Tensión en el Golfo: portaaviones, misiles e incertidumbre nuclear entre EE. UU. e Irán
La creciente presencia militar estadounidense en aguas del Medio Oriente coincide con nuevas conversaciones sobre el programa atómico iraní y tensiones regionales que podrían redefinir el equilibrio estratégico global
Por décadas, la rivalidad entre Estados Unidos e Irán ha definido una parte importante del tablero geopolítico del Medio Oriente. Hoy, esa tensión vuelve a posicionarse en el centro del escenario internacional por dos razones clave: los avances del programa nuclear iraní y la intensificación de la presencia militar estadounidense en la región.
Dos portaaviones, una señal clara
Imágenes satelitales del programa Copernicus de la Unión Europea confirmaron días atrás que el USS Carl Vinson, acompañado por su grupo de ataque, opera en el Mar Arábigo, uniéndose así al USS Harry S. Truman, ya activo en la zona desde mediados de marzo de 2025.
Según informó la Marina estadounidense, el Carl Vinson navega acompañado por el crucero lanzamisiles USS Princeton y dos destructores clase Arleigh Burke: el USS Sterett y el USS William P. Lawrence. Estos buques han sido clave para el apoyo logístico y lanzamientos recientes de misiones con cazas F-35 y F/A-18 contra blancos hutíes en Yemen.
La razón oficial de esta escalada es el conflicto con los hutíes, fuerzas respaldadas por Irán. Sin embargo, fuentes del gobierno estadounidense dejaron entrever que el despliegue militar también busca aumentar la presión sobre Teherán de cara a futuras negociaciones nucleares.
El juego nuclear vuelve a activarse
Después de años de idas y venidas, el programa nuclear iraní vuelve a estar bajo los reflectores. En 2015, bajo la presidencia de Barack Obama, se firmó el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) con Irán, mediante el cual el país árabe aceptaba enriquecer uranio a un máximo de 3.67% a cambio del alivio de sanciones económicas. Sin embargo, Trump abandonó unilateralmente ese acuerdo en 2018.
Desde entonces, Irán ha enriquecido uranio hasta un 60%, lo que lo deja peligrosamente cerca del umbral del 90% necesario para armamento nuclear. Una cifra que, según expertos, representa un paso técnico mínimo hacia la producción de una bomba atómica.
“No necesitan enriquecer a más del 3.67%. En algunas instalaciones lo hacen hasta el 60%, eso es inaceptable”,
— Steve Witkoff, enviado especial de EE. UU. para Medio Oriente
Witkoff fue claro al hablar con Fox News: cualquier acuerdo futuro debe incluir verificación del programa de enriquecimiento y del potencial de desarrollo armamentístico, incluyendo los misiles balísticos.
¿Dónde y cómo se negocia?
El escenario de negociación tampoco queda exento de tensiones. Mientras EE. UU. había anunciado Roma como sede para la próxima ronda de conversaciones, Irán sorprendió al insistir en que tales discusiones se trasladen nuevamente a Omán, país históricamente neutral en los conflictos regionales.
La incertidumbre sobre el lugar de las negociaciones refleja la fragilidad del diálogo, en el cual ambas partes buscan salir con sentido de victoria, mientras sus respectivas opiniones públicas observan con desconfianza.
¿Qué quiere Irán realmente?
El periódico iraní Javan, cercano a la Guardia Revolucionaria Islámica, publicó un editorial alentador. “Algo que ya hicimos antes, ¿por qué no hacerlo de nuevo y alcanzar un acuerdo? Esto no representa renunciar a nuestros ideales”, afirma el artículo.
Esto puede interpretarse como una señal de disposición iraní a regresar a parámetros similares al acuerdo de 2015, siempre que Occidente también ceda en sus exigencias, al menos en parte.
Pero uno de los mayores escollos que impidió el avance en el pasado —y sigue vigente hoy— es el arsenal de misiles balísticos iraníes: decenas de misiles de mediano y largo alcance que Teherán considera su disuasión frente a Israel, Arabia Saudita y otros aliados de EE. UU. en la región.
La estrategia de presión militar
Los analistas ven el despliegue del USS Carl Vinson como un movimiento táctico para recordarle a Irán el poderío militar estadounidense, mientras se le ofrece simultáneamente una solución diplomática.
La doctrina “carrot and stick” (zanahoria y garrote) parece viva en la estrategia de Washington: se mantiene la vía diplomática abierta, pero se intensifica la presión bélica para obligar a concesiones inmediatas.
En otras palabras, diplomacia con portaaviones.
No es un enfoque nuevo. En 2003, antes de la guerra de Irak, la Casa Blanca utilizó una estrategia similar con Sadam Hussein. Más recientemente, las actividades en el Estrecho de Taiwán muestran cómo EE. UU. utiliza su flota para marcar límites geopolíticos.
El impacto en la región
Con dos portaaviones, bombarderos de largo alcance en ejercicios conjuntos con Corea del Sur y sus aliados europeos reevaluando sanciones, EE. UU. construye una narrativa de cerco multidimensional en torno a potencias que considera desafiantes.
A nivel regional, los aliados del Golfo —Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin— observan con atención. Algunos temen que una escalada termine involucrándolos de forma indirecta, mientras otros aplauden la acción firme contra el proyecto atómico iraní, que consideran una amenaza existencial.
¿Habrá un nuevo acuerdo nuclear?
Con tantos factores en juego, es difícil saber si estas negociaciones llegarán a buen término. Pero algunos indicios invitan al optimismo.
- En 2020, pese a las tensiones, se mantuvieron canales informales entre diplomáticos estadounidenses e iraníes a través de mediadores como Suiza y Omán.
- Irán ha dado señales de estar listas para reducir su enriquecimiento, aunque insiste en mantener su programa balístico como defensa.
- EE. UU. no descarta revisar elementos del JCPOA como base para una nueva versión del acuerdo, más robusto y verificable.
Sin embargo, todo indica que sin inspecciones robustas, límites precisos de enriquecimiento y una supervisión efectiva del programa de misiles, Washington no firmará ningún texto.
Los peligros de la alternativa: conflicto abierto
Trump ya ha mencionado en varias ocasiones que no dudará en atacar las instalaciones nucleares de Irán si considera que este país se acerca peligrosamente a construir una bomba.
De acuerdo con el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), el umbral técnico actual coloca a Irán a solo “unas pocas semanas” de tener la cantidad de uranio necesaria para fabricar un artefacto nuclear, aunque aún le faltarían meses para miniaturizarlo y colocarlo en un misil.
Un error de cálculo, un ataque preventivo, o un sabotaje, y todo podría escalar en una guerra regional.
¿Qué dice la opinión pública?
En EE. UU., el tema nuclear iraní divide a la ciudadanía. Mientras algunos ven la necesidad de una postura firme, otros critican lo que consideran un intervencionismo peligroso. En Irán, en tanto, el sentimiento antiestadounidense sigue presente, aunque muchos ciudadanos apoyan cualquier esfuerzo por levantar las sanciones y recuperar la economía.
Este es un juego delicado. El tiempo dirá si los diplomáticos logran construir una salida duradera entre amenazas, portaaviones y misiles de largo alcance.
Por ahora, en el Golfo Pérsico, las aguas están agitadas. Y no solo por las olas.