Caos en el gobierno de EE.UU.: Entre despidos masivos, controversias en salud y el regreso de la 'guerra al Estado profundo'

Trump sacude las instituciones federales mientras su administración impulsa medidas radicales en el IRS y la salud pública

Un mosaico de controversias sacude Washington

En las últimas semanas, una serie de decisiones tomadas por la administración de Donald Trump ha causado profunda preocupación entre expertos, trabajadores públicos y ciudadanos estadounidenses. Desde la abrupta destitución del comisionado interino del IRS, Gary Shapley, hasta el regreso de la polémica orden ejecutiva Schedule F —que amenaza la estabilidad del servicio civil— y el papel cuestionable del actual secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., en medio de un brote mortal de sarampión en Texas. Todo esto pinta una sombría imagen de cómo el poder ejecutivo de EE.UU. está siendo drásticamente reconfigurado.

Gary Shapley: De héroe republicano a figura caída

Apenas unos días después de haber sido ascendido como comisionado interino del IRS (Servicio de Recaudación de Impuestos), Gary Shapley fue destituido de su cargo. Shapley había sido una figura prominente durante las audiencias impulsadas por los republicanos, acusando que las investigaciones fiscales a Hunter Biden estuvieron manipuladas. Su remoción repentina y la instalación del Subsecretario del Tesoro Michael Faulkender en su lugar representan el cuarto cambio en la dirección del IRS desde que Trump retomó el poder en enero.

La New York Times reportó que el Secretario del Tesoro, Scott Bessent, se quejó directamente con Trump por la designación de Shapley, alegando que fue impulsada por el ahora influyente asesor, Elon Musk. Musk, quien lidera el Departamento de Eficiencia Gubernamental, ha chocado repetidamente con figuras clave del gabinete, buscando imponer una visión empresarial sobre el funcionamiento del Estado.

Como consecuencia del caos institucional, el IRS ha pausado temporalmente su plan de reducción de empleados, que preveía despedir a hasta 20,000 trabajadores —una cuarta parte de su plantilla total.

Schedule F: El arma de Trump contra el “Estado profundo”

Pero los cambios en el IRS son solo la punta del iceberg. Trump ha reactivado con fuerza una polémica medida conocida como Schedule F, una designación que permite a la administración reclasificar hasta 50,000 empleados federales y despojarlos de protecciones laborales bajo el sistema de servicios civiles.

La medida busca facilitar el despido de empleados que desempeñan funciones "de determinación o promoción de políticas" y representa un giro autoritario sin precedentes en la administración federal.

“Si estos trabajadores gubernamentales se niegan a avanzar con las políticas del Presidente o están involucrados en comportamientos corruptos, no deberían tener empleo,” declaró Trump en su red Truth Social. El argumento: hacer que el gobierno funcione más como una empresa.

No obstante, expertos y sindicatos rechazan esta lógica. Everett Kelley, presidente de la Federación Americana de Empleados del Gobierno, advirtió que esto “erosiona el sistema de contratación basado en méritos y socava el profesionalismo del servicio civil”.

La medida recuerda a varias intentonas autoritarias en contextos históricos similares, donde los gobiernos buscan subordinar el Estado a intereses partidistas.

Brotes de sarampión, desinformación y negligencia médica

Mientras el IRS y la burocracia federal son sacudidos, una crisis sanitaria se intensifica en Texas. Un brote de sarampión ha infectado a cientos de personas y ha cobrado la vida de al menos tres, incluidos dos niños.

En el epicentro del brote está el Dr. Ben Edwards, un médico que se ha hecho célebre por promover tratamientos no comprobados y que, escandalosamente, continuó atendiendo pacientes a pesar de haber contraído él mismo el sarampión. En un video divulgado por Children’s Health Defense —organización antivacunas anteriormente liderada por RFK Jr.—, Edwards afirmó: “Ayer fue un poco duro. Fiebre leve. Hoy me siento bien.”

Su decisión de atender pacientes, muchos de ellos sin síntomas aún, sin mascarilla y sin precauciones mínimas, ha sido calificada como “imprudente” e “irresponsable” por múltiples expertos en salud pública.

“Es increíblemente peligroso. No hay excusa para que un médico con sarampión esté en una clínica atendiendo a padres e hijos,” dijo Jessica Steier, directora de Science Literacy Lab.

A pesar de todo esto, el Secretario de Salud de EE.UU., Robert F. Kennedy Jr., visitó la clínica de Edwards el 6 de abril, elogiándolo como un “sanador extraordinario” y minimizando la crisis sanitaria.

Este tipo de intervenciones generan alarma, dado que Kennedy ha sido una figura prominente del movimiento antivacunas por más de una década. Aunque afirma no ser anticiencia, sus acciones dicen lo contrario. Según el Dr. Paul Offit —pediatra de renombre en Filadelfia—, “Kennedy ya no lidera Children’s Health Defense. Ahora es responsable de la salud de los niños de este país. Y no lo está actuando de esa manera.”

El brote de sarampión en Texas ha sido el peor en casi dos décadas, según datos del CDC, lo que refleja la peligrosa combinación de decisiones gubernamentales laxas y desinformación sistematizada sobre vacunas.

Un ecosistema de poder alineado y peligroso

Lo que une todas estas historias —el despido de Shapley, Schedule F, la crisis en la salud pública— no es solo el caos administrativo, sino una estrategia más amplia orquestada por figuras como Trump, Musk y Kennedy para realinear el aparato del Estado con una ideología populista, empresarial y, en muchos casos, ajena a la evidencia científica.

La salud pública y la función civil profesional —dos pilares esenciales para cualquier democracia avanzada— están siendo socavadas en nombre del control político. Y lo más alarmante es que estas medidas están avanzando con apoyo de ciertos sectores del gobierno y sin una resistencia institucional significativa.

Expertos en gobernanza advierten que un movimiento como Project 2025 —donde estas propuestas han sido bosquejadas desde hace años— busca instaurar una burocracia leal, purgada de profesionales “no alineados” con el partido en el poder. Una agenda que recuerda más a regímenes autoritarios que a democracias representativas.

¿Qué sigue para Estados Unidos?

No es exagerado afirmar que estamos presenciando un momento de redefinición del gobierno de los Estados Unidos. Con políticas de despidos masivos, crisis sanitarias gestionadas con negligencia y la politización del servicio civil, el país se encamina hacia una etapa incierta, donde la profesionalidad y la evidencia podrían perder terreno frente al dogmatismo político.

Y mientras todo esto sucede, los ciudadanos —aquellos que deberían ser los beneficiarios del sistema— son los más afectados por este reordenamiento institucional. Las preguntas que quedan en el aire son muchas, pero una destaca sobre todas: ¿quién gobierna realmente, y con qué legitimidad?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press