publicada en 2015, fue un llamado global a combatir el cambio climático, responsabilizando a los sistemas económicos que privilegian el lucro por sobre la dignidad humana.

Su defensa de los migrantes, especialmente aquellos provenientes de África y Medio Oriente, fue constante y sin reservas. En una de sus acciones más recordadas, en 2016, visitó la isla de Lesbos en Grecia, llevándose de regreso al Vaticano a tres familias de refugiados musulmanes.

"Los migrantes no son números, son personas", dijo en aquél entonces. Esta postura le ganó admiración entre sectores humanitarios, pero también fuertes críticas de grupos conservadores dentro de la Iglesia.

Un reformador incompleto

Francisco intentó reformar la Curia Romana y erradicar abusos financieros y sexuales dentro de la Iglesia. Si bien instauró algunas medidas concretas —como la creación del Consejo de Cardenales o la centralización fiscal en el APSA— muchos consideran que su visión reformista se quedó a medio camino.

En su lucha contra los abusos sexuales, el pontífice fue más lejos que sus predecesores, estableciendo un tribunal para juzgar a obispos encubridores y reduciendo al estado laical a miembros del clero condenados. Aun así, sobrevivió duras críticas, como las vertidas por el exnuncio Carlo Maria Viganò, quien lo acusó de conocer y encubrir casos como el del cardenal Theodore McCarrick.

Un papa que dividió aguas

Francisco fue un pontífice amado por millones, pero también profundamente criticado por algunos sectores dentro del catolicismo. Su lenguaje, abierto e inclusivo, en temas como el acompañamiento pastoral a personas LGBTQ+, la comunión a divorciados vueltos a casar o su enfoque sobre el capitalismo, causó fricciones con teólogos conservadores.

En Argentina, su país natal, el debate sobre su legado continúa. Muchos se preguntan por qué nunca regresó en visita pastoral, lo que algunos consideran un distanciamiento político del actual oficialismo argentino. Otros, lo consideran un mártir silencioso de la grieta nacional.

“El Papa Francisco representa un gran pastor, pero también un amigo de todos”, comentó Micale Sales, turista brasileño presente en la plaza de San Pedro. Similar emoción expresó Amit Kukreja desde Australia: “Llevó un mensaje de paz al mundo, contra la violencia. Eso no se olvidará”.

El inicio del cónclave y el trono de Pedro

Mientras los fieles aún lloran su partida, la maquinaria vaticana se activa nuevamente. Esta semana los cardenales están reunidos para preparar el cónclave que elegirá al sucesor de Francisco, en un escenario absolutamente distinto al de 2013.

Se especula que, entre los potenciales papables, figuran el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, muy cercano al pensamiento de Francisco, y el cardenal Matteo Zuppi, italiano, conocido por su diálogo con comunidades LGBTQ+ y su participación en acciones de paz en África.

Según las reglas dictadas por Juan Pablo II y actualizadas por Benedicto XVI, el cónclave debe iniciar entre 15 y 20 días después de la muerte del pontífice. Los 124 cardenales electores menores de 80 años, se encerrarán en la Capilla Sixtina, ajenos al mundo exterior, hasta alcanzar los dos tercios necesarios para elegir al nuevo obispo de Roma.

¿Qué herencia deja Francisco?

Más allá de su estilo informal, de sus gestos de cercanía y de sus viajes (que incluyeron visitas históricas a Emiratos Árabes Unidos, Irak y áreas remotas de Sudamérica), el Papa Francisco deja herencias difíciles de borrar:

  • El enfoque ecológico de Laudato Si', que será referencia para generaciones futuras dentro y fuera del catolicismo.
  • Un estilo pastoral más humano, que desafió el clericalismo autoritario y promovió la escuta activa.
  • Un liderazgo que combatió el elitismo dentro de la Iglesia, tanto en lo político como en lo ceremonial.

También deja tareas pendientes: la descentralización real del poder vaticano, la lucha contra los abusos a menores y una reforma más profunda que permita a la Iglesia dialogar con el mundo sin perder su esencia evangélica.

La muerte de un pastor, el inicio de otra era

Las imágenes del papa en su ataúd, con su mitra y sus manos entrelazadas en un rosario, son profundamente simbólicas para los creyentes. Pero también lo son para la historia: reflejan el cierre de una etapa en la que la Iglesia intentó reinventarse sin perder su alma.

No cabe duda de que el sucesor de Francisco no solo heredará una silla vacía, sino también una hoja de ruta espiritual, social y teológica que resonará por décadas. ¿Seguirá el nuevo pontífice por la senda trazada por Francisco o marcará un giro hacia posiciones más conservadoras?

La cristiandad observa, ora y espera. Como dijo uno de los peregrinos en la Plaza de San Pedro: “Hemos perdido un guía, pero no la esperanza”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press