Rubio, Ucrania y el deshielo imposible: ¿Fracaso diplomático o presión estratégica contra Rusia?
Mientras Xi Jinping consolida alianzas en Asia, Occidente tambalea en sus esfuerzos para frenar la guerra en Ucrania. ¿Estamos ante el principio del fin de las negociaciones entre EE.UU. y Rusia?
Por Redacción del Blog
La reunión de alto nivel celebrada recientemente en París entre Estados Unidos, Ucrania y representantes europeos puede marcar un punto de inflexión en la guerra de Ucrania. Marco Rubio, Secretario de Estado de EE.UU., alzó la voz sin rodeos: el tiempo para lograr un acuerdo de paz con Rusia se agota. Su declaración de que Washington podría estar listo para "seguir adelante" si no hay progresos en los próximos días plantea una pregunta inevitable: ¿Estamos ante el colapso definitivo de los intentos diplomáticos liderados por la Casa Blanca?
París: reunión crucial pero sin resultados inmediatos
El jueves pasado, París fue el escenario de una jornada de reuniones maratónicas entre autoridades estadounidenses, europeas y ucranianas. Era la primera vez desde la llegada de Donald Trump a la presidencia que representantes de estas potencias se reunían para discutir, cara a cara, la posibilidad de terminar con un conflicto que ya ha costado la vida a más de 300.000 personas, según estimaciones del ONU.
Rubio calificó las discusiones como "constructivas", mencionando que habían delineado algunas etapas hacia la paz. Sin embargo, agregó con contundencia: “Estamos llegando a un punto en el que debemos decidir si esto es siquiera posible”.
Trump y la paradoja rusa
La falta de avances ocurre en medio de crecientes preocupaciones en Europa sobre el acercamiento del presidente Trump a Moscú. Desde el inicio de su mandato, su respaldo tibio a la OTAN y sus elogios a Vladimir Putin han desatado alarmas en capitales como Berlín y París. La reunión en París fue, por tanto, también una declaración de intenciones: Europa quiere seguir apoyando a Ucrania, pero teme quedarse sola.
Estados Unidos, mientras tanto, parece atrapado entre su retórica pacifista y las realidades geopolíticas de un conflicto que se ha vuelto cada vez más complejo. Rubio y Steve Witkoff, enviado especial de la Casa Blanca, han liderado varios intentos de mediación, incluso con rondas de negociaciones en Arabia Saudí. Witkoff se ha reunido personalmente tres veces con Putin, según palabras del propio Rubio.
Moscú: el obstáculo inamovible
Uno de los grandes escollos para avanzar en un cese al fuego ha sido la negativa de Rusia a aceptar términos que considera inaceptables. El Kremlin ha condicionado el alto al fuego a la suspensión de la movilización militar por parte de Ucrania y al cese del envío de armas desde Occidente. Como era de esperar, Kiev ha rechazado estas exigencias por considerarlas una rendición encubierta.
La situación recuerda a los días de la Guerra Fría, cuando las negociaciones entre bloques parecían nunca dar frutos concretos. Y es que Rusia no solo busca una victoria militar en Ucrania, sino también una victoria simbólica sobre el orden global liderado por Occidente. Ceder ahora podría interpretarse en Moscú como una muestra de debilidad.
¿Londres, la última esperanza?
Francia ha adelantado que en los próximos días se celebrará una nueva reunión en Londres, con la misma configuración trilateral. “Podré participar en ese encuentro”, dijo Rubio. Sin embargo, el entusiasmo de la diplomacia norteamericana parece menguante: Trump quiere resultados inmediatos, mientras los europeos apuestan por la estrategia a largo plazo.
¿Qué pasará si Londres tampoco produce avances? Rubio fue claro: Washington evaluará en cuestión de días la viabilidad del proceso, lo que podría significar el retiro norteamericano de las negociaciones bilaterales.
Asia: Xi Jinping se fortalece en el mismo tablero
Mientras Occidente tropieza en París, en Asia se desarrolla otra historia que también es crucial en el ajedrez global. El presidente chino Xi Jinping acaba de concluir una visita clave a Camboya, última escala de una gira por el sudeste asiático que incluyó paradas en Vietnam y Malasia.
La región enfrenta incertidumbre por los aranceles que Trump amenaza con imponer. Por ejemplo, Camboya podría enfrentarse a tasas del 49% en sus exportaciones hacia EE.UU., una amenaza que afecta profundamente a su economía exportadora. En ese contexto, Xi reaparece como el proveedor de estabilidad y certidumbre que muchos de estos países desean.
China: diplomacia con cartera abierta
Durante su estadía en Phnom Penh, Xi y el primer ministro Hun Manet firmaron 37 acuerdos bilaterales, que abarcan desde la agricultura hasta defensa. Es una clara señal del peso que tiene la cooperación china en el desarrollo de Camboya. China ha sido su principal socio económico durante más de una década, dominando tanto el comercio bilateral (17.830 millones de dólares en 2024) como las inversiones extranjeras directas.
Beijing incluso está ayudando a ampliar la base naval de Ream, lo que ha levantado sospechas sobre el posible uso militar del puerto por parte de China. Camboya ha negado cualquier concesión exclusiva, pero no ha calmado del todo las inquietudes de Washington y Tokio.
El otro eje de la guerra: guerra comercial y diplomacia asiática
Lo que ocurre en Asia también impacta directamente sobre la guerra en Ucrania. China continúa estrechando lazos con países que, como Camboya, le ofrecen apoyo diplomático en cuestiones como Hong Kong, Taiwán y el Mar Meridional de China. Y ese respaldo se transforma en poder en organismos como la ONU.
Más importante aún, mientras Rusia sufre las sanciones occidentales, ha encontrado en Beijing un socio leal. La compra de energía rusa por parte de China, junto a la defensa conjunta de una política multipolar, fortalece indirectamente la posición del Kremlin en Ucrania. En otras palabras, cada visita de Xi a países del sudeste asiático es también un refuerzo indirecto a la resistencia rusa frente a Occidente.
¿Y ahora qué? El tablero se redefine
Rubio, Witkoff y los diplomáticos reunidos en París saben que el reloj corre. La guerra en Ucrania no solo es una batalla entre naciones, sino también una pugna entre modelos de orden mundial: unilateralismo vs. multilateralismo; hegemonía occidental vs. poder compartido; democracia liberal vs. autoritarismo estratégico.
Las palabras de Rubio no solo advertían sobre el posible fin de los intentos de mediación, sino también sobre el nuevo ciclo que podría comenzar sin ellos. Si EE.UU. se retira de la mesa de negociaciones, la diplomacia quedaría en manos de Europa... y tal vez de potencias emergentes como India o Turquía. O incluso, de manera indirecta, de China.
París fue solo la antesala. Londres podría ser el último intento. Si fracasa, el invierno de la paz podría prolongarse por años.
¿La pregunta ahora es: estamos listos para eso?