Los desastres invisibles: Cuando el fuego y el abandono gubernamental arrasan a las comunidades
El caso del incendio Mountain en California revela cómo miles de familias quedan excluidas del sistema de ayuda federal, enfrentando reconstrucción sin recursos, apoyo psicológico ni atención mediática.
Un incendio que el gobierno decidió no ver
En noviembre del año pasado, el incendio Mountain devoró 182 hogares y otras estructuras en el condado de Ventura, California. Para Hatim Naim y sus vecinos, ese día cambió sus vidas para siempre. Sin embargo, a diferencia de otros incendios masivos como los de Palisades y Eaton ocurridos en zonas de Los Ángeles, el Mountain Fire no fue declarado desastre mayor por el gobierno federal.
¿Y qué significa eso? Que no hay dinero de FEMA, ni asistencia inmediata en efectivo, ni programas de salud mental, ni servicios legales, ni permisos de reconstrucción agilizados. Esta exclusión deja a cientos de familias como la de Naim, un hombre de 60 años con esposa e hijos, en una suerte de limbo institucional, enfrentar una catástrofe sin el respaldo de su país.
La herida silenciosa del olvido institucional
“Perdí todo”, lamenta Naim. Su testimonio no es único. Keith y Rachel McNett también vieron su casa en llamas, en la localidad de Camarillo, apenas unos kilómetros al sur. “Sentimos que somos el incendio olvidado”, afirma Keith, reflejando un sentimiento que se extiende entre los 750 damnificados directos que dejó este evento.
El condado de Ventura, de perfil agrícola y con unos 835,000 habitantes, ha sido ignorado por las grandes redes de ayuda filantrópica y gubernamental. Vanessa Bechtel, directora ejecutiva de la Fundación Comunitaria del Condado de Ventura (VCCF), explica que es casi imposible reunir los fondos necesarios: “La diferencia entre lo que hicimos para los incendios con apoyo de FEMA y este… es abismal”.
Voluntarios donde debería haber Estado
Ante la ausencia de asistencia federal, la recuperación se ha apoyado en voluntarios y organizaciones comunitarias. Un punto clave ha sido el papel del Grupo de Recuperación por Desastre a Largo Plazo, que junto a VCCF y la línea 211 local, solo logró otorgar hasta $2,750 por hogar para necesidades urgentes. Muy lejos de los hasta $43,600 que brinda FEMA en desastres reconocidos.
Sin un programa oficial de gestión de casos, las familias son guiadas por personas sin experiencia profesional en trabajo social. Para remediar eso, Anne Whatley —la facilitadora del grupo— solicitó a ONGs nacionales involucradas en los incendios de Los Ángeles que les permitieran hacer piggyback (trabajo paralelo) en sus capacitaciones. “Estamos apelando a la colaboración porque no hay otra opción”, afirma.
El drama de reconstruir: entre altos costos y seguros impagables
La historia de Hatim Naim ilustra otro problema estructural: la inasequibilidad del seguro en California. Canceló su póliza tras ver cómo su prima anual se disparaba a $19,000; un costo que él pensaba que rápidamente escalaría a $40,000 al año siguiente. Optó por no asegurar… y la tragedia llegó cuatro meses después.
Como resultado, Naim ha tenido que pedir un préstamo de $600,000 a la Administración de Pequeños Negocios (SBA) para iniciar la reconstrucción. Este dilema se repite. Los McNett también recurrieron a un préstamo, ante el temor de que los 16,000 hogares destruidos en Los Ángeles encarezcan y ralenticen drásticamente la reconstrucción.
Desde 2020, los californianos inscritos en el FAIR Plan —el asegurador de último recurso del estado— más que se han duplicado, alcanzando 555,000 pólizas. Este plan, sin embargo, ofrece una cobertura mínima frente a los actuales costos de construcción y mano de obra, disparados por aranceles impuestos durante la presidencia de Donald Trump.
La aritmética del abandono federal
¿Por qué un desastre como el Mountain Fire no califica para la ayuda federal? Según Peter Gaynor, exadministrador de FEMA, “uno de cada cuatro desastres recibe una declaración federal de emergencia”, decisión que se basa en fórmulas económicas y cálculos burocráticos alejados de la experiencia vivida por las comunidades.
Chris Smith, exdirector del programa de Asistencia Individual de FEMA entre 2015 y 2022, señala que este tipo de desastres son los más dolorosos: “Aquellos que están más allá de la capacidad de respuesta de los gobiernos locales pero no lo suficientemente severos para el nivel federal son zonas de sufrimiento sin cobertura”.
Iniciativas estatales en la cuerda floja
Frente al vacío federal, el estado de California no ha estado a la altura, según el Supervisor del Condado Jeff Gorell. Ha solicitado al Gobernador Gavin Newsom extender a Ventura los beneficios otorgados a las víctimas de los incendios de Los Ángeles, como las exenciones de permisos ambientales y cubrir el 100% (y no solo el 75%) de los costos de remoción de escombros, estimados entre $5 y $7 millones.
En enero, la Junta de Supervisores del Condado respaldó un proyecto de ley encabezado por la legisladora Jessica Caloza, de Los Ángeles, para establecer un programa estatal de asistencia individual cuando FEMA no interviene. Arkansas, Iowa y Alaska tienen programas similares. “No podemos estar impotentes ante la falta de decisión federal”, dijo Gorell.
El renacer desde el tejido comunitario
Seis meses después del incendio, lo que los gobiernos negaron ha sido parcialmente reparado por la comunidad local. Más de 800 pequeños donantes han contribuido a la VCCF, y el proyecto Local Love organiza “tienditas gratuitas” que ofrecen desde utensilios de cocina hasta ropa de cama. Supervivientes de incendios anteriores comparten experiencia y consejos para reconstruir.
Además, se ha comenzado a movilizar a la comunidad de fe para “adoptar” hogares afectados y acompañarlos durante el proceso de recuperación. “Estamos descubriendo recursos que nunca habíamos aprovechado antes”, afirma Bechtel. Eso sí, advierte que la creatividad tiene límites ante catástrofes de esta magnitud.
Un futuro de catástrofes olvidadas si se desmantela FEMA
Según expertos, si continúan los recortes y se producen cambios estructurales como los que ha sugerido la administración Trump —incluido el desmantelamiento o reestructuración radical de FEMA—, casos como el del Mountain Fire serán cada vez más comunes. La probabilidad de que pequeños incendios, inundaciones o tormentas no reciban atención institucional va en aumento.
El incendio Mountain se convierte así en un símbolo de cómo las crisis de bajo perfil, sin nombre mediático ni cobertura masiva, pueden condenar a cientos de familias a una pobreza prolongada, donde la única ayuda es la que logran tejer con vecinos, fe y voluntarismo.
¿Dónde queda el contrato social cuando el desastre nos alcanza pero nadie viene al rescate?