Autismo en aumento en EE.UU.: ¿Estamos ante una epidemia olvidada?
Con 1 de cada 31 niños diagnosticados con autismo, Robert F. Kennedy Jr. promete cambios radicales en la investigación y enfoque del gobierno estadounidense
¿Qué está pasando con el autismo en Estados Unidos? Esta es una pregunta que se han hecho muchas familias, educadores, médicos y científicos a medida que aumentan las cifras y los diagnósticos relacionados con este complejo trastorno del desarrollo neurológico. El secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., rescató este debate del silencio oficial, al declarar recientemente que los casos están repuntando de forma preocupante y que su administración encontrará las causas.
De acuerdo con el último informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), aproximadamente 1 de cada 31 niños en EE.UU. fue diagnosticado con autismo en 2022. Esta cifra sube desde 1 de cada 36 en 2020, y representa una tendencia de crecimiento constante que llama a reflexión. ¿Qué hay detrás de este aumento? ¿Es el autismo una epidemia invisible?
Una preocupante tendencia al alza
Es importante dejar claro que el Trastorno del Espectro Autista (TEA) no es una enfermedad, sino un conjunto de condiciones neurológicas que afectan el desarrollo del cerebro, modificando la manera en que una persona percibe el mundo y se relaciona con él. El autismo es diverso: una persona puede estar levemente afectada mientras que otra puede requerir apoyo especializado a lo largo de su vida.
Sin embargo, el aumento sostenido de casos no puede ser ignorado. Según los CDC, que realizaron el seguimiento de expedientes médicos y escolares de niños de 8 años en 14 estados y Puerto Rico, el número ha aumentado exponencialmente en las últimas 3 décadas. En 2000, la estimación era de 1 en 150 niños.
Robert F. Kennedy Jr. declaró recientemente:
“El autismo destruye familias. Más aún, destruye nuestro mayor recurso: nuestros niños”.
Para él, se trata de un “problema prevenible” y ha prometido liberar importantes recursos para rastrear todos los factores ambientales que podrían estar contribuyendo a este aumento. Dando un giro polémico, ha desafiado la ortodoxia médica al declarar que no se conformará con explicaciones como el mayor diagnóstico o el aumento de la conciencia.
¿Qué sabemos realmente sobre las causas del autismo?
El consenso científico actual sugiere que no hay una sola causa clara. Se trata de una combinación de factores genéticos, ambientales y posiblemente epigenéticos. El prestigioso centro Autism Speaks enumera las siguientes variables como influyentes:
- Edad avanzada del padre
- Problemas metabólicos de la madre (como diabetes o sobrepeso)
- Exposición prenatal a ciertos químicos
- Partos prematuros o complicaciones neonatales
- Mutaciones genéticas hereditarias y espontáneas
Aun así, el camino hacia la etiología definitiva es oscuro. No existen marcadores biológicos únicos, ni pruebas diagnósticas estandarizadas para detectar el TEA en edades tempranas con total precisión. Gran parte del diagnóstico se basa en observaciones conductuales, y en niños pequeños, los signos pueden fácilmente pasarse por alto.
¿Diagnósticos o conciencia? El dilema del aumento
Una de las explicaciones que muchos grupos científicos han planteado es que no necesariamente hay más niños con autismo, sino que ahora los estamos identificando mejor. El espectro del autismo se amplió en los manuales médicos (como el DSM-5), permitiendo incluir cuadros más leves como el Síndrome de Asperger o los trastornos de comunicación social, que antes quedaban fuera del TEA.
Annette Estes, directora del Centro de Autismo de la Universidad de Washington, lo explicó así:
“Las razones del aumento de diagnósticos de autismo se deben al progreso científico y médico. Es difícil para muchos entenderlo porque las causas del autismo son complejas”.
No obstante, esta afirmación no convence a todos. Robert F. Kennedy Jr. insiste en que hay un componente ambiental importante que se sigue ignorando o subestimando por intereses económicos, y anunció que antes de septiembre su Departamento ofrecerá “algunas respuestas concretas”.
Una agenda ambiciosa (y polémica)
La hoja de ruta de Kennedy incluye financiar con subvenciones nuevas investigaciones sobre los posibles detonantes ambientales del TEA. En sus propias palabras, los investigadores serán alentados a “seguir a la ciencia, sin importar a dónde conduzca”. Esto parece una crítica velada a lo que considera una investigación académica sesgada o controlada por intereses corporativos, especialmente grandes farmacéuticas.
Resulta relevante mencionar que la administración Trump canceló miles de millones de dólares en subvenciones científicas, muchas de ellas dirigidas a estudios sobre condiciones del desarrollo infantil. La nueva política busca revertir ese curso y potenciar laboratorios universitarios independientes que puedan recabar evidencia sin presiones externas.
Según diversos expertos en salud infantil, este esfuerzo podría dar frutos solo si se hace desde una perspectiva interdisciplinaria, incluyendo a genetistas, psiquiatras, nutricionistas, epidemiólogos, antropólogos e incluso urbanistas. De lo contrario, se corre el riesgo de caer en perspectivas reduccionistas o, peor, ideologizadas.
¿Quiénes están más afectados por el autismo?
Los datos más recientes de los CDC indican también que hay disparidades raciales significativas en el diagnóstico del autismo:
- Las tasas más altas están entre niños asiáticos/isleños del Pacífico, nativos americanos y afroestadounidenses.
- Los niños varones siguen mostrando tasas mucho más altas que las niñas: en algunas estadísticas, por cada 4 niños diagnosticados, solo una niña lo está.
Esta diferencia de género puede deberse, en parte, a una falta de instrumentos de evaluación sensibles al perfil femenino del autismo. Muchas niñas desarrollan habilidades de enmascaramiento social desde pequeñas, lo que puede retrasar el diagnóstico por años o incluso décadas.
Una sociedad (y un sistema) que aún no entiende bien el autismo
Todas estas cifras nos revelan una crisis silenciosa. Aunque el conocimiento ha crecido, el estigma sigue presente. Muchas familias tienen que luchar por acceso a terapias, escuelas adaptadas, y apoyo profesional. Un diagnóstico temprano puede marcar una diferencia enorme, pero la realidad es que no todas las familias acceden al mismo nivel de atención.
Mientras tanto, organizaciones como Autism Speaks, la Autism Science Foundation y la Interagency Autism Coordinating Committee (IACC) del gobierno federal, luchan por mejorar políticas públicas y ampliar programas de intervención temprana.
EE.UU. todavía tiene mucho trabajo por hacer para garantizar una sociedad verdaderamente inclusiva. Y mientras las cifras sigan subiendo, la pregunta seguirá atormentando a los padres y cuidadores: ¿qué está causando tanto autismo?
Robert F. Kennedy Jr., por su parte, tiene una cita con la historia: o lidera un cambio transformador y respaldado por ciencia sólida, o se convertirá en otro actor político más prometiendo respuestas sin fundamentos.
Una sociedad sana no solo se mide por sus avances tecnológicos, económicos o militares, sino por su capacidad para cuidar de los más vulnerables. Y entre ellos, están esos millones de niños que hoy forman parte silenciosa del espectro autista.