Tiburones ballena en San Helena: El último misterio en el reino de los gigantes del océano

Una mirada exclusiva a la isla remota donde estos colosos marinos podrían estar reproduciéndose por primera vez ante los ojos de los científicos

Los tiburones ballena (Rhincodon typus) son conocidos como los peces más grandes del planeta. Estos imponentes gigantes marinos pueden llegar a medir entre 12 y 18 metros de largo y pesar hasta 14 toneladas. Sin embargo, a pesar de su tamaño colosal y su lento nado, hay un misterio que durante décadas ha intrigado a los biólogos marinos: ¿Dónde y cómo se reproducen?

Hasta ahora, la respuesta a esa pregunta es una gran incógnita en la biología marina. A diferencia de otras especies de tiburones, nunca se ha documentado una cópula exitosa entre tiburones ballena. Hasta hace poco.

San Helena: La isla volcánica en el radar de la ciencia

Ubicada en medio del Atlántico Sur, la isla de San Helena es ampliamente conocida por haber sido el sitio de exilio de Napoleón Bonaparte, pero ahora ha llamado la atención de la comunidad científica por una razón completamente diferente: podría ser, finalmente, el lugar donde se aparean los tiburones ballena.

Lo que hace a San Helena extraordinaria es que es el único lugar en el mundo conocido hasta ahora donde machos y hembras adultas de tiburón ballena se congregan en proporciones más o menos equitativas. En otras regiones como México, Australia o las Maldivas, estos animales suelen agruparse en mayoría masculina o en hembras jóvenes, lo que complica el estudio del apareamiento dentro del agua.

Comportamientos que sugieren cortejo

Kenickie Andrews, director del proyecto de conservación marina del St. Helena Trust, ha reportado observaciones de comportamientos de cortejo en estas aguas.

“Lo que hemos visto aquí es un clásico comportamiento de cortejo en tiburones”, afirma. “Hemos observado machos persiguiendo a hembras, mordiendo sus aletas pectorales y exhibiéndose frente a ellas, muy similar al apareamiento en tiburones blancos.”

Esto coincide con las observaciones del Dr. Simon Pierce, zoólogo y cofundador de la Marine Megafauna Foundation, quien ha fotografiado lo que parecen ser marcas de mordidas en las aletas de hembras adultas —posibles “cicatrices de apareamiento”, ya que estos mordiscos ayudan al macho a posicionarse.

Falta la prueba definitiva

Si bien todo indica que los tiburones ballena podrían estar intentando aparearse en San Helena, todavía no hay pruebas visuales o grabaciones de una cópula exitosa. Investigadores como Cameron Perry, del Acuario de Georgia en Atlanta, lideran un proyecto que implica instalar cámaras en los tiburones para estudiar sus movimientos. Sin embargo, una dificultad inesperada ha complicado sus esfuerzos: estos animales pueden sumergirse hasta más de 2,000 metros bajo el nivel del mar, lo cual excede la resistencia de las cámaras actuales.

“Tenemos vídeos tremendamente sugerentes”, afirma Perry. “En uno, dos tiburones están a punto de contactarse... y entonces la cámara se desprende.”

Todo parece indicar que el momento crucial podría estar ocurriendo en las profundidades abisales, lejos del ojo humano.

La urgencia de protegerlos

Estos avances no solo representan una fascinación científica, sino que también tienen un valor incalculable para la conservación. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), los tiburones ballena están clasificados como especie en peligro de extinción, debido a su lenta tasa de reproducción y a las amenazas humanas: captura incidental, pesca dirigida en algunos países asiáticos, colisiones con barcos y contaminación marina.

Conocer las zonas donde se reproducen y dan a luz significa que se podrían crear reservas marinas específicas y protegidas donde las actividades humanas peligrosas estarían restringidas.

Comparaciones globales: ¿Por qué San Helena es diferente?

Las concentraciones de tiburones ballena se han hecho famosas en distintos rincones del mundo. Por ejemplo:

  • Isla Holbox (México): Conocida por su temporada de avistamiento de tiburones ballena entre junio y septiembre, pero con presencia abrumadora de machos jóvenes.
  • Ningaloo Reef (Australia): Uno de los destinos más populares para bucear con estos gigantes, pero dominado también por juveniles.
  • Mar Arábigo: Un área de agregación estacional sin equilibrio de sexos.

En todos estos sitios hay comida abundante —el principal motor de atracción. Pero en San Helena, los expertos afirman que la disponibilidad de plancton no es suficiente como para explicar la presencia sostenida y equilibrada de hembras y machos adultos.

¿Privacidad bajo presión?

La teoría de que los tiburones ballena evitan el contacto durante sus rituales reproductivos debido a la presencia humana ya se plantea como posibilidad seria. Andrews lo expone así:

“Tal vez simplemente no quieren ser vistos. Como todos nosotros, tal vez necesitan privacidad para esos momentos.”

Esto plantea un dilema ético para los científicos: ¿hasta qué punto deben intervenir o introducirse en un hábitat tan delicado durante conductas probablemente íntimas y críticas para la supervivencia de la especie?

La fe está en la tecnología

La esperanza de registrar una cópula de tiburón ballena yace ahora en el desarrollo de nuevas tecnologías acuáticas. Las instituciones están invirtiendo en cámaras con sensores de presión para profundidades extremas, tags que se adhieran con más precisión y durante más tiempo, y drones submarinos que puedan realizar monitoreo sin perturbar a los animales.

Uno de los proyectos más prometedores es el uso de cámaras activadas por comportamiento, que detectan cambios en la dirección, velocidad o postura de los tiburones que podrían indicar cortejo o apareamiento, activando así la grabación automática.

Una danza en el abismo oceánico

Los tiburones ballena se han convertido, con ayuda de la ciencia moderna, en un símbolo tanto de la majestuosidad como de la vulnerabilidad del océano. Si finalmente se logra observar y documentar su reproducción, será un hito histórico comparable con el descubrimiento de las zonas de parto de las ballenas grises o jorobadas. Además, legitimará a San Helena como una de las reservas marinas clave en el planeta.

Por lo pronto, la naturaleza sigue guardando sus secretos. Pero el misterio del mayor pez del mundo tal vez esté un paso más cerca de ser resuelto.

“Este es uno de los enigmas gigantes aún sin resolver del reino marino”, concluye Alistair Dove, investigador del Museum of Science & History de Jacksonville. “Y puede que San Helena tenga la respuesta.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press