Entre el terrorismo, el crimen doméstico y la seguridad aérea: Estados Unidos y sus heridas latentes
Tres historias recientes revelan fisuras en la seguridad nacional, la justicia y la protección de víctimas; ¿qué nos dicen estos casos sobre el verdadero estado de la seguridad en EE.UU.?
Por años, Estados Unidos ha sido considerado un bastión de seguridad, una nación con sólidas instituciones judiciales y férreos protocolos antiterroristas. Sin embargo, una mirada a tres acontecimientos recientes pone en tela de juicio esa reputación y deja al descubierto los vacíos estructurales que aún persisten en temas cruciales como terrorismo interno, violencia de género y seguridad aérea.
Un adolescente afgano y un complot terrorista en plena jornada electoral
Abdullah Haji Zada, un joven de 18 años nacido en Afganistán y residente en Moore, Oklahoma, se declaró culpable de conspirar para llevar a cabo un atentado terrorista durante las elecciones en Estados Unidos. Zada, arrestado cuando tenía 17 años, admitió haber recibido un arma de fuego y municiones con la intención de usarlas en una masacre.
Según los fiscales federales, Zada y su presunto cómplice, Nasir Ahmad Tawhedi, un exagente de seguridad de una base militar estadounidense en Afganistán, planearon obtener rifles de asalto AK-47 para atacar multitudes el día de las elecciones. Tawhedi enfrenta cargos por conspiración y por intentar proporcionar apoyo material al Estado Islámico (ISIS).
Lo alarmante no es solo el acto planificado, sino el perfil de los involucrados: un menor inmigrante radicalizado y un exaliado de las fuerzas estadounidenses en Afganistán. Esto lanza una seria advertencia sobre los mecanismos de detección de amenazas internas en comunidades menos vigiladas.
Además, Zada aceptó ser deportado una vez cumpla su sentencia, que podría alcanzar 15 años en prisión y una multa de hasta $250,000.
Una tragedia anunciada: el feminicidio disfrazado de acoso
En Denver, Colorado, Daniel Krug, de 44 años, fue hallado culpable de asesinar a su esposa, Kristil Krug, una ingeniera bioquímica, luego de urdir un plan elaborado en el que él mismo se hizo pasar por su exnovio para acosarla digitalmente.
Krug, al enfrentar un matrimonio en crisis, diseñó una narrativa en la que su esposa era víctima de amenazas anónimas. Según los fiscales, su intención era fingir ser el héroe salvador para reconquistarla; sin embargo, al ver que podía ser incriminado, optó por asesinarla brutalmente el 14 de diciembre de 2023.
Kristil había reportado meses antes el acoso y llevaba registro de los mensajes. El asesinato evidencia múltiples fallos del sistema: desde la falta de protección estatal a mujeres que denuncian acoso, hasta fallas en la investigación policial, que, según la defensa, nunca examinó su celular ni halló pruebas directas incriminatorias.
A pesar de esto, la fiscalía presentó suficientes pruebas circunstanciales, como cuentas de correo creadas desde el trabajo de Krug y un teléfono prepagado vinculado indirectamente a él. Un feminicidio enmarcado en manipulación psicológica y corrupción de evidencia que plantea serias dudas sobre la respuesta institucional frente a señales previas de violencia de género.
La seguridad aérea bajo escrutinio: incendio en vuelo de Southwest Airlines
El pasado jueves, un vuelo de Southwest Airlines con destino a Cabo San Lucas, México, tuvo que regresar de emergencia al aeropuerto Hobby en Houston tras incendiarse uno de sus motores.
El incidente, ocurrido alrededor de las 11:15 de la mañana, no produjo heridos, pero encendió las alarmas sobre un sistema aéreo que enfrenta una creciente serie de percances. El motor en llamas también provocó un pequeño incendio en el pasto cercano a la pista, rápidamente controlado por bomberos.
Los 134 pasajeros fueron evacuados por el personal de vuelo, según informó la Administración Federal de Aviación (FAA), que aún investiga las causas del siniestro.
El hecho se inscribe en una serie de problemas recientes en la aviación comercial estadounidense que, aunque sigue siendo el medio de transporte más seguro estadísticamente, ha perdido confianza pública debido a fallos de mantenimiento, errores humanos e incluso el estrés post-pandemia que ha afectado operativamente al personal aéreo.
“Nada es más importante para Southwest que la seguridad de nuestros clientes y empleados”, dijo la aerolínea en su comunicado. Pero estas palabras suenan huecas ante eventos que exponen vulnerabilidades técnicas que podrían haber terminado en tragedia.
Tres caras distintas, una misma fractura sistémica
Los tres casos representan escenarios diferentes {—} terrorismo, violencia doméstica y fallas en la aviación {—} pero todos exponen un patrón común: las grietas en los sistemas de prevención y respuesta estadounidense.
- Terrorismo interno: la radicalización de individuos jóvenes en sectores vulnerables y la utilización de sistemas de comunicación criptográficos dificultan la identificación de amenazas latentes en comunidades no tradicionalmente vigiladas.
- Violencia de género e institucional: la historia de Kristil Krug no es aislada. Según el National Institute of Justice, el 54% de las mujeres asesinadas por su pareja habían denunciado previamente algún tipo de acoso o violencia. La impunidad y la falta de acción policial son, en muchos casos, cómplices del crimen final.
- Seguridad aérea: aunque la FAA asegura que volar es seguro, la percepción ciudadana se erosiona cuando incidentes como el del vuelo de Southwest se suman a una larga lista de problemas técnicos, vuelos cancelados y presión sobre las aerolíneas comerciales para operar con presupuestos recortados.
¿Seguridad o ilusión de seguridad?
Estos hechos recientes obligan a replantear una pregunta crucial: ¿Está realmente Estados Unidos tan seguro como aparenta o simplemente vivimos bajo una ilusión bien organizada?
En el caso del terrorismo, no basta con vigilar al exterior. Las amenazas internas se gestan a partir de vacíos sociales, falta de integración, racismo invisible y alienación generacional. Los jóvenes como Zada se vuelven presas fáciles de ideologías extremas cuando no encuentran un sentido de pertenencia o dirección.
En cuanto a los feminicidios, aún estamos lejos de sistemas que otorguen respuestas rápidas y efectivas a mujeres en peligro. Las órdenes de protección suelen ser simples papeles sin ejecución real, y la revictimización institucional agrava la crisis.
Finalmente, en la aviación, casos como el incendio del motor pueden parecer aislados, pero si se consideran junto a otras fallas recientes documentadas por el National Transportation Safety Board (NTSB), se hace evidente que hay un problema estructural de mantenimiento, instrucción técnica y monitoreo a gran escala.
Lo que estos casos traen a la luz —más allá del sensacionalismo noticioso— es un tema serio: la necesidad urgente de revisar protocolos, asumir responsabilidad y, sobre todo, mantener una vigilancia ciudadana activa. En una era de amenazas complejas, la seguridad no puede ser solo un eslogan.