Sri Lanka, mártires del siglo XXI: fe, dolor e impunidad tras los atentados de Pascua
Seis años después de los ataques suicidas de 2019, el Vaticano honra a 167 víctimas católicas como testigos de la fe, mientras las familias aún exigen justicia
Por décadas, la historia del cristianismo ha estado marcada por mártires que sacrificaron sus vidas por la fe. Hoy, en pleno siglo XXI, una nueva generación de testigos de la fe surge desde Sri Lanka, donde una tragedia golpeó al país el Domingo de Pascua de 2019. La Iglesia Católica ha reconocido formalmente a 167 de sus fieles asesinados en los atentados suicidas coordinados por islamistas inspirados por el grupo Estado Islámico, inscribiéndolos en su catálogo oficial de "testigos de la fe". Pero, pese al homenaje, la justicia sigue siendo evasiva y las heridas del atentado aún sangran.
La tragedia de Pascua: ¿qué ocurrió el 21 de abril de 2019?
En la mañana del Domingo de Pascua, el día más importante para los cristianos, Sri Lanka fue estremecido por una serie de explosiones casi simultáneas que dejaron un saldo devastador: más de 260 muertos y más de 500 heridos.
Los atentados afectaron tres iglesias y tres hoteles de lujo en Colombo, Negombo y Batticaloa. Las iglesias católicas de San Antonio (en la capital, Colombo) y San Sebastián (en Negombo) fueron blanco directo de los atacantes suicidas. Una iglesia protestante en Batticaloa también fue atacada.
Los autores identificados fueron miembros del grupo islamista local National Thowheed Jamath, que habría actuado bajo inspiración directa del Estado Islámico. La inteligencia local e internacional había advertido sobre movimientos sospechosos días antes, pero las alertas no fueron atendidas por el gobierno.
Valor en medio del horror: reconocidos por su fe
En un acto conmemorativo este 21 de abril de 2025, la Iglesia Católica de Sri Lanka, encabezada por el Cardenal Malcolm Ranjith, anunció que el Dicasterio para las Causas de los Santos del Vaticano, dirigido por el Cardenal Marcello Semeraro, había incluido a 167 católicos asesinados en la categoría de "testigos de la fe".
Este título implica que murieron, explícitamente, por odio a su fe, un concepto teológico conocido como odium fidei. Estas personas, aunque no han sido canonizadas ni beatificadas aún, forman parte del nuevo enfoque del Papa Francisco para reconocer a quienes pierden la vida por su profesión religiosa, en contextos contemporáneos.
El Cardenal Ranjith mencionó por nombre a varios de los homenajeados y señaló que también se recordó con respeto a siete víctimas de otras religiones, entre ellas budistas, hinduistas y musulmanes.
“No podemos olvidar las lágrimas que aún corren en las mejillas de las madres, ni los sueños perdidos de los niños que murieron mientras oraban”, señaló el Cardenal en la misa conmemorativa, realizada en la Iglesia de San Antonio.
Un pueblo dolido, una Iglesia que exige justicia
Más allá de los homenajes eclesiásticos, la herida sigue abierta en la sociedad esrilanquesa. Aunque varios de los presuntos responsables fueron abatidos o murieron en los mismos atentados, aún quedan muchas dudas sobre posibles omisiones e incluso conspiraciones dentro del aparato estatal.
En 2023, el canal británico Channel 4 emitió un reportaje-bomba en el que un exmilitante afirmó haber organizado un encuentro entre miembros del grupo jihadista y un alto oficial de inteligencia de Sri Lanka. El objetivo del complot sería provocar miedo e inseguridad en la ciudadanía justo antes de las elecciones, lo que facilitaría la victoria del entonces candidato presidencial Gotabaya Rajapaksa, hermano del expresidente Mahinda Rajapaksa.
Esta afirmación alimenta la desconfianza entre los familiares de las víctimas y la Iglesia, que desde 2020 solicita una investigación internacional independiente.
