Caos en Ucrania: ataques deliberados, treguas rotas y la estrategia bélica rusa

Bombardeos y tácticas para obstaculizar los rescates revelan una cruenta escalada en la guerra entre Rusia y Ucrania

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La guerra en Ucrania está muy lejos de concluir. Pese a los acuerdos recientes sobre cese al fuego limitado en infraestructuras energéticas, los hechos muestran una realidad muy distinta. Los intensos ataques de las fuerzas rusas —como los lanzamientos de bombas planeadoras y rondas de artillería contra la ciudad de Jersón— revelan una estratégica brutal: obstaculizar rescates, sembrar terror y desgastar la resiliencia ucraniana.

Jersón: el blanco más reciente de la artillería rusa

En la mañana del miércoles, la ciudad de Jersón fue blanco de bombas planeadoras rusas, una clase de munición guiada con precisión. Luego, cuando los equipos de emergencia acudieron a ayudar a las víctimas, fueron atacados con artillería pesada. El jefe regional ucraniano, Oleksandr Prokudin, denunció públicamente la táctica como un intento deliberado de dañar no solo a los civiles heridos, sino también a médicos, rescatistas e incluso a la policía.

El ataque dejó un saldo preliminar de una persona muerta y cinco heridas, afectando también estructuras civiles como un supermercado, un complejo deportivo, edificios residenciales y varios vehículos.

Sumy: el Domingo de Ramos más sangriento

Unos días antes, el 13 de abril (Domingo de Ramos), la ciudad de Sumy, cercana a la frontera rusa, vivió el ataque más letal del año en territorio ucraniano. Dos misiles balísticos impactaron la ciudad, dejando al menos 35 muertos y más de 100 heridos. Rusia afirmó —sin presentar pruebas— que el objetivo era una reunión de altos mandos militares ucranianos. Sin embargo, gran parte de las víctimas eran civiles.

Este ataque subraya la disonancia entre los discursos diplomáticos y la realidad en el campo de batalla. Y pone en jaque la credibilidad de los compromisos asumidos por ambas partes.

Tregua energética limitada: ¿un acuerdo fantasma?

En marzo, Moscú y Kiev acordaron una pausa de 30 días en los ataques contra infraestructuras energéticas. Sin embargo, desde entonces ambos bandos se han acusado mutuamente de violaciones continuas al pacto. Las diferencias se concentran en la fecha exacta del inicio del alto el fuego, un tecnicismo que da pie a ataques constantes bajo el pretexto de que la otra parte “ya rompió” la tregua.

La estrategia de confundir los términos de un acuerdo para justificar ofensivas no es nueva en la historia militar, pero en un conflicto como el ucraniano puede tener consecuencias devastadoras para una población civil ya extremadamente vulnerable.

La táctica del caos calculado

El reciente ataque a Jersón simboliza una metodología empleada cada vez más por las fuerzas rusas: atacar un objetivo civil y emboscar a los rescatistas. Este patrón no solo es cruel desde una perspectiva humanitaria, sino que también va en contra del Derecho Internacional Humanitario, que estipula la protección de civiles, trabajadores médicos y humanitarios.

Los analistas coinciden en que esta táctica obedece a una lógica militar clara: disuadir la intervención inmediata tras un ataque, causar más bajas y sembrar el miedo permanente entre quienes deben prestar ayuda.

La ventaja táctica rusa en el terreno

Actualmente, el frente de batalla entre Rusia y Ucrania se extiende a lo largo de más de 1,000 kilómetros. Las fuerzas rusas han ganado posiciones en varias secciones y, según fuentes ucranianas, se preparan para una nueva ofensiva que les permita ganar terreno y fuerza diplomática.»

El vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, fue preguntado si Rusia planea seguir acogiéndose al cese al fuego limitado. Su respuesta fue evasiva: “La decisión será tomada más adelante”. Lo que parece indicar que las fuerzas rusas mantendrán su postura de atacar cuando lo consideren conveniente, especialmente si pueden explotar ambigüedades en los acuerdos.

Crónica de una ruptura anunciada

La negativa de Rusia a aceptar un alto el fuego más amplío propuesto por Estados Unidos y respaldado por Ucrania complica aún más el panorama. Moscú impuso condiciones inaceptables para Kiev: detener su movilización militar y cesar la recepción de armas de Occidente. Condiciones que equivalen, en términos prácticos, a un desarme unilateral.

“Es claro que Rusia no busca la paz, sino una rendición”, afirman analistas desde el Instituto Internacional para Estudios Estratégicos (IISS). Este tipo de condicionamientos reflejan más una táctica para dilatar las negociaciones que un verdadero interés en cesar las hostilidades.

Ucrania en alerta ante una nueva ofensiva

La inteligencia ucraniana ha advertido repetidamente que Moscú se prepara para un nuevo embate. Esta ofensiva, que podría ocurrir en las regiones del este que aún mantiene parcialmente bajo control, buscaría no solo avances militares, sino también posicionarse con ventaja ante futuras mesas de negociación.

El patrón es predecible pero eficaz: aumentar la presión en múltiples frentes, socavar la moral civil y militar ucraniana, y luego proponer tratados desde una posición de fortaleza.

Drones, la guerra aérea silenciosa

Mientras tanto, Rusia afirma haber derribado 26 drones enviados por Ucrania el mismo miércoles en varias regiones rusas. Este tipo de ataques, aunque menos visibles que los bombardeos aéreos con misiles, representan un nuevo capítulo en la guerra. Los drones se han convertido en armas baratas, versátiles y letales que permiten hacer daño tras enemigo sin exponer directamente a tropas.

Estos intercambios tecnológicos, lejos de ser anecdóticos, marcan la evolución bélica hacia una nueva era: la de la guerra de bajo costo y alto impacto.

Impacto humanitario: más allá de las cifras

De acuerdo con la ONU, más de 10.000 civiles han muerto desde el inicio de la guerra en febrero de 2022. Además, hay más de 6 millones de refugiados ucranianos en Europa y otros 5 millones desplazados dentro del país.

Las cifras son contundentes, pero detrás de ellas hay rostros, familias, sueños destruidos. Los ataques a hospitales, supermercados, escuelas y viviendas convierten cada día en un reto para sobrevivir. Incluso las celebraciones religiosas, como ocurrió durante el Domingo de Ramos en Sumy, no están exentas de la violencia.

Las palabras vacías de las potencias

Mientras tanto, los discursos desde Moscú, Washington, Bruselas o Pekín siguen girando en torno a intereses estratégicos, sanciones, apoyo logístico o llamados a la paz. Pero sobre el terreno, los ataques, muertes y desplazamientos no cesan.

Está claro que, sin una presión internacional real y mecanismos verificables de monitoreo, cualquier acuerdo o tregua será papel mojado.

¿Cuál es el camino hacia la paz?

Las condiciones para una paz duradera siguen lejanas. Ucrania no aceptará ninguna rendición parcial, y Rusia no parece dispuesta a detener su intento de anexión territorial y expansión de influencia. La comunidad internacional debe pasar de los discursos a la acción concreta: reforzar mecanismos de verificación, aumentar la ayuda humanitaria y sancionar con severidad los ataques a civiles.

En un conflicto donde impera la lógica del poder y la manipulación de las normas internacionales, solo una respuesta colectiva fuerte puede detener la espiral descendente en la que se encuentra Ucrania.

Fotografía: Al menos una persona murió y otras tres resultaron heridas tras un ataque ruso con bombas planeadoras y artillería en la ciudad ucraniana de Jersón.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press