El Draft de la WNBA se transforma en una pasarela cultural: orgullo, moda e identidad se toman el centro de atención
Más allá del baloncesto, las futuras estrellas de la liga celebran su herencia y autenticidad con estilo y mensaje
La noche del draft de la WNBA 2025 fue mucho más que una ceremonia deportiva: se convirtió en un escenario donde la identidad, la moda y el orgullo cultural se entrelazaron con el talento atlético. Las jóvenes promesas no solo caminaron sobre la alfombra naranja, sino que lo hicieron brindando poderosos mensajes sobre quiénes son fuera de la cancha.
Una pasarela de herencia y empoderamiento
Mientras Paige Bueckers dominaba los titulares como la elección número uno, Kiki Iriafen, seleccionada cuarta por las Washington Mystics, robó todas las miradas con su imponente presencia en la alfombra. Iriafen, de 1.91 metros (6 pies y 3 pulgadas), recién egresada de la Universidad del Sur de California (USC) tras promediar 18 puntos y 8.4 rebotes por partido, decidió rendir homenaje a sus raíces nigerianas por todo lo alto.
“Soy nigeriana, así que quería trabajar con una diseñadora nigeriana. Estaba decidida”, declaró la jugadora. Su vestido, un deslumbrante diseño dorado hecho a medida con detalles intrincados, fue creado por Nneka Alexander, la misma mente creativa detrás del vestido de boda de la jugadora Chiney Ogwumike. Además, lució una pulsera tradicional nigeriana de cuentas naranjas, fusionando la elegancia moderna con la tradición africana.
Dominique Malonga: el chic parisino con alma de gigante
Otra de las grandes estrellas de la noche fue Dominique Malonga, la francesa de 1.98 metros (6 pies y 6 pulgadas), seleccionada en segunda posición por Seattle Storm. Malonga caminó la alfombra con un sobrio y elegante traje firmado por Louis Vuitton, símbolo vivo del lujo francés.
Aunque su vestimenta hablaba de sofisticación sutil, su mensaje fue claro: “Soy una persona clásica y simple”, dijo. Pero dentro de la cancha, la historia es muy distinta. A los 19 años ya tiene cuatro temporadas de experiencia en ligas profesionales europeas. Tal como ella lo expresó: “Mi estilo puede ser sencillo, pero mi juego no lo es”.
Nika Muhl: una llave desde Croacia para abrir puertas
La base también de Seattle Storm y ex estrella de UConn, Nika Muhl, decidió representar a su natal Croacia con un atuendo impactante. Lució un conjunto de pantalón negro y crop top del mismo tono, adornado con una llamativa cadena de llaves cruzando su torso. Su look fue una colaboración con la marca croata Y/GIA y estilizado por un equipo de su país.
“Viajé desde Croacia para estar aquí. Tenía que traer un pedazo de mi tierra conmigo”, afirmó emocionada. La cadena de llaves no fue simplemente un accesorio: simbolizaba la apertura de nuevas puertas en su vida profesional y personal.
Te-Hina Paopao y una fiesta samoana en California
No todas las drafteadas pudieron estar en Nueva York físicamente. La base Te-Hina Paopao, seleccionada en el puesto 18 por Atlanta Dream, apareció desde su fiesta en California usando un vestido tradicional samoano y collares de flores (lei) alrededor del cuello. Estos collares son una representación visual de celebración, respeto y comunidad en la cultura polinesia.
“Estoy muy bendecida de ser samoana. Cuando piensas en Samoa, piensas en familia, y eso es lo que quiero llevar conmigo a Atlanta”, expresó. Detrás de ella, más de 300 personas —entre familiares, amigos y miembros de su comunidad— se reunieron para celebrar su logro. Una imagen poderosa de unidad y raíces firmes.
Más allá del uniforme: una nueva era de autenticidad en la WNBA
Estos relatos evidencian cómo las nuevas generaciones de atletas están rompiendo esquemas. Ya no se trata solo de rendimiento deportivo, sino de quiénes son como personas, lo que representan y lo que desean contarle al mundo fuera del rectángulo de juego. Las mujeres del draft 2025 lo dejaron claro: están listas para traer su juego, su historia y su cultura a la liga.
La WNBA, en este proceso de evolución, se convierte en mucho más que un campeonato de baloncesto femenino: es un escaparate de diversidad, celebración e individualidad.
Moda y deporte: una relación en ascenso
Lo que vimos en el draft no es ninguna anomalía. La conexión entre moda y deporte ha crecido a pasos agigantados en las últimas décadas.
Serena Williams en tenis, Lewis Hamilton en la Fórmula 1 e incluso estrellas de la NBA como Russell Westbrook o Shai Gilgeous-Alexander han utilizado eventos deportivos como plataformas de moda. En el baloncesto femenino, personalidades como Skylar Diggins-Smith o A’ja Wilson ya marcan tendencia. Kiki Iriafen y compañía continúan ese legado y le dan una identidad aún más marcada y cultural.
“La ropa también es una forma de narrativa”, ha comentado en entrevistas la diseñadora Fe Noel, una de las referentes afrocaribeñas en moda contemporánea. Y eso es exactamente lo que vimos en este draft: narrativas contadas con lentejuelas, trajes sastre, diseños étnicos y accesorios simbólicos.
Celebrar raíces, cambiar el juego
La esencia de este fenómeno radica en algo mucho más profundo: reivindicar espacios para las minorías y fomentar el orgullo de origen. En la historia del deporte, las mujeres —y en particular las mujeres racializadas— han luchado por reconocimiento. Hoy, desde la alfombra naranja, nos muestran que el poder también se escribe con telas, joyas y posturas elegantes.
El draft de la WNBA se proyecta ahora como un espejo del mundo contemporáneo: global, inclusivo, culturalmente rico. Cada atuendo fue una declaración. Cada detalle, una historia. Una generación de mujeres que saben que pueden ser deportistas y embajadoras culturales al mismo tiempo.
Y tal como lo puso en palabras Iriafen con una sonrisa mientras trataba de respirar dentro de su vestido ceñido: “Quería sentirme bien, quería verme bien… y quería representar”.