Adiós a los colores artificiales: Estados Unidos se despide de los aditivos derivados del petróleo

La FDA y el Departamento de Salud anuncian un ambicioso plan para eliminar ocho colorantes sintéticos de los alimentos: ¿revolución sanitaria o pánico infundado?

Una decisión histórica: EE.UU. se alinea con Europa y Canadá

En un movimiento largamente esperado por defensores de la salud pública, el gobierno de Estados Unidos ha anunciado su plan para eliminar progresivamente ocho colorantes artificiales derivados del petróleo de su cadena alimenticia. La iniciativa ha sido liderada por el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., y el comisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), Marty Makary, y forma parte de la campaña “Make America Healthy Again”.

La medida marca un giro radical en la política alimentaria estadounidense, acercándose a las regulaciones de la Unión Europea y Canadá, donde estos mismos colorantes requieren etiquetas de advertencia o han sido sustituidos completamente por colorantes naturales.

Los sospechosos habituales: ¿cuáles son los colorantes en la mira?

La FDA actualmente permite el uso de 36 aditivos colorantes, de los cuales ocho son colorantes sintéticos. Aunque los funcionarios no han revelado públicamente todos los nombres, se sabe que entre ellos se encuentra el Rojo 3, el cual será prohibido oficialmente a partir de 2028 debido a su vínculo con el cáncer en estudios con animales, según investigaciones en ratones de laboratorio.

Estos colorantes están presentes en una enorme variedad de productos procesados ampliamente consumidos: caramelos, cereales, galletas, bebidas azucaradas y hasta algunos fármacos infantiles.

El debate sobre la seguridad de los colorantes artificiales

El uso de aditivos sintéticos ha sido tema de debate desde hace décadas. Según la FDA, los colorantes actualmente aprobados “son seguros para la mayoría de las personas”, citando que “la totalidad de la evidencia científica no muestra efectos adversos en la mayoría de los niños”.

Pero, como muchos expertos apuntan, hay estudios que han vinculado el consumo de estos aditivos con problemas neuroconductuales en niños, como hiperactividad, trastornos de atención y conducta impulsiva. Una revisión de 2011 publicada en The Lancet ya sugería que los colorantes artificiales podían contribuir a estos síntomas, especialmente en combinación con conservantes como el benzoato de sodio.

El modelo europeo y las etiquetas de advertencia

Europa fue pionera en reglamentar el uso de aditivos sintéticos. Desde 2010, productos que contienen colorantes como Tartrazina (E102) o Azul Brillante (E133) deben incluir la advertencia: “Puede tener efectos negativos sobre la actividad y la atención de los niños”. Como resultado, muchos fabricantes europeos modificaron sus fórmulas, optando por alternativas naturales como la cúrcuma, el betabel o el extracto de paprika.

El contraste con EE.UU. era evidente hasta ahora. Mientras que en la Unión Europea una goma de mascar usa remolacha o cúrcuma para dar color, en EE. UU., el mismo producto podía contener Rojo 40 o Amarillo 5.

Impacto en la industria alimentaria

La eliminación de estos ocho colorantes significará una auténtica revolución en la producción alimenticia estadounidense. Las compañías tendrán que reformar recetas, renegociar contratos de ingredientes y adaptar sus líneas de producción.

  • General Mills, por ejemplo, eliminó colorantes artificiales de algunos cereales como Trix en 2015, pero volvió a utilizarlos años después tras quejas de consumidores que querían los colores intensos originales.
  • Mondelez (fabricante de Oreo y otras marcas) ha invertido millones en migrar a colorantes naturales en productos europeos, mientras en EE.UU. mantenían las fórmulas previas.

La medida del gobierno federal cambiaría esta dinámica de doble estándar, forzando una armonización global en la formulación de productos, al menos para marcas multinacionales.

¿Por qué ahora? Un contexto económico y sanitario cambiante

La presión por eliminar estos aditivos no es nueva, pero el contexto actual ha acelerado la decisión:

  • Leyes estatales en lugares como California y Virginia Occidental han prohibido el uso de colorantes artificiales en comedores escolares, elevando el debate a nivel nacional.
  • Un mayor enfoque en salud pública post-COVID-19 ha concientizado a las familias sobre los ingredientes en sus alimentos.
  • La campaña de Robert Kennedy Jr. como aspirante a un cargo nacional ha puesto la salud alimentaria como parte de su agenda populista.

Además, el auge de dietas más naturales y el crecimiento de cadenas como Whole Foods y Trader Joe’s –que ya limitan el uso de colorantes artificiales– reflejan la tendencia creciente de consumidores dispuestos a pagar más por productos con etiquetas limpias.

Natural ≠ seguro: el necesario matiz en el debate

Si bien la eliminación de colorantes artificiales ha sido aclamada por algunos activistas, también hay voces que piden cautela. La asociación estadounidense de químicos alimentarios ha advertido que no todos los colorantes naturales son inocuos o más eficaces.

Un informe del Center for Science in the Public Interest señala que:
“Algunos colorantes naturales, como el extracto de cochinilla, pueden causar reacciones alérgicas más graves que los sintéticos. Además, la estabilidad térmica y costo de producción siguen siendo desafíos.”

De hecho, las alternativas naturales pueden elevar el costo de los productos hasta en un 25%, especialmente si provienen de insumos orgánicos o requieren procesos de extracción intensivos.

Una tendencia global: lo que dice el mercado

El mercado de colorantes naturales ha experimentado un crecimiento anual del 6.5% desde 2016, y se espera que alcance un valor de 3.2 mil millones de dólares para 2027, según la firma analista Grand View Research.

Grandes marcas como Nestlé, PepsiCo y Mars han comenzado a rediseñar sus productos a nivel mundial, introduciendo líneas “libres de colorantes” incluso en mercados donde no es un requerimiento legal.

Resistencia del consumidor: el rol psicológico del color

Uno de los aspectos más curiosos es cuán profundamente afecta el color la percepción del sabor. Estudios de neuromarketing han encontrado que:

  • Un caramelo rojo es percibido como más dulce que uno amarillo, aún si el sabor es idéntico.
  • Las bebidas sinexcesivamente coloreadas son vistas como “más saludables”, pero también “menos sabrosas”.
  • El cambio de color en productos clásicos puede generar rechazo entre consumidores acostumbrados a cierta estética visual.

La transición, por tanto, no será solo tecnológica, sino también psicológica.

¿Y ahora qué sigue?

La FDA detallará próximamente el calendario de implementación. En principio:

  • Habrá un periodo de consulta pública para fabricantes y consumidores.
  • El retiro podría completarse en 3 a 5 años, sujeto a revisiones científicas y logísticas.
  • No se descarta que algunos colorantes se conserven si se demuestra que no representan riesgo significativo.

Lo cierto es que la decisión marca el inicio de una nueva era en la alimentación estadounidense. Si bien no resolverá todos los desafíos de salud, es un paso significativo hacia una alimentación más transparente, equilibrada y consciente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press