Vacunas, brotes y confusión: el errático manejo del sarampión bajo el liderazgo de RFK Jr.

Una mirada crítica a la crisis sanitaria en EE. UU. frente al reciente brote de sarampión y las señales contradictorias desde el gobierno federal

Por: Redacción

Una epidemia evitable que resurge

El sarampión, una enfermedad considerada virtualmente erradicada en muchos países desarrollados, ha vuelto a encender las alarmas de salud pública en Estados Unidos. Más de 700 casos se han registrado este año —una cifra preocupante considerando que en 2020 solo se reportaron 13 casos a nivel nacional. Lo más trágico de todo: dos niños han muerto en Texas como consecuencia directa del virus.

Este repunte ha puesto en evidencia no solo el poder de las enfermedades infecciosas cuando se subestima la vacunación, sino también las grietas graves en la respuesta federal, encabezada por el secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr. (RFK Jr.).

Silencio institucional y guía tardía

En otros brotes, como el ocurrido en 2019 en Brooklyn, la respuesta federal fue inmediata. Sin embargo, en esta ocasión, el CDC (Centro para el Control y Prevención de Enfermedades) no envió su carta de orientación a los pediatras hasta varias semanas después del inicio del brote —cuando ya se habían reportado más de 700 casos y dos muertes infantiles.

Esta demora aparentemente menor ha sido señalada por expertos como Patricia Stinchfield, experimentada enfermera en enfermedades infecciosas, como un grave error. La falta de comunicación clara y a tiempo representa un obstáculo en la lucha contra enfermedades altamente contagiosas como el sarampión. "Hoy no tenemos una voz fuerte y clara desde el gobierno que diga que la vacuna es lo único que detendrá el sarampión", advirtió.

¿Dónde está RFK Jr.?

La figura del secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., resulta polémica por sí sola. Aunque en público ha declarado que la vacuna contra sarampión, paperas y rubéola (MMR) es "efectiva", simultáneamente ha sembrado dudas sobre su seguridad. En una reciente entrevista con CBS, dijo que las vacunas "no fueron probadas por seguridad", afirmación que contradice décadas de investigación científica y los estándares de la FDA.

Según Kevin Griffis, ex director de comunicaciones del CDC que dimitió en marzo, Kennedy no recibió informes presenciales del equipo experto del CDC hasta al menos el 21 de marzo, a pesar de que la primera muerte de un niño por sarampión ocurrió en febrero. Esto fue confirmado por otro exfuncionario de salud federal.

En administraciones anteriores, los secretarios de Salud sostenían reuniones semanales con personal del CDC, de entre 25 y 30 minutos, durante las crisis de salud. Kennedy, en cambio, ha estado recibiendo resúmenes por correo electrónico o en papel, un hecho que Griffis calificó de "extremadamente inusual".

Una brecha entre ciencia y política

La respuesta federal ha estado marcada por señales mixtas y poca coordinación. La Academia de Pediatría de EE. UU. (AAP), tradicionalmente un socio clave del CDC durante epidemias, no fue incluida en la planificación ni en las reuniones, rompiendo con protocolos que datan de décadas. El único contacto recibido fue una alerta el 7 de marzo y una carta la semana pasada: respuestas consideradas demasiado tardías.

Dr. Carlos del Río, presidente de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América, fue contundente en su crítica: "Es como si el capitán del Titanic dijera que hay que cuestionar los botes salvavidas y explorar otras opciones".

Impacto de las dudas sobre las vacunas

Las vacunas, particularmente la MMR, han demostrado ser seguros y eficientes. Estudios clínicos en miles de niños precedieron su aprobación en 1963, y desde entonces se han mantenido sistemas de vigilancia activos para seguir cualquier posible efecto adverso —con resultados abrumadoramente favorables.

El problema entonces no es científico, sino comunicacional y político. Y ahí, RFK Jr. ha fallado. La falta de un mensaje claro y unívoco desde la cabeza del sistema de salud permite que florezcan movimientos antivacunas y que las comunidades más vulnerables duden de la efectividad de las immunizaciones.

Dr. Anne Schuchat, ex subdirectora del CDC con 33 años de experiencia, resaltó que la urgencia no es solo técnica, sino también de liderazgo: "Alguien desde un edificio federal en Washington puede hacer mucho daño con el mensaje que emite".

Texas: foco del brote y también del silencio

El brote actual se ha centrado especialmente en una comunidad religiosa cerrada en el oeste de Texas. Y mientras el virus se propaga, el gobernador de Texas, Greg Abbott, se ha mantenido prácticamente en silencio.

Desde enero, no ha hecho conferencias de prensa sobre el tema y su única alusión fue una publicación en redes sociales. De hecho, 56 personas han necesitado hospitalización, pero la comunicación pública al respecto ha sido manejada por asistentes y no por el propio gobernador.

En contraste, otros estados han sido mucho más proactivos. El gobernador de Hawái, Josh Green, emitió un fuerte llamado a la vacunación tras el primer caso en su estado desde hacía un año. Desde Nebraska, el gobernador Jim Pillen fue más categórico aún: "Si no estás vacunado, vas a contraer sarampión", afirmó sin tapujos, pese a que su estado aún no tenía casos reportados, pero sí su vecino Kansas.

Por qué los mensajes claros importan

Durante la crisis de 2019, la entonces comisionada de salud de Nueva York, Dra. Oxiris Barbot, logró frenar el brote en Brooklyn colaborando con rabinos, médicos y líderes comunitarios. Pero advirtió que la cooperación a nivel federal fue esencial: voceros como Alex Azar (secretario de Salud en ese momento) y el presidente Donald Trump fueron públicos en su defensa de las vacunas.

Hoy, esa comunicación coherente es inexistente. El resultado: pediatras confundidos, padres dudosos y sectores de la población rechazando vacunas. Un escenario que echa por tierra décadas de avances en salud pública.

Una oportunidad desperdiciada

RFK Jr., heredero de un apellido simbólicamente ligado a la salud y los derechos civiles, está fallando desde su inicio como Secretario de Salud. No es suficiente reconocer la validez de las vacunas en discursos: las decisiones políticas deben reflejar ese respaldo.

Tal como lo resumió Margaret Sullivan en The Guardian respecto a otros errores desde la esfera gubernamental: "Una vez que normalizas la crueldad o la desinformación, el martillo eventualmente cae sobre todos, incluso aquellos que pensaban que tenían el control del mango".

Si la administración de RFK Jr. desea frenar este brote —y prevenir otros futuros—, la solución pasa por volver a las bases: liderazgo presente, ciencia como guía y mensajes unificados. Porque, como dijo el doctor Jim Pillen: el sarampión no discrimina, y el tiempo se agota.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press