El caso Peanut: cuando un roedor domesticado desató una tormenta política en Nueva York

La historia del rescate forzado y muerte de una ardilla y un mapache en un santuario clandestino, y la reacción nacional que encendió debates sobre derechos, leyes de vida silvestre y autoridad gubernamental

Peanut no era una simple ardilla. Con su diminuto sombrero de vaquero, su afición por los waffles y su presencia viral en redes sociales, Peanut se convirtió en icono del P’nuts Freedom Farm Animal Sanctuary, una pequeña granja-refugio en Southport, Nueva York. Pero su trágico destino, sellado por una redada estatal, encendió una controversia nacional que involucró desde candidatos políticos hasta amenazas de bomba a agencias públicas.

¿Quién era Peanut?

Peanut, también conocida como P’nut, fue hallada por Mark Longo en Nueva York tras la muerte de su madre atropellada. Criada como mascota, vivía junto a otra fauna rescatada, incluyendo a Fred, un mapache que llegó al santuario el verano anterior. Su popularidad en plataformas como TikTok y Facebook creció gracias a sus travesuras, atuendos y la evidente conexión con sus cuidadores, Mark y su compañera Daniela Bittner.

Sin embargo, la popularidad también atrajo atención no deseada. En el estado de Nueva York, está prohibido poseer animales salvajes sin licencia. Mark y Daniela intentaron obtener permisos como rehabilitadores de fauna, pero mientras tanto, los animales seguían cautivos.

La redada del 30 de octubre: cómo se gestó

Ya en enero de 2024, el Departamento de Conservación Ambiental (DEC, por sus siglas en inglés) tenía conocimiento del santuario. Múltiples denuncias, algunas provenientes de supuestos expertos y vecinos, alertaban sobre el trato dado a los animales. En un principio, los funcionarios no consideraban que la situación ameritara intervención: "no nos otorgarán una orden judicial por una ardilla", respondió un oficial.

Pero la llegada del mapache Fred cambió el tono. Los mapaches, portadores potenciales de rabia, elevaron la gravedad del caso. En octubre, grabaciones en redes sociales catalizaron la intervención. La DEC solicitó opinión del departamento de salud del condado de Chemung, quienes recomendaron testar a los animales por rabia... lo que implicaba eutanasia para analizar el tejido cerebral.

El operativo: lágrimas, mordidas y fatal desenlace

El 30 de octubre, al menos una docena de agentes llegaron al refugio con una orden de allanamiento. Hallaron a Fred en una maleta en el clóset de un dormitorio. Peanut, por su parte, estaba en la bañera. Durante su captura, mordió a un biólogo de fauna silvestre, dejando una herida sangrante a través de dos guantes protectores. Este incidente fue utilizado como argumento para ejecutar el protocolo de rabia en ambos animales.

Longo, visiblemente consternado, rogó que no tomaran a Peanut. Alegó que era una fuente importante de ingresos para el refugio. Según los reportes, “sabía que íbamos a sacrificarla”.

La rabia como pretexto: ¿era evitable la muerte de Peanut?

A pesar de que se estudiaban alternativas como transferirla a un rehabilitador de fauna, una llamada final al departamento de salud confirmó el final: "deben ser testeados como precaución". La orden fue clara, pese a la falta de síntomas. El 31 de octubre, ambos animales fueron eutanizados.

Irónicamente, las pruebas de rabia fueron negativas. Pero los resultados no se hicieron públicos hasta casi dos semanas después. Para entonces, la ira viral ya se había propagado.

Estallido mediático y consecuencias políticas

El caso atrajo atención nacional. El senador J.D. Vance, entonces candidato a la vicepresidencia republicana, mencionó a Peanut en un mitin como ejemplo del "exceso de autoridad gubernamental". Llovieron mensajes a funcionarios estatales, incluyendo insultos, amenazas de bomba y correos deseando la muerte a los agentes implicados. La frase “SHAME ON YOU!!!” se repitió cientos de veces en bandejas de entrada oficiales.

Ante el escándalo, la DEC anunció reformas: creación de un comisionado adjunto para protección pública y políticas de uso obligatorio de cámaras corporales para sus oficiales.

“Reconocemos la angustia causada. Podemos hacerlo mejor en el futuro”, dijo Amanda Lefton, comisionada en funciones de la DEC, en un comunicado.

Cuando el protocolo choca con la empatía

Más allá de la legalidad, el caso Peanut plantea una pregunta moral: ¿puede un protocolo sanitario justificar la muerte de animales aparentemente saludables y queridos? Muchos sienten que el sistema actuó con exceso de celo burocrático y falta de criterio contextual.

Desde 2018, el estado de Nueva York ha seguido protocolos estrictos de rabia tras varios brotes en animales salvajes. Pero organizaciones como la Humane Society advierten que los protocolos deberían aplicarse con racionalidad: “Eutanasia no debe ser primera línea de acción, especialmente si hay alternativas viables”, dijo en 2020 la directora Camille DeMarco en una audiencia estatal.

La disonancia sobre los animales salvajes domesticados

Peanut y Fred vivieron entre humanos, mostrando comportamientos domesticados. El limbo legal de tratar a fauna silvestre como mascotas plantea una disputa entre defensores de derechos animales, conservacionistas e incluso legisladores. ¿Debería permitirse que ciertos animales salvajes rescatados vivan en hogares humanos si no pueden ser liberados?

La legislación muchas veces no ofrece respuestas claras. Mientras tanto, casos como el de Peanut exponen la falta de criterios integradores que consideren variables afectivas, éticas y sociales.

“Peanut no rompió ninguna ley. Solo vivió una vida feliz, y murió por decisiones humanas mal encaminadas”, declaró Longo a medios semanas después.

Una ardilla que mordió más allá del guante

La mordida de Peanut cruzó más que piel: alcanzó el corazón de debates políticos, éticos y legales sobre la tenencia de animales, la respuesta estatal y los límites de las regulaciones. De ícono viral a símbolo de lucha contra el exceso gubernamental, su historia quedó impresa en la conciencia pública con fuerza sorprendente.

En una era de conexión emocional instantánea a través de redes sociales, casos como el de Peanut nos recuerdan cómo una historia aparentemente simple puede volverse catalizador de grandes conversaciones sociales. De alguna manera, su muerte dejó una huella más profunda de lo que muchas ardillas logran en vida.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press