Tensiones al límite: Corea del Norte, EE. UU. y el juego peligroso de la disuasión nuclear

La península coreana vuelve a ser epicentro de la escalada militar entre Pyongyang y Washington. ¿Hasta dónde puede llegar esta confrontación estratégica antes de un punto sin retorno?

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Corea del Norte ha vuelto a levantar la voz, y esta vez con una amenaza explícita de represalias tras el reciente despliegue de bombarderos estratégicos estadounidenses B-1B sobre Corea del Sur. Este acto forma parte de un ejercicio militar conjunto que, si bien es descrito por Washington y Seúl como disuasorio, es percibido por Pyongyang como un entrenamiento de invasión directa.

Una historia repetida: ejercicios conjuntos y respuestas bélicas

Los ejercicios militares entre Estados Unidos y Corea del Sur son una práctica regular y clave en la alianza entre ambos países, especialmente enfocados en contener la amenaza nuclear norcoreana. Sin embargo, el régimen de Kim Jong Un los interpreta como provocaciones directas.

El Ministerio de Defensa surcoreano describió el ejercicio con los B-1B como una demostración del "potencial de disuasión combinada" frente al avance nuclear del Norte. Pero un portavoz de Defensa norcoreano afirmó en medios estatales que esta acción representaba una "grave provocación" y una "amenaza abierta" para la seguridad de su país.

¿Por qué los B-1B son tan polémicos? El B-1B Lancer no es un bombardero cualquiera. Aunque no está diseñado para transportar armamento nuclear (tras su conversión en los años 90 para cumplir con los tratados START), puede cargar una cantidad masiva de municiones convencionales, haciendo de su uso un gesto altamente simbólico y estratégico.

La retórica de Kim Jong Un: reacción o estrategia?

El régimen norcoreano ha emitido comunicados con tono beligerante, asegurando que repelerá los intentos de "fijar permanentemente elementos de inestabilidad maligna" en la región. Aunque estas palabras parecen alarmistas, forman parte de una narrativa que Corea del Norte ha sostenido durante décadas.

Sin embargo, la situación actual es más tensa que en ciclos anteriores debido a la profundización de la cooperación militar entre Seúl y Washington y a la intensificación del desarrollo armamentístico por parte de Pyongyang, incluyendo lanzamientos de misiles hipersónicos y navales en los últimos años.

Freedom Flag: el ejercicio que enciende más la mecha

Como si lo anterior no fuera suficiente, Corea del Sur anunció el inicio de su ejercicio bianual "Freedom Flag" con presencia de 90 aeronaves y otras unidades aéreas de ambas naciones aliadas. Estos ejercicios se extenderán por dos semanas y buscan fortalecer la interoperabilidad militar ante escenarios de conflicto.

Para Corea del Norte, esto representa una amenaza directa. Pyongyang, como es habitual, podría responder con nuevas pruebas misilísticas para reafirmar su capacidad de contraataque.

Cooperación y polarización: el tablero geopolítico en Asia

Esta nueva escalada se da en el contexto de un entorno cada vez más polarizado. Desde el inicio de la guerra en Ucrania, Corea del Norte ha estrechado lazos con Rusia, suministrando armamento y expresando su respaldo a Moscú en diversos foros diplomáticos. A cambio, ha recibido apoyo simbólico -y posiblemente técnico- para continuar fortaleciendo su arsenal.

Por otro lado, Estados Unidos ha buscado ampliar su influencia en Asia no solo con Corea del Sur, sino también con Japón, Filipinas, Australia e incluso con Vietnam, país históricamente más cercano a China. Esto forma parte de la estrategia de contener la influencia de China y de sus aliados, entre ellos, Corea del Norte.

Trump y su retórica ambigua: ¿un interlocutor de vuelta?

En una reciente declaración, el expresidente Donald Trump volvió a alabar al líder norcoreano Kim Jong Un, calificándolo como "muy inteligente", y afirmando que ambos mantienen una "buena relación". Trump incluso mencionó que había "comunicación", aunque no existen indicios públicos de contactos formales recientes.

