Caos en el Pentágono: ¿Filtración de secretos o persecución interna?

El secretario de Defensa Pete Hegseth se ve envuelto en un escándalo por compartir información delicada sobre ataques a Yemen en chats fuera del canal oficial

Un escándalo con ramificaciones militares y políticas

La seguridad nacional de Estados Unidos, una vez más, se encuentra en tela de juicio. En esta ocasión, el foco está en el secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien está siendo investigado por presuntamente haber compartido información clasificada sobre los bombardeos en Yemen a través de chats en Signal, una aplicación comercial cifrada pero no autorizada para manejar material sensible del gobierno.

La supuesta filtración ha reavivado el debate sobre el tratamiento de información confidencial en la era del gobierno digital, al tiempo que expone fracturas internas entre los altos funcionarios del Pentágono y alimenta las tensiones dentro de la administración liderada por el expresidente Donald Trump.

¿Qué ocurrió exactamente?

Según información obtenida por NBC News y confirmada por diversas fuentes, Hegseth compartió detalles específicos sobre los horarios de lanzamiento y bombardeo de aviones estadounidenses que tenían como objetivo posiciones de los hutíes en Yemen. Estos datos provienen de un canal seguro de comunicación del Comando Central de EE.UU. (CENTCOM), un detalle que por sí solo indica que se trataba de información altamente clasificada.

Hegseth, sin embargo, ha negado rotundamente que lo compartido sea material secreto. En declaraciones a Fox News, afirmó: “Nadie está enviando planes de guerra”. Sostuvo que el contenido del chat era parte de una coordinación informal para medios y que no se violaron protocolos.

La línea entre lo informal y lo clasificado

No obstante, para expertos como el exsecretario de Defensa Leon Panetta, la gravedad del asunto no deja lugar a interpretaciones suaves. Panetta afirmó que los niveles de especificidad en los detalles compartidos solo pueden referirse a información clasificada. “Desarrollar planes de ataque con fines defensivos es, sin duda, la información más clasificada que se pueda tener”, resaltó.

La situación se agrava por el hecho de que esta es ya la segunda vez que Hegseth participa en un chat de Signal con contenido similar. El primero, que accidentalmente incluyó a un editor de The Atlantic, generó la apertura de una investigación por parte del inspector general del Departamento de Defensa.

Una purga en el entorno de Hegseth

En medio de las crecientes críticas, Hegseth ha adoptado una actitud defensiva y ha iniciado una purga interna, despidiendo o transfiriendo a al menos seis miembros de su círculo cercano. Entre ellos, el asesor Dan Caldwell, el jefe de gabinete del subsecretario Stephen Feinberg, Colin Carroll, y su propio jefe adjunto de gabinete, Darin Selnick.

Estas personas, algunas con años de relación profesional con el secretario, fueron escoltadas fuera del Pentágono. En una entrevista, Hegseth las acusó de “intentar filtrar y sabotear” a la administración, lo que pone en evidencia el clima tóxico que reina en la cartera de Defensa.

¿Crisis institucional o reconfiguración estructural?

Más allá del escándalo sobre los chats y las filtraciones, el gobierno estadounidense ha puesto en marcha una profunda reestructuración dentro del Departamento de Estado, liderada por el Secretario de Estado, Marco Rubio. Bajo el argumento de poner "America First", se anunció la reducción del 15% del personal en territorio estadounidense y el cierre de más de cien oficinas en el extranjero.

Los cambios propuestos incluyen consolidar 734 oficinas y departamentos en solo 602, y el traslado de 137 oficinas a nuevas ubicaciones para "aumentar la eficiencia". Asimismo, se eliminarán departamentos clave como la Oficina de Asuntos Globales de la Mujer y otros que promueven la diversidad, derechos civiles y asistencia humanitaria.

¿Protocolo o negligencia?

Lo que está en juego no es solo si Hegseth compartió material clasificado, sino la percepción general sobre el liderazgo del Pentágono y su compromiso con las normas de seguridad. Incluso si la información no fuera técnicamente clasificada, el hecho de que provenga de un canal seguro plantea serias preguntas sobre el juicio profesional de Hegseth.

Además, la utilización de una plataforma como Signal —aunque cifrada— está prohibida para compartir información clasificada debido a los requisitos del gobierno federal sobre transmisión segura. Expertos en seguridad han advertido sobre los peligros de tal práctica, especialmente desde filtraciones previas como las de Edward Snowden o Chelsea Manning, que comprometieron gravemente la operatividad militar y diplomática estadounidense.

Un liderazgo aislado y bajo presión

Con todo este ruido de fondo, circulan informes de que Hegseth se ha vuelto cada vez más aislado y paranoico. Ha reducido el número de personas en las que confía y, según algunos medios, opera con un equipo drásticamente reducido. Se ha rodeado ahora de antiguos colaboradores, como el exvocero del Pentágono Sean Parnell, quien ha asumido un rol más directo, y perdió a otros como John Ullyot, que renunció aunque el Pentágono afirma que fue despedido.

Esta atmósfera refleja la creciente presión dentro de la administración Trump y un patrón que ya se ha visto antes: la desconfianza se convierte en el motor principal de decisiones estratégicas, incluso al costo de la efectividad institucional.

Política exterior vs. austeridad

La reorganización del Departamento de Estado proyecta un cambio de paradigma importante. Más allá de la retórica de eficiencia y modernización, se está abriendo paso a una política exterior más aislacionista. Prueba de ello es la eliminación de fondos para diversas organizaciones internacionales, incluidas la ONU, la OTAN y agencias con funciones de "poder blando" como Voice of America y Radio Free Asia.

Esta reconfiguración parece buscar replegar a EE.UU. de su liderazgo mundial para centrarse en prioridades nacionales. Pero muchos analistas advierten que esto podría debilitar el papel de Washington en conflictos estratégicos clave como el de Ucrania, Medio Oriente o el Indo-Pacífico.

Una amenaza a la democracia administrativa

Lo más preocupante es que muchas de estas decisiones están siendo ejecutadas sin supervisión adecuada del Congreso o procedimientos de consulta. Incluso el posible uso de una orden ejecutiva para implementar la reestructuración del Departamento de Estado ha generado alarma en sectores institucionales.

Recortes en áreas de derechos humanos, inclusión social y programas de ayuda exterior cuestionan el compromiso del gobierno con valores democráticos e históricos que daban carácter a su política exterior. El cierre de estas oficinas también coincide con la tendencia de la administración Trump de minar el profesionalismo burocrático en favor de leales ideológicos.

¿Y ahora qué?

El caso Hegseth no es solo una discusión sobre filtraciones de seguridad, sino parte de una lógica más amplia de desinstitucionalización del gobierno estadounidense. Entre purgas internas, canales informales de comunicación y cambios radicales en política exterior, Estados Unidos atraviesa una etapa de redefinición profunda de sus estructuras de poder.

El escándalo presente podría marcar un punto de inflexión. Si se confirma que hubo una filtración de información clasificada a través de canales no autorizados, el precedente sería devastador para la legitimidad y el profesionalismo del Departamento de Defensa. Y si, por el contrario, se trata de una vendetta interna, mostraría la fragilidad institucional tras años de divisiones políticas sin resolver.

En cualquier caso, las consecuencias se sentirán, no solo dentro del Pentágono, sino también en el orden mundial que Estados Unidos ayudó a edificar —y que ahora parece decidido a reformular, aunque el costo sea la confianza de sus aliados y la estabilidad de sus instituciones.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press