La gira insurgente de Sanders y Ocasio-Cortez: progresismo en tierra hostil
Multitudes sorpresivas en bastiones republicanos muestran una frustración latente y el deseo de cambio en Estados tradicionalmente conservadores
Por mucho tiempo ha sido casi impensable que un político abiertamente socialista o progresista llene estadios en estados como Utah o Idaho. Pero eso es precisamente lo que lograron Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez con su gira “Fighting Oligarchy”, desafiando la lógica electoral y avivando la esperanza liberal en los bastiones republicanos de Estados Unidos.
Un evento inesperado en el corazón de Utah
Stephanie y Ryan Burnett llegaron al estadio de baloncesto de la Universidad de Utah en Salt Lake City con la expectativa de asistir a un evento pequeño. Pero la escena que los recibió rompió todos sus esquemas: miles de personas abarrotaban el lugar. “No estamos acostumbrados a esto en un sitio como Utah”, comentó Ryan, servidor y gerente minorista de 28 años. En efecto, el evento se convirtió en una muestra de algo más profundo: la insatisfacción creciente de sectores minoritarios dentro de estados conservadores que, pese a todo, buscan un cambio.
El mismo Bernie Sanders describió así el dilema existencial del Partido Demócrata tras su discurso ante 15,000 asistentes en Utah: “¿Quieren estos votantes dentro del partido demócrata, o quieren seguir siendo financiados por multimillonarios?”
El progresismo se infiltra en los territorios de Trump
Los actos en Salt Lake City y Boise —ciudades que, aunque enclavadas en estados profundamente rojos, tienen núcleos contraculturales— dejaron una imagen potente: progresistas llenando recintos e incluso quedando fuera por falta de aforo. En el Ford Idaho Center, por ejemplo, se cerraron las puertas tras alcanzar la capacidad máxima de 12,500 personas, cifra superior al total de votantes registrados como demócratas en el condado.
“Veías gente en los techos, en los pasillos, en todas partes. Parecía un concierto de rock, no una charla política”, relató Meghan Nadoroff, residente de Kuna (Idaho), un pequeño pueblo agrícola donde ser de izquierda puede sentirse como nadar contra la marea.
La improbable alianza Sanders-AOC
Sanders y Ocasio-Cortez representan dos generaciones del pensamiento progresista estadounidense, pero su química y objetivos comunes los hacen una dupla poderosa. Mientras él, con 83 años, representa la persistencia ideológica tras décadas de lucha, ella encarna el futuro emergente, audaz e inclusivo del ala izquierda del partido.
Desde el escenario en Utah, Sanders bromeó diciendo que Ocasio-Cortez era como su “hija”. Ella, en respuesta, compartió su historia de triunfo improbable como mesera derrotando a un miembro veterano de la dirigencia demócrata en 2018. “Desde la mesera que ahora les habla: lo imposible no existe”, dijo ante una ovación generalizada.
El ambiente hostil para los progresistas locales
Más allá de la efervescencia de los mítines, la realidad diaria para muchos progresistas en estados como Idaho y Utah es de aislamiento. La madre de Ryan Burnett, una cuidadora de 52 años, explicó que en su congregación de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se siente como una marginada: “Esta mañana fui a la iglesia; ahora estoy aquí porque me siento más aceptada”.
Los coches en el estacionamiento de su iglesia, repletos de calcomanías de Trump 2024, son un recordatorio constante de la rigidez política de su entorno.
Jaxon Pond, un joven gay de Meridian, Idaho, compartió lo que implica ser parte de una minoría visible en este contexto: “Siento que tengo que caminar sobre cáscaras de huevo cada día”. Espacios como los rallies progresistas no solo son una válvula de escape emocional, sino también una manera tangible de saber que no están solos.
Estrategias para reconectar con el país
Las giras de figuras como Sanders, Ocasio-Cortez y otros demócratas como Ro Khanna y el gobernador de Minnesota, Tim Walz, por lugares tradicionalmente republicanos no sólo buscan movilizar bases ocultas. También intentan contestar una pregunta fundamental: ¿cómo recuperar terreno en una nación cada vez más polarizada?
Khanna viajó a Ohio, donde se ha incrementado el apoyo a la derecha, con el objetivo de analizar qué ha perdido el partido en su conexión con trabajadores industriales. El desafío es multidimensional: escuchar sin condescendencia, construir alianzas reales e ir más allá de los enclaves progresistas costeros.
“Nunca vas a ganar a un amigo dándole sermones y golpeándolo con un martillo. Hay que ser amable con todos”, sintetizó Owen Reeder, contador de 63 años de Bountiful, Utah. Su frase resume una estrategia que los demócratas parecen por fin dispuestos a adoptar.
Humor, resistencia y backlash conservador
Como era de esperarse, la respuesta oficial no tardó en llegar. El gobernador de Idaho, Brad Little, usó una de las imágenes más viralizadas de Sanders —la de su abrigo y mitones durante la inauguración presidencial de 2021— para publicar un meme con la leyenda: “Estoy una vez más pidiéndoles que no traigan sus políticas fallidas a Idaho”.
Este tipo de humor reflejo, aunque efectivo entre sus bases, también evidenció un cierto nerviosismo frente a la evidente respuesta masiva que Sanders y Ocasio-Cortez despertaron en estos estados.
¿Un espejo para la reconstrucción demócrata?
Los estados de montaña occidental, a menudo apodados la “América olvidada” por los estrategas progresistas, podrían ser precisamente la llave para una reconstrucción real del partido. No se trata de ganar seis senadores nuevos inmediato, pero sí de recuperar el sentido de representar aquellos valores —igualdad, justicia económica, inclusión— que alguna vez movilizaron a los trabajadores del medio oeste y los jóvenes soñadores del oeste.
Franckiewicz, una habitante de Kuna (Idaho), dijo sentirse ignorada tanto por los republicanos que controlan todo el aparato estatal, como por los demócratas nacionales que han descartado regiones enteras como “pérdidas”: “Es fácil rendirse políticamente aquí”.
Pero los mítines demostraron lo contrario: que una chispa puede prenderse incluso en los lugares más áridos.
La metáfora del punto azul en el desierto rojo
“Sentirse parte de algo mayor, ver que no eres el único... eso vale más que ganar una elección”, aseguró Jaxon Pond. Esa sensación de pertenencia y resistencia colectiva fue lo que movió a miles de personas a hacer filas de horas bajo el sol y llenar estadios universitarios en plena América conservadora.
Más que un cálculo electoral, la gira de Sanders y Ocasio-Cortez fue un experimento social, una reivindicación de las minorías progresistas en tierra que no les es amigable.
Una muestra de que la política sigue viva, incluso en lugares que se dan por perdidos.