El tesorero Curtis Loftis bajo fuego: una crisis de $1.800 millones sacude Carolina del Sur
Un error contable de una década desata una batalla política sin precedentes entre el Senado estatal y el funcionario electo
Columbia, Carolina del Sur – En una escena más propia de un thriller político que de una audiencia estatal, el tesorero de Carolina del Sur, Curtis Loftis, compareció ante una audiencia extraordinaria del Senado el pasado lunes. El motivo: un monumental error financiero de $1.800 millones de dólares, cuya responsabilidad recae en parte sobre su oficina y que podría derivar en su destitución, un hecho sin precedentes en los 225 años de historia del estado.
Un error de décadas: entre cifras infladas y libros contables desfasados
Todo comenzó hace más de diez años, cuando Carolina del Sur migraba de un sistema contable a otro. Durante esta compleja transición, las cuentas no balanceaban y, en lugar de corregirlas individualmente, los funcionarios depositaban las diferencias en un "cuenta especial". Año tras año, esta cuenta fue creciendo hasta alcanzar $1.800 millones de dólares.
Lo más grave: gran parte de ese dinero nunca existió realmente. Se trataba de una acumulación de errores contables que ni siquiera el equipo de Loftis logró identificar. Fue necesaria la contratación de auditores forenses, cuyo trabajo ha costado millones de dólares al estado, para desentrañar el enredo.
¿Negligencia o persecución política?
Dos senadores republicanos lideran la ofensiva contra el tesorero, alegando negligencia deliberada y falta de transparencia. "Es un mentiroso tan preocupado por su imagen pública que haría y diría cualquier cosa para cubrir su error", declaró el senador Stephen Goldfinch. Su colega, Senador Larry Grooms, agregó: "Con amigos como este, ¿quién necesita liberales que gastan y suben impuestos?"
Ambos legisladores sostienen que Loftis no notificó al Congreso estatal sobre el problema, como estipula la ley. Además, apuntan a su presunta resistencia para cooperar con los auditores y las constantes trabas puestas al proceso.
La defensa de Loftis: elecciones, Trump y "cacería de brujas"
Lejos de mostrarse intimidado, Loftis se presentó tranquilo mientras su abogada, Deborah Barbier, iniciaba una defensa férrea. Inició su presentación con una foto del tesorero junto a Donald Trump, subrayando su fidelidad al movimiento conservador y su historial de victorias electorales.
"Dejemos que sea el pueblo el que juzgue este asunto en las urnas", exclamó Barbier. Y es que Loftis, quien ya ha sido reelegido en tres ocasiones, tendría previsto volver a presentarse dentro de 14 meses, aunque recientemente declaró que no buscaría la reelección.
“No se perdió dinero. Ningún dólar desapareció físicamente. Fue un error contable, y la responsabilidad no es de mi oficina”, se defendió Loftis ante el Senado. Sin embargo, varios testimonios contradicen esta afirmación.
Un proceso de destitución histórico
La audiencia, que duró tres horas, podría ser el primer paso para un juicio político oficial. Para que el proceso continúe, al menos 31 de los 40 senadores presentes deben votar en contra del tesorero. Si se alcanza ese umbral, el caso pasaría a la Cámara de Representantes, que también tendría que aprobar la medida con una mayoría de dos tercios.
Hasta ahora, ningún funcionario estatal ha sido destituido por este mecanismo desde que Carolina del Sur fue admitida como estado en 1788. Y aunque los líderes republicanos de la Cámara aún no han indicado su postura, el escándalo ha puesto a toda la clase política local bajo el microscopio.
¿Quién es Curtis Loftis?
Desde que llegó al cargo en 2010, Curtis Loftis se ha presentado como un “guardián del gasto público”. Con un discurso centrado en la eficiencia, la reducción de impuestos y la protección de los ahorros estatales, ha cultivado una imagen de conservador ortodoxo.
Pero según sus críticos, esa imagen contrasta con los resultados reales de su administración. Las auditorías estatales han revelado múltiples inconsistencias en la forma en que su oficina maneja las cuentas bancarias del estado, y su gestión ha sido señalada por generar gastos adicionales en abogados externos y auditores privados.
Una cuenta que sigue sin cuadrar
A pesar del escándalo y las investigaciones, el lío contable aún no se ha resuelto por completo. El senador Grooms señaló que los problemas persisten: los auditores siguen lidiando con dificultades para acceder a registros y resolver discrepancias.
Además, se estima que el costo total del proceso, incluyendo honorarios legales, auditorías externas y gastos administrativos, podría superar los 30 millones de dólares, todos provenientes del bolsillo del contribuyente.
Una grieta dentro del Partido Republicano
Lo más llamativo del caso es que se trata de una pelea interna entre republicanos. Tanto el Senado como el poder ejecutivo estatal están controlados por este partido, lo que deja entrever tensiones ideológicas más profundas.
Mientras unos ven en Loftis a un populista que ha abusado de su cargo, otros lo consideran un outsider que está siendo castigado por no seguir las reglas del círculo político tradicional de Columbia.
“Es su independencia lo que no soportan”, comentó uno de sus simpatizantes durante una protesta fuera del Capitolio estatal. “Es el único que está dispuesto a decir la verdad sobre el gasto público.”
Un reflejo nacional: la desconfianza en las instituciones
Este tipo de conflictos refleja una tendencia preocupante en la política estadounidense: la erosión de la confianza en las instituciones y el auge de figuras que desafían las normas establecidas, para bien o para mal.
En la era posterior a Trump, muchas figuras republicanas han encontrado eco en un electorado hastiado de los tecnicismos políticos, deseando líderes que "sacudan el sistema". Sin embargo, este caso demuestra que incluso estos disruptores no están exentos de consecuencias cuando su gestión es puesta bajo la lupa.
¿Qué sigue para Loftis?
Con una postura desafiante y un partido dividido, el futuro de Curtis Loftis es incierto. Si bien podría sobrevivir políticamente al juicio del Senado —o incluso al voto de la Cámara—, el daño a su reputación parece irreversible.
Al final, tal como planteó su propia defensa: será el votante de Carolina del Sur quien tenga la última palabra.
Este proceso continuará en las próximas semanas y se espera que defina no solo el futuro de Loftis, sino también la credibilidad futura del manejo financiero de todo un estado.