Agricultores de cacao en Costa de Marfil enfrentan una tormenta perfecta: crisis climática y amenazas arancelarias desde EE.UU.
A medida que el precio del cacao alcanza máximos históricos, el futuro de los agricultores africanos pende de un hilo ante los desafíos climáticos, enfermedades de cultivos y nuevas políticas comerciales estadounidenses
Una crisis que fermenta desde la raíz
En las fértiles tierras de Costa de Marfil, donde se cultiva casi la mitad del cacao del mundo —el ingrediente esencial para fabricar chocolate— se está gestando una tormenta que amenaza no solo los medios de vida de millones de agricultores, sino también la estabilidad del mercado mundial del cacao.
Jean Mari Konan Yao, un agricultor en la región de N’Gattakro, lleva años dedicado al cultivo del cacao. Para él, como para cientos de miles de productores en el país, el cacao ha sido su sustento, su legado y su esperanza. Pero ahora, enfrenta uno de los periodos más inciertos de su carrera.
Los datos que nos pintan el panorama
- Producción anual de cacao de Costa de Marfil: entre 2 y 2.5 millones de toneladas métricas.
- Exportaciones hacia EE.UU.: entre 200,000 y 300,000 toneladas al año.
- Valor de exportaciones en 2023: 3.68 mil millones de dólares, siendo el cacao el segundo mayor producto de exportación después del oro.
- Mayor importador de cacao marfileño: Países Bajos, seguido por Malasia, Bélgica y Estados Unidos.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos respalda estas cifras, destacando el papel crucial que juega Costa de Marfil en el comercio mundial de cacao.
La amenaza arancelaria de Donald Trump
En un movimiento que podría trastocar el equilibro ya frágil del mercado del cacao, el expresidente estadounidense Donald Trump anunció planes para imponer un arancel del 21% a diversos productos procedentes de Costa de Marfil —el más alto entre las naciones africanas de la región oeste.
Aunque actualmente esta medida está suspendida por 90 días mientras se revisa, el solo anuncio ha generado inquietud profunda entre los agricultores y los organismos reguladores del sector marfileño.
"Si escuchamos que el presidente estadounidense quiere poner impuestos al precio del cacao, realmente no es bueno para nosotros, no nos ayuda", afirmó Salif Traoré, otro productor del país.
La situación ha ido más allá del temor y se ha convertido en una realidad palpable: bolsas de cacao sin vender se acumulan en depósitos mientras compradores internacionales observan con cautela.
El clima no coopera: la otra cara de la moneda
Más allá de las decisiones políticas, existe otra gran amenaza para el cacao marfileño: el cambio climático.
La falta de lluvias regulares y suficientes ha reducido significativamente los volúmenes de cosecha. Según la británica Energy and Climate Intelligence Unit, el precio del cacao importado al Reino Unido aumentó un 32% en los últimos tres años, impulsado en buena parte por condiciones climáticas extremas.
El cacao no solo exige suelos fértiles, sino también un clima muy particular: húmedo, ecuatorial, con lluvias previsibles. La disminución de esos patrones está llevando a los agricultores a perder hasta el 40% de sus cosechas anuales por enfermedades como la “escoba de bruja” o pudrición negra del fruto.
Una economía al límite: precios al productor vs. mercado global
En Costa de Marfil, el gobierno establece cada temporada el precio nacional del cacao, intentando proteger a los agricultores de las fluctuaciones del mercado internacional.
Pero aunque los precios globales del cacao han subido drásticamente —en algunos mercados se ha llegado a pagar más de 5,000 dólares por tonelada— los productores locales siguen recibiendo mucho menos, entre 1,200 y 1,500 dólares. Esta disparidad ha encendido protestas y llamados a una revisión del sistema de comercialización.
"Donald Trump nos está creando problemas. Ya estamos sintiendo los efectos", señaló con frustración Boss Diarra, coordinador de una unión de agricultores en Bouaflé, región central del país.
El exceso de oferta generado por la caída de compras estadounidenses podría, paradójicamente, deprimir aún más los precios en Europa.
¿Qué pasará si Europa se inunda de cacao marfileño?
Ante una posible reducción de exportaciones hacia EE.UU., gran parte de ese cacao buscaría nuevos destinos en Europa. El investigador marfileño Bruno Marcel Iritié, del Instituto Politécnico Félix Houphouët-Boigny, advirtió que esta sobreoferta puede jugar en contra de los productores.
“Los clientes europeos inevitablemente comprarán más barato, porque cuando hay exceso, el cliente manda”, explicó.
En otros términos: más disponibilidad no implica más ganancias. Al contrario, el precio puede desplomarse. El cacao es una materia prima que se negocia en mercados financieros como el Intercontinental Exchange (ICE), lo que la hace volátil ante rumores o decisiones políticas.
Una dependencia histórica con raíces coloniales
El sistema económico de Costa de Marfil ha estado históricamente atado a materias primas como el cacao desde la época colonial francesa. En su independencia, ese eje no cambió. En la actualidad, el 40% de la población depende directamente del cacao para sobrevivir.
Los esfuerzos por diversificar la economía han sido insuficientes. La industrialización de productos derivados del cacao sigue siendo limitada, lo que obliga al país a exportar principalmente materia prima, perdiendo así el valor agregado que sí capitalizan países como Suiza, Bélgica y Alemania.
Alternativas sostenibles y el papel de los consumidores
Con la creciente presión climática y económica, tanto las autoridades marfileñas como instituciones internacionales han comenzado a trabajar en soluciones sostenibles.
- Implementación de trazabilidad en la cadena de suministro.
- Certificaciones como Rainforest Alliance o Fairtrade que aseguran prácticas éticas.
- Programas de reforestación para contrarrestar la pérdida de biodiversidad debido a la agricultura extensiva.
- Campañas para aumentar el valor añadido localmente, produciendo chocolate en suelo africano.
Los consumidores también tienen poder. Al elegir productos certificados, ayudan a generar una cadena más justa que apoye a los agricultores en origen.
Una señal de alerta para el futuro del chocolate
El caso de Costa de Marfil es emblemático. No se trata solo del destino económico de una nación africana, sino de la cadena de suministro de uno de los productos más amados del mundo: el chocolate. Sin cacao africano, el chocolate podría volverse un lujo aún mayor.
En este contexto, mientras esperamos una decisión final sobre los aranceles propuestos por Trump, el sector sigue tambaleándose. Los verdaderos afectados son los hombres y mujeres como Konan Yao, que ven cómo su cosecha y su futuro se marchitan lentamente bajo el sol inclemente de una crisis múltiple.
La esperanza, sin embargo, permanece viva entre los surcos y hojas de los cacaotales —donde cada grano sigue contando una historia de resistencia, tenacidad y sabor.