Haití al borde del colapso humanitario: una crisis de hambre impulsada por la violencia y el abandono internacional
Más de 5.7 millones de haitianos enfrentan hambre severa mientras la inseguridad, el colapso económico y los recortes de ayuda internacional agravan una situación desesperada
PORT-AU-PRINCE – Haití, la nación más empobrecida del hemisferio occidental, se encuentra atrapada en una tormenta perfecta de violencia de pandillas, colapso económico y negligencia internacional que ha desembocado en una de las crisis alimentarias más graves del mundo. Un informe reciente de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (IPC, por sus siglas en inglés) señala que más de 5.7 millones de haitianos sufrirán hambre severa hasta junio de este año. Eso equivale a más de la mitad de la población del país.
Los números alarmantes que sacuden a Haití
La cifra representa un aumento de más de 300,000 personas desde 2024. Entre ellos, se estima que 8,400 personas refugiadas en albergues improvisados están en riesgo inminente de morir de hambre. Solo en 2014, apenas un 2% de los ciudadanos haitianos sufría de inseguridad alimentaria severa. Hoy, el país bordea el colapso humanitario.
"Hay días en que los niños solo comen pan y agua con azúcar", dijo Jackie Jean-Jacques, un padre de familia de 52 años que perdió su hogar por la violencia de las pandillas. Su testimonio refleja la pesadilla de cientos de miles. "Me duele verlos así", agregó.
Jean-Jacques solía trabajar como conductor de autobús. Hoy, teme ser atacado como otros transportistas que han sido víctimas de tiroteos. Su esposa intenta sostener a la familia vendiendo vasos plásticos y loncheras en la calle: "Eso no nos alcanza para comer".
Una red de asistencia bajo asedio
Históricamente, las agencias internacionales ofrecían ayuda alimentaria en albergues y comunidades vulnerables. Sin embargo, desde marzo de 2025, esa red ha comenzado a desintegrarse. La decisión del gobierno de Estados Unidos de terminar el 90% de los contratos de ayuda exterior de USAID ha tenido un impacto devastador.
Entre agosto de 2024 y febrero de 2025, la ONU estaba entregando alimentos a casi 977,000 personas por mes. Hoy, muchos de esos beneficiarios reciben la mitad de las raciones que antes.
UNICEF advirtió en abril que 2.85 millones de niños —un cuarto de la población infantil del país— enfrentan niveles constantemente altos de inseguridad alimentaria. Apenas el 4% de los 129,000 menores que necesita tratamiento urgente contra malnutrición severa lo ha recibido hasta la fecha.
El Programa Mundial de Alimentos (WFP por sus siglas en inglés) señaló que necesita con urgencia $53.7 millones de dólares para sostener sus operaciones durante los próximos seis meses. Su directora en Haití, Wanja Kaaria, lo expresó con contundencia: "Estamos luchando simplemente por no retroceder más en el frente del hambre".
El precio del caos: violencia, colapso económico e inflación galopante
Varias fuerzas convergen para formar esta catástrofe humanitaria. La inseguridad provocada por las pandillas, cuya violencia se ha extendido incluso a zonas rurales, obstaculiza la distribución de alimentos. El control de las principales carreteras por estos grupos ha prácticamente aislado a la capital, impidiendo el flujo normal de productos esenciales desde las zonas agrícolas.
Además, la inflación ha superado el 30% en los últimos meses, haciendo que productos básicos sean inalcanzables para muchos.
Jean Rose-Bertha, madre soltera de 40 años, también ha sentido el peso de la crisis. Expulsada de su casa por el avance de las pandillas, hoy vive en un refugio con sus dos hijos: "Ni siquiera puedo alimentarlos. A veces hago cosas que no debería para que coman", dice en referencia a la prostitución ocasional a la que se ve forzada.
Martin Dickler, director de la ONG CARE en Haití, alerta sobre el impacto desproporcionado en las mujeres: "Son ellas quienes enfrentan el peso de la supervivencia cotidiana. En tiempos de escasez, las mujeres muchas veces comen al final o no comen del todo", agregó.
¿Cómo se llegó a este punto?
La actual crisis no surgió de la noche a la mañana. En 2016, el huracán Matthew destruyó cosechas y medios de vida. Para 2018, ya más de 386,000 haitianos enfrentaban hambre severa. La cifra casi se ha multiplicado por 15 en menos de una década.
La salida de las tropas de paz de la ONU en 2017 dejó un vacío de poder que fue ocupado rápidamente por pandillas. Estas controlan barrios enteros de Port-au-Prince y se enfrentan entre sí por territorios, rutas de contrabando y zonas residenciales.
Las elecciones suspendidas, la falta de instituciones gubernamentales estables y la corrupción endémica han convertido a Haití en un estado fallido en términos prácticos. La falta de organización hace inviable incluso la más básica de las respuestas estatales a la crisis.
Abandono internacional y complicidad silenciosa
La comunidad internacional parece haber dado la espalda a la nación caribeña. El recorte masivo de fondos por parte del gobierno de Estados Unidos ha tenido un efecto dominó. Otras agencias han reducido personal y operaciones ante la incertidumbre financiera.
UNICEF reporta actualmente un déficit del 70% en su presupuesto destinado a Haití. El WFP también ha despedido a cerca de 200 empleados, un 40% de su fuerza laboral en el país.
"Las necesidades humanitarias son monumentales, pero la voluntad política y financiera para responder es inexistente", dijo un oficial de la ONU, que prefirió el anonimato.
Gritos silenciados: la vida en los refugios
En las oscuras y hacinadas instalaciones que ahora sirven como refugios improvisados, la desesperación es palpable. Lo que antes eran escuelas, centros comunitarios e incluso iglesias, ahora albergan hasta 80 personas en una sola aula. Las condiciones sanitarias son precarias, el agua escasea y los brotes de enfermedades respiratorias y gastrointestinales son frecuentes.
Niños desnutridos deambulan sin energía, mientras madres afligidas buscan trabajo u organizan pequeñas ventas informales para intentar conseguir algo de arroz o harina.
"Ya no lloran. Solo se quedan callados. Es como si estuvieran resignados", explica Rose-Bertha sobre sus hijos.
¿Hay esperanza para Haití?
La respuesta involucra múltiples capas. En el corto plazo, se requieren fondos urgentes para que los organismos humanitarios puedan actuar. En el mediano y largo plazo, se necesita un renovado esfuerzo internacional para restaurar instituciones públicas, desarmar a las pandillas y estabilizar la economía.
Organizaciones como CARE, Oxfam y Médicos Sin Fronteras han pedido a organismos multilaterales y a los países donantes que aumenten su compromiso con Haití. "No podemos dejar que una generación completa de haitianos desaparezca en el hambre y la desesperación", afirmó Dickler.
Sin embargo, mientras no haya voluntad política interna acompañada de un respaldo sostenido internacional, Haití continuará descendiendo hacia el abismo.
El mundo no puede seguir ignorando a Haití. La catástrofe no está a la vuelta de la esquina; ya ha comenzado.