La batalla más grande del rap: ¿arte o difamación? El escándalo entre Drake, Kendrick Lamar y el Super Bowl

Una opinión sobre la polémica más mediática del hip hop moderno, los límites de la música y cómo el escenario del Super Bowl se convirtió en un campo de batalla lírico con consecuencias legales

El beef del siglo: Drake vs. Kendrick Lamar

La cultura del "beef" en el hip hop es tan antigua como el propio género. Desde las guerras líricas entre Tupac y Biggie hasta las rimas filosas entre Nas y Jay-Z, las disputas entre raperos han definido épocas y dejado huella en la historia de la música. Pero lo que está ocurriendo entre Drake y Kendrick Lamar va más allá de lo musical: se ha convertido en un conflicto legal, mediático y ético a escala global.

Todo estalló cuando Kendrick lanzó “Not Like Us”, un tema incendiario que contenía, según Drake, acusaciones falsas tan graves como insinuaciones de pedofilia. Lo que comenzó como intercambio de versos se transformó en una demanda por difamación de proporciones colosales.

¿Hasta dónde puede llegar un diss track?

La música ha sido históricamente un espacio para la catarsis, la denuncia y la expresión sin filtros. Pero, ¿qué ocurre cuando un artista considera que una canción trasgrede los límites del arte y se convierte en un ataque legalmente punible?

La controversia escaló cuando Kendrick interpretó el tema durante el show de medio tiempo del Super Bowl 2025, ante la audiencia más grande que jamás haya tenido dicho espectáculo: 133 millones de personas, según cifras de Nielsen. Aunque Kendrick omitió la palabra “pedófilo” en esa versión, lo cual fue notado por muchos, la demanda argumenta que dicha omisión confirma que el contenido es difamatorio.

Super Bowl: ¿arte performático o megáfono de ataques?

El medio tiempo del Super Bowl se ha convertido en una vitrina para declaraciones sociales, políticas y ahora, al parecer, personales. Desde el poderoso gesto de Beyoncé en 2016 evocando el movimiento Black Panthers, hasta el homenaje de Shakira y JLo a la cultura latina, el show ha sido epicentro de discusiones culturales profundas.

La actuación de Kendrick Lamar elevó esa vara aún más, transformando el escenario en una suerte de tribunal público contra Drake. Y este último no planea quedarse callado: su demanda contra Universal Music Group (UMG), discográfica de ambos artistas, sostiene que la empresa promovió activamente el tema y gestionó la participación de Lamar en el evento, lo que considera un acto de negligencia y complicidad en la difamación.

Drake contra su propia casa

Drake no ha demandado a Kendrick directamente, sino a Universal Music, una maniobra legal que llamó la atención por su osadía y por poner en riesgo una relación de 16 años con la multinacional. Según su abogado, Michael Gottlieb, “Drake expondrá la evidencia de la mala conducta de UMG, y se les hará responsables”.

El demandante argumenta que la publicación y promoción de “Not Like Us” llevó al tiroteo de un guardia de seguridad en su casa de Toronto, dos intentos de allanamiento, acoso en plataformas digitales y un impacto negativo sobre su reputación, justo cuando renegocia su contrato con la discográfica.

¿Arte libre o irresponsabilidad artística?

Universal Music respondió con dureza, tachando la demanda de "absurda" y señalando que Drake “participó voluntariamente en la batalla con sus propios temas incendiarios”. Esta postura plantea una pregunta ética clave: ¿cuánta responsabilidad tiene un artista por las consecuencias del contenido que produce?

En su intento por desacreditar la denuncia, UMG argumenta que Drake simplemente sufrió una “derrota lírica” y ahora busca venganza legal. Este argumento abre una grieta sobre el límite entre el orgullo artístico y la difamación real.

