Bombardeos en Yemen y Siria: el legado de una guerra sin rostro

Una mirada crítica a la campaña militar estadounidense contra los hutíes y el retiro parcial de tropas en Siria bajo la administración Trump

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Desde los ataques aéreos en Yemen hasta la retirada parcial de tropas en Siria, la política exterior estadounidense en Medio Oriente continúa siendo un ajedrez geopolítico envuelto en fuego.

Un ataque letal en Ras Isa: ¿objetivo militar o masacre civil?

La madrugada del viernes dejó al mundo atónito tras los reportes de un ataque aéreo llevado a cabo por el mando central del ejército estadounidense (CENTCOM) en el puerto petrolero de Ras Isa, controlado por los rebeldes hutíes en Yemen. Según cifras proporcionadas por el canal satelital al-Masirah, vinculado a los hutíes, el bombardeo dejó 20 muertos y 50 heridos.

Este ha sido el ataque más mortífero registrado en la reciente campaña estadounidense en Yemen desde marzo. Aunque el Pentágono confirmó la operación, no reconoció bajas civiles, limitándose a declarar que el objetivo eran infraestructuras de combustible que financiaban a "terroristas respaldados por Irán”.

El bombardeo provocó una explosión masiva y enormes incendios, lo que fue corroborado por imágenes satelitales de la NASA. El puerto de Ras Isa, situado en la gobernación de Hodeida, es vital no solo por su infraestructura petrolera, sino por ser la terminal de un oleoducto que conecta con la rica región de Marib.

¿Quiénes son los hutíes y por qué son el objetivo?

Los hutíes son un grupo insurgente chií de la región norteña de Yemen, influenciado y apoyado por Irán. Desde que tomaron el control de la capital, Saná, en 2015, han estado en guerra con el gobierno exiliado de Yemen, apoyado por una coalición liderada por Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.

Estados Unidos sostiene que las operaciones en Ras Isa y otros puntos estratégicos son parte de un esfuerzo por frenar operaciones hutíes que incluyen ataques a embarcaciones mercantes en el mar Rojo y estructuras navales de Israel, esta última como respuesta a los bombardeos en Gaza.

Desde noviembre de 2023 hasta enero de 2024, los hutíes atacaron más de 100 barcos mercantes, hundiendo dos y provocando la muerte de cuatro marineros. Estos actos han sido considerados como terrorismo marítimo y han provocado una respuesta militar intensificada por parte de Estados Unidos.

Una guerra regional con múltiples frentes

La ofensiva estadounidense en Yemen no puede entenderse sin analizar el contexto regional. La estrategia también parece ser un movimiento de presión contra Irán, cuyo programa nuclear ha ganado velocidad en los últimos meses.

Además, con el conflicto en Gaza y las tensiones con Hezbollah en Líbano, el mapa geopolítico de Medio Oriente es nuevamente un hervidero. Israel ha llevado a cabo sus propios bombardeos contra objetivos hutíes, afirmando eliminar amenazas a su seguridad nacional tras anuncios hutíes de atacar barcos "israelíes".

Otra cara del conflicto: la retirada de tropas en Siria

Mientras lanza bombas en Yemen, la administración Trump ha ordenado el retiro de unos 600 soldados estadounidenses en Siria, reduciendo su presencia a menos de 1.000 efectivos, según fuentes del Pentágono.

Estas tropas han sido esenciales no solo en la lucha contra el Estado Islámico (ISIS), sino también como contrapeso ante los intereses de Turquía e Irán en la región. La retirada, aunque parcial, recuerda el polémico intento de Trump en su primer mandato por abandonar Siria, lo que llevó a la renuncia del entonces secretario de Defensa, Jim Mattis.

Este giro estratégico llega tras meses de ataques dirigidos hacia bases militares estadounidenses en Irak y Siria por parte de milicias respaldadas por Irán, iniciados tras el ataque de Hamas a Israel el pasado 7 de octubre de 2023.

¿Política o militarismo? Las implicaciones de un cambio de enfoque

Los últimos movimientos militares de Estados Unidos reflejan una transición preocupante de operaciones quirúrgicas a campaña sostenida. Un análisis de los ataques realizados desde marzo de 2025 muestra que Washington ha pasado de atacar lanzaderas de misiles hutíes a bombardear ciudades y supuestos altos mandos del movimiento.

Esto pone en duda la legitimidad internacional de estas acciones, dadas las altas bajas civiles y la falta de verificación pública de los objetivos. Incluso la ONU y diversas ONG han expresado su preocupación por posibles violaciones del derecho internacional humanitario.

La presión diplomática y el impacto humanitario

A la par de los ataques, el Departamento de Estado de EE.UU. advirtió el 9 de abril que cualquier país o empresa comercial que cooperara con los hutíes, incluyendo en la importación o exportación de petróleo, sería sancionado. Esto no solo penaliza a actores internacionales, sino que agrava el bloqueo económico y la ya frágil situación humanitaria en Yemen.

Según UNICEF y organizaciones como Médicos Sin Fronteras, más del 80% de la población yemení depende de ayuda humanitaria. Los ataques al puerto de Ras Isa no solo afectan al grupo armado, sino a millones de civiles que ya carecen de acceso a combustible, medicinas y agua potable.

¿Cambio de doctrina militar?

Si bien el presidente Trump siempre ha sostenido una retórica más agresiva en política exterior, lo que ocurre desde marzo parece una consolidación de doctrinas de bombardeo preventivo y retaliación extraterritorial. A diferencia de la administración Biden, que optó por precisión limitada, el nuevo enfoque implica un uso más amplio y mortal de la fuerza aérea.

Además, se suma la nueva funcionalidad de estos ataques como elemento de presión diplomática contra Irán respecto a su programa nuclear, y como recordatorio del poderío militar estadounidense en un período marcado por tensiones globales entre potencias.

La guerra sin fin

Irónicamente, mientras el conflicto con los hutíes se intensifica y la presencia militar estadounidense se reduce en Siria, la región parece no moverse hacia la paz, sino hacia una perpetuación del caos armado. La retirada parcial en Siria podría vulnerar la seguridad de los kurdos -aliados clave de EE.UU.- y reencender brotes de violencia de ISIS o grupos afines.

La ofensiva en Yemen, con su perfil de “eliminación de recursos”, se convierte en un punto crítico de debate entre necesidad militar y abuso de fuerza. Si algo sostiene el telón de fondo de esta narrativa, es la tragedia humanitaria que sigue acumulándose en una región desgarrada por poderes externos.

“Esta agresión totalmente injustificada representa una violación flagrante de la soberanía y una agresión directa al pueblo yemení”, declaró el grupo hutí tras los ataques. Mientras tanto, la infraestructura crítica del país sigue cayendo bajo bombas que no distinguen entre combatiente y civil.

En un paisaje bombardeado tanto por misiles como por decisiones políticas, la pregunta sigue siendo: ¿cuánto más durará esta guerra sin rostro para los millones atrapados en medio del fuego cruzado?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press