El espejismo arancelario de Trump: ¿fortuna diaria o cifra inflada?
Una mirada crítica a los números detrás de los aranceles proclamados por el expresidente estadounidense y su impacto real en la economía
Donald Trump y su amor por los aranceles
Desde su campaña presidencial en 2016 hasta sus años en la Casa Blanca, Donald Trump no hizo ningún esfuerzo por ocultar su entusiasmo por los aranceles. Los presentó como una poderosa herramienta para generar ingresos, proteger la industria nacional y presionar a los socios comerciales de Estados Unidos. Durante su mandato, impuso tarifas a países aliados como Canadá y México, lo que desató controversias dentro y fuera de EE.UU.
En abril de 2025, durante una cena del National Republican Congressional Committee, Trump aseguró que gracias a los aranceles, Estados Unidos estaba recaudando “2.000 millones de dólares al día”. Pero, ¿es cierto este número? ¿Está el país viviendo una bonanza gracias a estas tarifas? O, más bien, ¿es otra exageración populista que no resiste el más mínimo análisis económico?
La realidad detrás del número mágico: $2.000 millones al día
Un rápido escrutinio de los datos oficiales y el consenso entre los economistas evidencia que esta cifra es, cuanto menos, exagerada. De acuerdo con las cifras de U.S. Customs and Border Protection (CBP), el promedio diario de recaudación por aranceles durante marzo de 2025 fue de aproximadamente $263.5 millones, muy lejos de los $2.000 millones proclamados por Trump.
El dato es consistente con los informes del Departamento del Tesoro, que muestran que en lo corrido del año fiscal 2025 —que inició el 1 de octubre bajo la administración Biden—, se han recogido $56.215 millones en customs duties y ciertos impuestos especiales, lo que equivale a unos $283.9 millones diarios.
Felix Tintelnot, profesor asociado de economía en la Universidad de Duke, fue tajante al declarar: “No se puede proyectar la recaudación arancelaria futura basándote solamente en el valor de las importaciones pasadas”. Y es que, como cualquier estudiante de economía sabe, cuando se aumentan los aranceles, también cambian los comportamientos de consumo e importación. Los productos importados se encarecen y, en consecuencia, su demanda baja, afectando directamente la cantidad de aranceles recolectados.
¿A quién afectan realmente los aranceles?
Hay una percepción errónea promovida frecuentemente por discursos políticos: que los aranceles los pagan los países extranjeros. Sin embargo, en la práctica, es el importador estadounidense —frecuentemente una empresa local— quien paga ese impuesto al ingresar los bienes al país.
Esto significa que, en la mayoría de los casos, la carga económica de los aranceles se traslada al consumidor final en forma de precios más altos. Así lo explica Ryan Monarch, profesor de la Universidad de Syracuse: “Es una mala suposición pensar que el consumo no cambia tras un aumento en los precios”.
En otras palabras, el intento proteccionista se convierte en una carga inflacionaria, aumentando el costo de vida para los americanos.
La cifra optimista de $2.000 millones: ¿de dónde sale?
Trump probablemente basa su número inflado en cómo funcionaría un sistema arancelario bajo supuestos ideales e irreales. Por ejemplo, usando la cifra de $3.3 billones en bienes importados durante el año fiscal 2024 y aplicando un arancel del 20%, teóricamente se generarían unos $660 mil millones en ingresos. Esto equivaldría a aproximadamente $1.8 mil millones diarios.
Pero esta estimación no toma en cuenta el impacto negativo que los aranceles tienen sobre el comercio y el consumo, ni cómo las empresas redireccionan sus compras a países con menor carga tarifaria. Como señala Robert Johnson, profesor de economía de la Universidad de Notre Dame: “Es casi seguro que estamos recaudando mucho menos”.
Los efectos macroeconómicos del proteccionismo
Un análisis más amplio permite ver que los aranceles, aunque pueden tener beneficios a corto plazo para ciertas industrias, tienden a perjudicar la economía en su conjunto. Según un estudio de principios de 2023 del Peterson Institute for International Economics, las guerras comerciales de Trump redujeron el ingreso familiar promedio en EE.UU. en más de $1.200 dólares al año.
- Las exportaciones disminuyen al imponerse represalias por parte de otros países.
- Se generan barreras comerciales innecesarias que perjudican a las cadenas de suministros globalizadas.
- Las inversiones extranjeras disminuyen ante la falta de previsibilidad normativa.
Incluso Wall Street reacciona con escepticismo. El 9 de abril, tras el anuncio de aranceles globales por parte de Trump, el mercado se desplomó, lo cual forzó al exmandatario a revertir varias de sus medidas menos de una semana después.
El contexto político: populismo económico
La retórica arancelaria de Trump responde también a un mensaje político simplificado. La promesa de “castigar” a otras naciones por robar empleos estadounidenses puede resonar en sectores desfavorecidos por la globalización, pero no se traduce necesariamente en mejoras económicas sostenibles.
Según encuestas del Pew Research Center, más del 60% de los estadounidenses cree que el libre comercio es beneficioso para el país. Aun así, el mensaje de autoprotección nacional es eficaz en campañas donde la simplificación de realidades económicas complejas se convierte en moneda de cambio electoral.
Lo que dice la historia: proteccionismo vs. crecimiento
La historia también tiene algo que aportar. La Ley Smoot-Hawley de 1930 es uno de los ejemplos más notorios de la aplicación masiva de aranceles: elevó las tarifas sobre más de 20.000 productos importados en un esfuerzo por proteger a los agricultores estadounidenses. El resultado: una guerra comercial global que agravó la Gran Depresión.
Expertos y académicos concuerdan que los paralelismos hoy son significativos. El aumento de los aranceles no solo afecta a los aliados comerciales, sino que también agrava las tensiones geopolíticas. Restablecer la confianza tardaría años incluso si las políticas cambian.
¿Cuál es el camino entonces?
En lugar de imponer aranceles unilaterales, la mayoría de los expertos recomienda:
- Modernizar los acuerdos comerciales multilaterales como la OMC y el TMEC.
- Fortalecer a los trabajadores y empresas locales incentivando la innovación y la capacitación.
- Negociar con inteligencia para obtener ventajas sin cerrar mercados.
Y, sobre todo, apegarse a los hechos y no a las fantasías numéricas. En la economía —mucho más que en la política— los datos importan.
Como lo resumió un editorial reciente del New York Times: “Los aranceles pueden ser una herramienta legítima, pero no una panacea. Pretender que generan miles de millones en riqueza sin consecuencias es más propio de la ficción que de la realidad”.