Durante su presidencia, Trump fue el primer mandatario estadounidense en pisar suelo norcoreano en un encuentro histórico en 2019. Sin embargo, todas las negociaciones con el régimen de Kim fracasaron en el largo plazo al no encontrar un punto de acuerdo sobre la desnuclearización.

¿En qué punto está la amenaza nuclear norcoreana?

Desde 2006, Corea del Norte ha llevado a cabo seis pruebas nucleares, la última y más poderosa en 2017, con una bomba de hidrógeno que generó una explosión estimada en 250 kilotones.

El país también ha probado misiles balísticos intercontinentales (ICBM) capaces de alcanzar el territorio continental de Estados Unidos, según cálculos de expertos militares. El Hwasong-17, por ejemplo, podría transportar múltiples cabezas nucleares y cubrir un rango superior a los 15,000 kilómetros.

Actualmente, se estima que Corea del Norte posee entre 40 y 60 armas nucleares, y suficiente material fisible para muchas más, según el Boletín de los Científicos Atómicos (Bulletin of the Atomic Scientists).

Diplomacia en pausa: ¿hay vuelta atrás?

La diplomacia con Corea del Norte se ha estancado desde 2019. La administración Biden ha ofrecido diálogo sin condiciones previas, pero Pyongyang lo ha ignorado, exigiendo el fin de las sanciones multilaterales y la retirada de tropas estadounidenses de la península coreana como precondición.

Mientras tanto, la posibilidad de un nuevo ensayo nuclear norcoreano sigue latente, según informes de inteligencia de Corea del Sur y Japón. Esto elevaría la tensión a niveles nunca vistos desde los años 90.

El factor China: el gigante silencioso

China, el principal socio comercial y estratégico de Corea del Norte, ha mantenido un papel ambiguo. Si bien llama regularmente al "diálogo y la estabilidad", también ha vetado en el Consejo de Seguridad de la ONU nuevas sanciones contra Pyongyang.

Pekín tiene interés en mantener la península en un estado de tensión controlada: lo suficiente como para desviar la atención de EE. UU. de Taiwán, pero no tanto como para provocar un conflicto descontrolado que arrase con sus fronteras.

Un escenario de alto riesgo

La reiteración de estas prácticas militares, unida al endurecimiento de posición en ambos bandos, configura un escenario donde bastaría un error de cálculo —un misil cruzando territorio equivocado, un avión derribado, una frontera malinterpretada— para detonar una crisis internacional de gran escala.

¿Está el mundo preparado para una escalada nuclear en Asia? La respuesta no parece clara, pero sí es evidente que la península coreana se mantiene como uno de los puntos más volátiles y sensibles del globo. Y con cada maniobra militar o amenaza verbal, se avanza un paso más cerca al abismo.

¿Y la población civil?

En medio de los discursos y ejercicios bélicos, la población civil en Corea del Sur vive con resignación una amenaza que se ha vuelto casi parte del paisaje. Sirenas de emergencia, simulacros de evacuación e instrucciones para refugiarse en metro o edificios públicos forman parte de la rutina, especialmente en Seúl, a menos de 40 km de la frontera norcoreana.

Para los norcoreanos, el aislamiento informativo es casi total. Pero entre la población hay cada vez más señales de desgaste económico, hambrunas estacionales y represión política brutal. Una guerra abierta traería desgracias incalculables para ambos lados.

La cuerda floja internacional: ¿puede la ONU hacer algo?

Históricamente, el Consejo de Seguridad ha aprobado numerosas sanciones contra Corea del Norte. Pero los vetos recurrentes de Rusia y China han neutralizado nuevas medidas en años recientes.

Organismos como el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) siguen sin acceso al país, lo que impide verificar avances o retrocesos en materia nuclear. La comunidad internacional, abrumada por Ucrania y Gaza, parece hoy más inefectiva frente al desafío coreano.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press