Una travesía por la democracia: estudiantes serbios despiertan a Europa con su lucha anticorrupción

Tras recorrer más de 1.300 kilómetros en bicicleta hacia Estrasburgo, universitarios serbios exigen al Parlamento Europeo justicia y libertad para su país

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El rugir de las ruedas: un viaje con propósito

Ochenta estudiantes serbios, armados solo con bicicletas, mochilas y una determinación inquebrantable, partieron hace apenas dos semanas desde Serbia hasta Estrasburgo, Francia. Su objetivo era claro: llevar la voz de su protesta anticorrupción al corazón institucional de Europa y exigir que su lucha sea escuchada y respaldada fuera de los Balcanes.

Durante 13 días, recorrieron más de 1.300 kilómetros (780 millas) atravesando Hungría, Eslovaquia, Austria y Alemania, antes de alcanzar Francia. Este acto no fue meramente simbólico: fue un grito de justicia, democracia y solidaridad, en un país que desde hace meses hierve bajo tensiones políticas y sociales.

Orígenes de una protesta masiva

Las protestas estudiantiles en Serbia se encendieron tras una tragedia que pudo haberse evitado. El 1 de noviembre de 2023, el colapso del techado de una estación de tren dejó 16 muertos, tragedia que muchas voces dentro del país atribuyeron a la corrupción endémica en la construcción y falta de control gubernamental. Este evento, aunque puntual, destapó el hartazgo acumulado por años.

Desde entonces, los universitarios se han convertido en la cara pública de un movimiento mucho más grande, que exige:

  • Justicia para las víctimas del colapso
  • Transparencia y castigo para los funcionarios corruptos
  • Fin de la represión y violencia contra manifestantes
  • Reformas democráticas que garanticen la libertad de expresión y prensa

¿Por qué Estrasburgo?

Estrasburgo no fue elegida al azar. Es la sede del Parlamento Europeo y del Consejo de Europa, instituciones que representan los principios fundamentales de la democracia, los derechos humanos y el Estado de derecho. Al llegar allí, los estudiantes intentaron no solo visibilizar su lucha, sino también interpelar a una Europa que ha guardado silencio ante la creciente represión en Serbia.

"Creo que esta acción de protesta ha sido un completo éxito. Hemos despertado a Europa", dijo uno de los estudiantes en una transmisión en vivo del canal N1 desde la plaza central de Estrasburgo, donde fueron recibidos con aplausos, flores y pancartas por miembros de la diáspora serbia, estudiantes franceses y activistas europeos.

Un recibimiento de héroes

La travesía fue ardua. En promedio, pedaleaban entre 100 y 150 kilómetros diarios, enfrentándose a fuertes lluvias, viento y temperaturas bajo cero. Pese a ello, la recepción en cada ciudad reflejaba el espíritu indomable de su causa: Budapest, Viena y varias localidades alemanas se transformaron en paradas de celebración, comida caliente y palabras de aliento.

Finalmente, a su llegada a Estrasburgo fueron recibidos con una bienvenida de alfombra roja simbólica. Una celebración que no solo honraba su esfuerzo físico, sino su valentía como parte de una generación que, a falta de voz en las instituciones serbias, busca eco internacional.

Una juventud bajo presión

El presidente serbio Aleksandar Vučić, en el poder desde hace más de una década, ha sido criticado ampliamente por restringir las libertades democráticas, fortalecer la propaganda oficialista y cultivar relaciones cercanas con Rusia y China. El canal estatal RTS, considerado su aparato mediático clave, ha sido fuertemente cuestionado por ignorar o minimizar las protestas.

Los estudiantes han acusado al gobierno de montar campañas de desinformación, intimidaciones y violencia hacia los manifestantes. Y no sin razón: el 2 de abril, protestas estudiantiles bloquearon entradas al edificio de RTS tanto en Belgrado como en Novi Sad.

En palabras del estudiante Vuk Marković: "No estamos solo contra la corrupción, estamos luchando por el alma democrática de Serbia".

La respuesta tibia de la Unión Europea

Pese a que Serbia es oficialmente país candidato para incorporarse a la Unión Europa, sus pasos hacia una consolidación democrática han sido erráticos. Los observadores internacionales han alertado sobre retrocesos en la independencia judicial, represión a la prensa y vínculos opacos entre el Estado y grandes conglomerados económicos.

Sin embargo, las reacciones desde Bruselas han sido escasas. En muchos casos, la política de la UE parece haber priorizado la estabilidad regional —considerando a Vučić como un pilar de paz en los Balcanes— sobre el fortalecimiento democrático.

Esto ha generado una creciente frustración entre los jóvenes de Serbia. "La UE dice que apoya la democracia, pero se calla cuando la perdemos en casa. Eso es hipocresía", comentó la estudiante Ivana Petrović durante una entrevista en Viena.

Ciclismo como resistencia pacífica

El uso de bicicletas en esta protesta no es casual. Más allá del esfuerzo físico y el simbolismo ecológico, representa una tradición de resistencia no violenta profundamente arraigada en el este de Europa, desde las revoluciones de terciopelo hasta las movilizaciones ciudadanas en Budapest o Varsovia.

Según el historiador Milan Obrenović, esta estrategia también tiene raíces en los movimientos antiautoritarios de los años 90: "Las ruedas son mudas, pero ruedan sobre la conciencia de dirigentes que intentan tapar las voces".

Generación sin miedo: contexto histórico

Quienes hoy alzan la voz en Serbia son parte de una nueva generación postguerra, que nació después de los horrores de la desintegración yugoslava en los años 90. A diferencia de sus padres, muchos no cargan traumas bélicos, pero sí un radar agudo ante las injusticias, y una mirada cosmopolita alimentada por redes sociales, acceso a otros idiomas y una educación más crítica.

Para ellos, Corea del Norte y Suecia no deberían compartir índices de libertad de prensa, y su lucha va más allá de los Balcanes: se trata de proteger los estándares democráticos europeos desde dentro.

Expectativas y próximos pasos

En Estrasburgo, los estudiantes intentan reunirse con europarlamentarios, representantes del Consejo de Europa y organizaciones defensoras de derechos humanos. Aunque hasta ahora no se han anunciado medidas o acciones concretas desde Bruselas, el impacto mediático de su viaje ha colocado una nueva presión sobre las autoridades tanto serbias como europeas.

Lo que hagamos en Estrasburgo puede allanar el camino para que la UE deje de mirar hacia otro lado”, dijo Dragana Ilić, quien coordina desde París la rama internacional del movimiento estudiantil.

¿Podrá Europa responder?

El movimiento estudiantil serbio representa una encrucijada para Europa. ¿Continuará priorizando alianzas geopolíticas que aparentan estabilidad, o comenzará a responder a los ideales con los que se fundó como unión? ¿Qué pasará si el silencio europeo se traduce en cinismo juvenil y una Europa del Este que mire hacia Oriente?

Por ahora, los estudiantes siguen pedaleando, aunque ya no sobre asfalto, sino sobre la memoria democrática de un continente que se dice libre. Y su clamor late con fuerza: Serbia merece un futuro distinto.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press