Mucho más que música: impacto en la cultura popular

La situación trasciende el ámbito musical. En redes sociales hay miles de comentarios que respaldan o critican a uno u otro artista, consolidándose en dos bandos polarizados. Para muchos, el disenso y la provocación son parte esencial del hip hop; para otros, hay líneas narrativas que simplemente no deben cruzarse, incluso bajo la bandera del arte.

La canción ganó cinco premios en los Grammy 2025, incluyendo canción y grabación del año, lo cual fue interpretado por Drake como una señal clara de que la industria está premiando —y amplificando— contenido difamatorio. Su demanda alega que UMG también influyó para que el tema fuera nominado y reproducido durante la ceremonia.

La vieja rivalidad: una década de tensión

Aunque fueron colaboradores esporádicos hace más de diez años, la antipatía entre ambos viene tomando fuerza desde 2013, cuando Kendrick lanzó versos puñal en el tema “Control”. Desde entonces, los dardos líricos han sido recurrentes.

Lo que diferencia esta disputa de otras es la manera en que pasó del mundo del hip hop a la esfera judicial, mediática y empresarial — todo en el contexto de una de las plataformas más visibles del mundo: el Super Bowl. En el track, Lamar rapea: “Say, Drake, I hear you like ’em young / You better not ever go to cell block one”. Aun cuando esta línea fue omitida en el show, su existencia permanece.

Libertad de expresión vs. integridad personal

La libertad de expresión es un pilar en la música, pero cuando esa expresión tiene consecuencias reales —como violencia, amenazas o pérdidas financieras—, la sociedad se enfrenta al complejo desafío de definir hasta dónde debe llegar la tolerancia.

¿Debe la música ser intocable, incluso cuando menciona acusaciones de peso judicial? ¿O deben los artistas rendir cuentas cuando sus palabras provocan caos fuera del estudio de grabación?

Este fenómeno no es nuevo. En 1991, la canción “Cop Killer” de Body Count causó controversia nacional y fue retirada del mercado por Warner Bros tras amenazas de boicot. En 2003, Eminem enfureció grupos de derechos humanos con letras sobre violencia doméstica, pero nunca enfrentó demandas por esas letras. ¿Estamos ahora en una era más sensible o más litigante?

Los Grammy, ¿vitrina neutral o parte del juego?

El hecho de que “Not Like Us” ganara múltiples premios Grammy también fue citado en la demanda como evidencia de complicidad institucional. En defensa del evento, la Academia no ha emitido comentarios oficiales, pero el hecho de que un tema tan controversial reciba los galardones más importantes plantea preguntas inevitables sobre los valores que promueve la industria.

¿Premian la calidad musical o las ventas y el impacto mediático? Muchos fans de Drake cuestionan cómo un tema con tales implicaciones ganó elogios mientras el artista supuestamente difamado enfrenta repercusiones en su vida privada.

¿El final de una época dorada?

Drake, con 38 años, cinco premios Grammy y un historial de récords en ventas y streaming, parece estar enfrentando uno de los desafíos más complicados de su carrera. Kendrick Lamar, ganador del Pulitzer en Música (2018) y con 22 Grammys, también está en el epicentro de un debate sobre lo que es y no es legítimo en el disenso artístico.

Lo que también está en juego es el modelo de negocios de la música mainstream, donde las disqueras financian contenidos que pueden resultar legalmente problemáticos —siempre y cuando produzcan números.

La gran pregunta: ¿quién gana realmente?

Mientras el caso sigue en tribunales, la batalla se libra también en redes sociales, notas de prensa, rankings de Billboard y despachos legales. Es posible que ninguno de los dos artistas gane nada concreto, excepto exposición masiva. Lo que está claro es que estamos frente a una paradoja moderna: los líos legales han llevado a la canción a más oídos que una campaña publicitaria convencional.

El hip hop, por su naturaleza, siempre será un espacio para confrontar, remover y exponer verdades incómodas. Pero cuando el micrófono se convierte en arma legal, surge una cuestión fundamental: ¿sigue siendo hip hop o ya es algo más?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press