De los despidos masivos a la guerra digital: cómo las decisiones de Trump están redibujando la seguridad cibernética de EE.UU.
Desmantelamiento institucional, ciberataques extranjeros y una creciente carrera armamentista digital marcan un panorama incierto para la infraestructura crítica estadounidense
Kansas City, Missouri. Una mañana como cualquier otra, Shea Giagnorio llegó con ilusión a su nuevo trabajo en el centro federal de la ciudad. Su carrera de 28 años en el gobierno federal la había llevado por distintos rincones del mundo, desde Alemania hasta Alaska. Pero lo que encontró esa mañana fue el silencio de una oficina vacía y una tarjeta de acceso rechazada. Al revisar su correo electrónico llegó el golpe: su equipo, entero, había sido despedido como parte de una nueva oleada de recortes ordenados por la administración Trump.
Mientras ella cancela su arrendamiento, vende muebles recién comprados y evalúa sacar a su hija de la universidad, otra amenaza crece, pero más silenciosa y peligrosa: los ciberataques. Y es que Estados Unidos vive un momento crítico donde las decisiones de política interna están debilitando los muros digitales que protegen su infraestructura crítica, desde plantas de agua hasta sistemas financieros, justo cuando los enemigos de la nación avanzan posiciones en esta nueva geopolítica cibernética.
Cuando el enemigo no necesita cruzar fronteras
La primavera pasada, hackers vinculados al gobierno ruso accedieron a una planta de agua en Muleshoe, Texas, provocando un derrame descontrolado. No pidieron dinero. No sembraron virus. Solo midieron qué tan fácil era entrar. El mensaje fue claro: los océanos y ejércitos ya no bastan como barrera.
Este incidente no fue aislado. Campañas como "Salt Typhoon" y "Volt Typhoon", ligadas a hackers chinos, han intentado acceder a teléfonos de funcionarios estadounidenses, redes de telecomunicaciones y otros sistemas críticos. Su objetivo: crear puertas traseras que puedan activarse en caso de conflicto mayor, potencialmente antes de una invasión a Taiwán, según expertos en seguridad nacional.
En palabras de Sonu Shankar, exinvestigador del Laboratorio Nacional de Los Álamos: “Pueden posicionar sus implantes hoy para ser activados en una fecha futura”.
Trump y el desmantelamiento de la defensa digital
Justo cuando Estados Unidos enfrenta amenazas sin precedentes en el ciberespacio, el expresidente Donald Trump ha optado por reducir estructuras en lugar de reforzarlas.
- Despidió al general de cuatro estrellas Timothy Haugh, quien dirigía la NSA y el Cibercomando del Pentágono.
- Reducido personal clave en ciberseguridad y eliminado organismos como el Centro de Compromiso Global del Departamento de Estado, dedicado a combatir la desinformación extranjera.
- Recortó presupuestos para proteger la infraestructura electoral local y estatal.
Senadores como Mark Warner (Demócrata de Virginia) se preguntan cómo estas acciones pueden contribuir a una mayor seguridad: “¿Cómo es que despedirlo [a Haugh] hace a los estadounidenses más seguros?”.
Mientras tanto, altos cargos del gobierno han usado la aplicación de mensajería Signal para coordinar operaciones militares, violando protocolos. La directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, lo calificó como un error.
Una carrera armamentista en el ciberespacio
China, Rusia, Irán y Corea del Norte han demostrado una cooperación creciente en ciberseguridad, muchas veces con fines ofensivos. Relaciones como la de Irán ofreciendo drones a cambio de inteligencia rusa son prueba de la fusión entre los intereses militares y digitales de estos países.
Frente a este panorama, expertos como Tom Kellermann, vicepresidente de Contrast Security, advierten: “La guerra híbrida está aquí para quedarse. Tenemos que dejar de jugar a la defensiva y hacer que ellos jueguen así”.
Un ejército pequeño para una guerra inmensa
Estados Unidos necesita aproximadamente 500,000 nuevos profesionales de ciberseguridad para cubrir la demanda, según estimaciones federales. Ante ello, empresas como NukuDo, dirigida por Dean Gefen, exjefe de ciberentrenamiento de inteligencia militar israelí, llaman a un plan más claro del gobierno: “Las empresas necesitan una guía efectiva. Qué hacer, qué no hacer”.
Y aunque hay intentos de reorganización —como la inversión del Pentágono en inteligencia artificial para fortalecer la defensa digital—, estos esfuerzos han sido opacados por despidos generalizados y confusión estratégica.
Guerra comercial, nuevas amenazas híbridas
Las tensiones geopolíticas actuales —desde Ucrania hasta el Medio Oriente— junto con crecientes guerras comerciales, elevan el riesgo de ciberataques masivos. Estados Unidos, al imponer nuevos aranceles, podría ser blanco de represalias digitales contra sus cadenas de suministro.
“Estos ciclos de represalia podría llevarlos directamente al conflicto militar”, advirtió Shankar.
Un informe reciente de la firma británica NCC Group subraya que los gobiernos están pasando de una postura reactiva a una mentalidad de guerra. “El polvo geopolítico aún no se ha asentado”, dijo Verona Johnstone-Hulse, coautora del informe.
¿Cómo responderá Estados Unidos?
No todo es pesimismo. Más de 20 países firmaron un marco internacional no vinculante sobre el uso de spyware comercial, y Estados Unidos mostró interés en unirse. Este consenso podría incentivar una cooperación global ante las amenazas comunes.
Dentro del país, hay un consenso bipartidista sobre la importancia de fortalecer las defensas corporativas. Grandes corporaciones y pequeños proveedores por igual necesitan políticas claras para protegerse de intrusiones. Y si bien la ciberseguridad ha obtenido más atención, el desmantelamiento de agencias clave durante el gobierno de Trump plantea dudas sobre la capacidad de recuperación del sistema estadounidense.
Una población en la cuerda floja
Historias como la de Shea Giagnorio no son simples tragedias personales. Representan una pérdida de experiencia institucional y un recorte en los servicios más esenciales para las poblaciones vulnerables. Y mientras ella enfrenta la incertidumbre de cómo alimentar a su hija o conseguir un nuevo empleo, los sistemas digitales de Estados Unidos enfrentan riesgos que podrían afectar a millones en cuestión de minutos.
Entre la erosión de capacidades internas, el avance de enemigos digitales y la falta de planificación a largo plazo, la nación más poderosa del mundo parece más vulnerable que nunca en una guerra que se libra sin disparos.