Papa Francisco y la nueva teología del martirio contemporáneo
En 2023, el Papa Francisco hizo historia al institucionalizar oficialmente una nueva categoría dentro de la tradición católica: la de quienes mueren por causas relacionadas con su fe cristiana, pero que no encajan en las formas tradicionales del martirio. Esta decisión llevó a la creación de una "comisión especial del Vaticano" para recopilar y estudiar estos casos.
Según el mismo Vaticano, se han documentado “cientos de casos” en distintas partes del mundo, desde Siria hasta Nigeria y ahora Sri Lanka. Estas personas, aunque no sean santos oficialmente canonizados, son propuestos como referentes de fe y valor ante el mundo moderno.
“La sangre de los mártires no es cosa del pasado. Hoy, más que nunca, hay hombres, mujeres y hasta niños perseguidos por su fe”, dijo el Papa Francisco durante su catequesis semanal en mayo de 2024, destacando el caso de Sri Lanka.
Impacto social y político de los ataques: un antes y un después en Sri Lanka
Los atentados de 2019 marcaron un antes y un después para la sociedad esrilanquesa. Históricamente golpeada por un conflicto civil de casi tres décadas que enfrentó al gobierno con la guerrilla tamil (1983-2009), el país creía estar en un proceso de reconciliación. Pero el ataque trajo de nuevo el miedo y exacerbó tensiones interreligiosas y étnicas.
El turismo cayó más del 70% en los meses posteriores. La economía, altamente dependiente del turismo religioso e internacional, sufrió una contracción de casi el 3.6% del PIB en 2019, según el Banco Mundial. Muchos inversores retiraron su apoyo y la imagen del país se deterioró en la escena global.
Vivir con cicatrices: las historias que humanizan la tragedia
Detrás de las cifras hay familias enteras transformadas por el horror. Madres que perdieron a todos sus hijos, niños huérfanos que sobrevivieron con quemaduras, esposos que vieron caer a sus parejas en plena misa.
Una historia que sobresale es la de Amal Fernando, un joven de 19 años que salvó a su hermana pequeña al cubrirla con su cuerpo durante la explosión en San Sebastián. Él murió al instante, pero la niña sobrevivió con heridas menores. Hoy, su madre participa activamente en grupos de apoyo a víctimas y es una de las voces más fuertes exigiendo justicia internacional.
Reconocer la fe, pero también la realidad
La designación del Vaticano no es un paso menor. Estos 167 nombres ahora forman parte de una nómina sagrada, un símbolo de resistencia y dignidad. Pero la memoria no puede ser completa si se ignora el contexto político y social en el que sucedieron estas muertes.
“No basta con honrarlos litúrgicamente. Necesitamos verdad, justicia y garantías de no repetición”, expresó Ruki Fernando, un destacado defensor de derechos humanos en Sri Lanka.
Mientras el Vaticano los eleva como inspiración espiritual, sus familias aún visitan tumbas frescas y enfrentan un sistema que se resiste a señalar culpables. ¿Podrá la Iglesia, con su autoridad moral, empujar un proceso que aún no cierra en lo judicial?
Fe que trasciende el dolor
Los actos conmemorativos de este 2025 han sido, por supuesto, profundamente emocionales. Las iglesias de San Antonio, San Sebastián y de Sion (protestante en Batticaloa) se llenaron de flores, velas y oraciones. Más de 5,000 personas asistieron presencialmente, además de miles más que lo siguieron por transmisión en vivo.
Entre cánticos, lágrimas e incienso, se leyó en voz alta cada uno de los 167 nombres reconocidos por el Vaticano. Una comunidad entera —acérquese desde la fe o desde el respeto secular— encontró una forma de decir: “no los olvidamos”.
Quizá esta sea la dimensión más profunda de este reconocimiento: ante tanto olvido institucional, ante el silencio cómplice de sectores políticos, es la memoria de los fieles la que se alza, de pie, como un acto de resistencia.
“En la sangre de estas víctimas también late nuestra historia. La historia de quienes no se acobardaron. Ni siquiera ante la muerte”, pronunció el cardenal Ranjith cerrando la vigilia. Un mensaje que vibra fuerte, no sólo en Sri Lanka, sino en todo el mundo creyente y consciente.