Crisis en Los Ángeles: ¿Está el Ayuntamiento sacrificando su futuro para salvar el presente?
La alcaldesa Karen Bass propone el despido masivo de empleados públicos en medio de un déficit histórico, incendios devastadores y tensiones sindicales
Un acercamiento fiscal extremo: ¿Sacrificio político o necesidad estructural?
La ciudad de Los Ángeles vuelve a estar en un torbellino financiero. El lunes, la alcaldesa Karen Bass anunció una propuesta que ha generado un intenso debate político y social: el despido de más de 1,600 empleados públicos como parte de un plan para cubrir un déficit presupuestario que ronda los mil millones de dólares. El anuncio ha causado preocupación en diversos sectores, desde sindicatos hasta comunidad empresarial, pasando por los propios ciudadanos que ya viven los embates de servicios públicos limitados, una crisis persistente de personas sin hogar y una recuperación económica desigual.
La herencia de un incendio y la amenaza financiera
El origen del déficit es multifactorial, pero hay una herida particularmente costosa: la reconstrucción del vecindario Pacific Palisades, arrasado por un incendio en enero que destruyó más de 6,800 estructuras y cobró la vida de al menos 12 personas. Las secuelas han sido más que materiales. La Ciudad de Los Ángeles apeló el pasado mes a Sacramento para recibir casi $2 mil millones en ayuda de recuperación por desastre, esfuerzo que sigue en curso.
La magnitud de esta catástrofe natural llega en un momento en que el Ayuntamiento ya enfrenta dificultades estructurales: gastos crecientes en salarios y beneficios, disminución de ingresos fiscales y una economía local más lenta de lo esperado.
Un récord de recortes: la sombra del 2008 y la pandemia
Si bien el recorte de 1,600 puestos llama la atención, no es la primera vez que la ciudad toma medidas extremas. En 2008, el entonces alcalde Antonio Villaraigosa eliminó miles de empleos gubernamentales y exigió pagos adicionales a los trabajadores municipales para cubrir pensiones y seguros médicos. Más recientemente, Eric Garcetti, ante la pandemia del COVID-19, implementó la furlough —una suspensión temporal sin pago— a más de 15,000 trabajadores y promovió jubilaciones anticipadas, logrando evitar despidos masivos.
Sin embargo, la propuesta actual va más allá: se trata de recortes definitivos en empleos de un ayuntamiento ya presionado, en una ciudad que ha multiplicado su población sin incrementar proporcionalmente sus obras públicas, servicios de transporte o infraestructura sanitaria.
¿Un golpe mortal a los servicios públicos?
El presidente del Sindicato de Empleados Internacionales de Servicio (SEIU), David Green, no tardó en reaccionar:
“No vamos a permitir que los burócratas desconectados de la realidad equilibren el presupuesto a costa de los trabajadores municipales”, señaló en un comunicado.
El SEIU Local 721 representa a más de 10,000 trabajadores de la ciudad y ha dejado en claro que buscará fuentes alternativas de financiamiento. Además, el sindicato también argumenta que estas medidas representarían una pérdida de capacidad institucional difícil de recuperar, especialmente en momentos donde la ciudad aún lucha por combatir la creciente crisis de personas sin hogar.
Según datos recientes, el número de personas que viven en las calles de Los Ángeles ha aumentado cada año desde 2015. Aunque las cifras de la alcaldesa Bass apuntan a una disminución de homicidios y crímenes violentos, los residentes siguen planteando que el deterioro urbano es palpable. ¿Cómo puede la ciudad atender estos desafíos con menos empleados?
Promesas vs realidad: la carrera por la reelección
Lo que también añade presión política al anuncio es que Karen Bass busca la reelección en 2025. Su posición delicada recuerda casos similares en la política contemporánea, donde medidas impopulares adoptadas en tiempos de crisis terminaron por cobrar un precio alto en las urnas.
La alcaldesa intentó suavizar el golpe con un discurso pragmático y positivo. Habló de la necesidad de recortes como "último recurso", al mismo tiempo que destacó avances en seguridad y vivienda. Pero el electorado, especialmente los sindicatos y las comunidades más vulnerables, no necesariamente verán esta propuesta bajo la misma luz. La narrativa optimista contrasta con la dureza del paquete de medidas.
¿Quiénes se salvan y quiénes no?
Las propuestas de Bass eliminan una gran cantidad de empleos del personal administrativo y de apoyo, pero no contemplan despidos de bomberos ni policías juramentados. Esto refleja una prioridad de mantener intacta la percepción de seguridad pública, sobre todo en un contexto electoral.
No obstante, muchos de los trabajadores afectados realizan labores críticas detrás del telón: desde mantenimiento de espacios públicos hasta servicios sociales que se han vuelto esenciales frente a la creciente población sin techo. La reducción de estas fuerzas laborales podría tener consecuencias imprevisibles en la calidad de vida de la ciudad.
¿Estamos ante una reconfiguración permanente del estado municipal?
Más allá de la coyuntura, algunos analistas ven estos movimientos como parte de una transformación estructural del papel del gobierno local. La contracción de puestos de trabajo en el ámbito público ha sido una narrativa frecuente en economías neoliberales, donde se impulsa la privatización y externalización como solución a déficits persistentes.
La gran pregunta que se cierne sobre esta coyuntura es si la ciudad podrá recuperarse institucionalmente del golpe. ¿Es sostenible un modelo que depende cada vez más de contratistas externos y menos de trabajadores públicos comprometidos y residentes?
Sacramento, última esperanza
La alcaldesa Bass viajará de nuevo a la capital del estado esta semana a negociar fondos adicionales que podrían, en el papel, evitar estas reducciones de plantilla. La presión es inmensa. El equilibro entre la gestión fiscal y la sensibilidad social es una jaula de fuego para cualquier político, y más aún en una ciudad tan compleja y diversa como Los Ángeles.
Pero la historia reciente no da muchas garantías. La ayuda federal e incluso estatal suele demorarse, cuando no llega limitada por tecnicismos u objeciones presupuestarias. Muchos en el Ayuntamiento temen que la ayuda de Sacramento no llegue a tiempo. Otros, más escépticos, aseguran que incluso si llegan recursos, la agenda de recorte ya está trazada.
Cuerpo político vs pulso social: inevitable choque
El conflicto ya ha comenzado. Las manifestaciones de trabajadores municipales podrían escalar, incluso convertirse en huelgas. Los sindicatos conocen el poder de organización y visibilidad mediática en una ciudad como Los Ángeles. Toda esta presión llega en el preludio de una campaña de reelección para Bass que promete ser intensa.
Mientras tanto, los ciudadanos siguen transitando calles donde los baches tardan semanas en taparse, donde las filas por asistencia social se alargan y donde cada vez menos empleados pueden responder a las necesidades de más de 4 millones de personas.
Si el recorte va, Los Ángeles entrará en una nueva etapa donde el costo de las decisiones de hoy marcará los límites del mañana. Pero si se evita, será gracias a una gestión política hábil, diplomacia fiscal y una visión de ciudad que reconozca que el capital humano no es el primero en recortarse, sino el último en protegerse.