El último aliento del acero británico: crisis, nacionalización y tensiones con China

El gobierno del Reino Unido interviene para evitar el cierre de su última planta de acero en Scunthorpe, en medio de una disputa geopolítica con Pekín.

Una crisis industrial con ecos globales

La industria del acero en el Reino Unido se encuentra al borde del colapso. La histórica planta de British Steel en Scunthorpe, la última en el país capaz de producir acero de alta calidad desde cero, ha estado al borde del cierre después de que su empresa matriz —el grupo chino Jingye— redujera el suministro de materias primas esenciales como mineral de hierro y carbón de coque.

Ante esta grave amenaza, el primer ministro Keir Starmer tomó una medida sin precedentes: ordenó interrumpir el receso parlamentario para aprobar una legislación de emergencia que permite al gobierno tomar control operativo de esta emblemática acería. Este movimiento reactiva el debate sobre el papel del Estado en industrias estratégicas y desata tensiones diplomáticas con China.

Un rescate in extremis

El Departamento de Negocios y Comercio anunció el martes que adquirió el suministro necesario de mercancías a granel para mantener operativos los altos hornos durante las próximas semanas. Este material —esperando en el puerto de Immingham— incluye envíos desde Australia, desbloqueados tras una resolución legal con Jingye.

“Tras un trabajo intensivo durante el fin de semana, el gobierno ha asegurado coque y pellets de mineral de hierro para mantener encendidos los altos hornos”, indicó un comunicado oficial.

Las reacciones no se hicieron esperar. Si bien Jingye sigue siendo propietario formal de British Steel, la nacionalización temporal es casi un hecho mientras el gobierno busca nuevos fondos de inversión o compradores para rescatar la compañía.

Una chispa diplomática: del acero a la geopolítica

El Ministerio de Asuntos Exteriores de China advirtió al Reino Unido sobre la necesidad de evitar la "politización y sobre-securitización" del tema. En palabras de un portavoz chino: “Esperamos que Reino Unido trate a Jingye con justicia, para no dañar la confianza de las empresas chinas en invertir y cooperar en el Reino Unido”.

Desde la perspectiva china, el movimiento británico puede interpretarse como una acción hostil hacia sus intereses económicos. Sin embargo, desde Londres, la intervención se justifica como una acción urgente para mantener vivo un sector clave y proteger miles de empleos. En pleno siglo XXI, el acero sigue teniendo implicaciones profundas tanto en la soberanía económica como en cuestiones de seguridad nacional.

De la revolución industrial al nacionalismo industrial

La planta de British Steel en Scunthorpe es un símbolo de la herencia industrial británica. Inicialmente establecida en el siglo XIX, jugó un rol fundamental en el auge del Reino Unido como potencia industrial durante la revolución industrial. Pero en las últimas décadas, la globalización y la competencia asiática han debilitado al sector.

En 2020, el conglomerado Jingye adquirió British Steel prometiendo una inversión millonaria y compromisos de sostenibilidad. Pero los problemas financieros persistieron, y la inestabilidad energética y política tras el Brexit complicaron más el panorama.

Hemos llegado a un punto donde permitir el cierre de Scunthorpe significaría firmar el certificado de defunción de la producción de acero primario en el país”, declaró un funcionario del gobierno a la BBC.

Implicaciones estratégicas y económicas

El acero no solo es esencial para la infraestructura y la construcción. Es esencial en sectores como defensa, automotriz y energías renovables. Reino Unido ha enfatizado la necesidad de una capacidad propia para evitar depender al 100% de acero importado, especialmente de países como China, que controlan una gran parte del mercado global.

Además, el cierre permanente de estos hornos obligaría al país a importar acero elaborado a partir de chatarra o por medios que no satisfacen los estándares de calidad necesarios para determinadas industrias. Reiniciar un alto horno una vez parado puede costar hasta 150 millones de libras —y eso si aún se encuentran técnicos capacitados para hacerlo.

La era del nacionalismo económico

Este evento se suma a una tendencia creciente en Europa y Estados Unidos: una reevaluación de las inversiones extranjeras en sectores clave. La guerra comercial con China, la interrupción de cadenas de suministro tras la pandemia y los impactos económicos del conflicto en Ucrania han hecho que muchos países reconsideren su autonomía industrial.

Francia, Alemania y Estados Unidos ya han lanzado masivos programas de incentivo a la producción propia en sectores estratégicos como microchips, baterías o energías limpias. El caso de la acería británica es otro capítulo de un fenómeno más amplio.

¿Qué futuro espera a British Steel?

El futuro de British Steel aún está bajo incertidumbre. Si bien el rescate evita un colapso inmediato, la búsqueda de nuevos inversores será clave. Se rumorea que empresas europeas y fondos soberanos de países aliados estarían interesados, siempre que el gobierno garantice condiciones estables y apoyo financiero.

Para los miles de trabajadores de la planta en Scunthorpe, el momento es de ansiedad pero también de esperanza. “Mantenernos a flote no es solo salvar empleos, es salvar parte de lo que somos como nación”, comentó uno de los empleados en declaraciones a The Guardian.

Un mensaje más allá del acero

La intervención de Downing Street no es solo un tema económico. Es también un mensaje geopolítico. El Reino Unido desea enviar señales claras sobre sus prioridades estratégicas: proteger su base industrial, revisar la inversión extranjera y promover la independencia económica.

En un mundo donde la interdependencia global se enfrenta a crecientes fricciones geopolíticas, casos como British Steel se convierten en advertencias. ¿Cómo equilibrar la necesidad de inversión extranjera con la soberanía económica? ¿Qué sectores son demasiado estratégicos para dejarlos en manos foráneas?

La respuesta del gobierno británico indica que, al menos en lo que respecta al acero, está dispuesto a actuar y asumir el costo.

El acero no es el final

Las lecciones de Scunthorpe tendrán eco en otras industrias vulnerables. El acero es quizás solo el comienzo del regreso de un Estado más presente en los engranajes económicos de Occidente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press