Cuando el hockey manda: El debate político canadiense reprogramado por los Canadiens

La pasión por el deporte nacional canadiense eclipsa un debate clave electoral: ¿acierto democrático o populismo deportivo?

La política se ajusta a la pasión nacional

En un movimiento inusual, pero que dice mucho sobre la cultura canadiense, los organizadores del debate político en francés previo a las elecciones federales decidieron reprogramar el evento para evitar un conflicto con el partido decisivo entre los Montreal Canadiens y los Carolina Hurricanes. La escena podría parecer extraña fuera de Canadá, pero dentro de sus fronteras refleja la profunda conexión entre el hockey y la identidad nacional.

La Comisión de Debates de los Líderes y la cadena Radio-Canada anunciaron que el debate, originalmente planeado para las 8 p.m., se adelantaría dos horas. Esto permitiría a los canadienses seguir tanto el cruce político como el posible ingreso de su amado equipo a los playoffs de la NHL.

Un ajuste polémico, pero lógico

Dos líderes políticos —Jagmeet Singh, del Nuevo Partido Democrático (NDP), y Yves-François Blanchet, del Bloc Québécois— fueron los primeros en manifestar su preocupación por la coincidencia entre eventos. Ambos solicitaron que se moviera el horario del debate, argumentando que el partido de hockey afectaría seriamente la audiencia de la única discusión televisada en francés.

“El hockey está en nuestra sangre”, dijo Singh en un comunicado. “Este conflicto de programación hace que el sistema político parezca desconectado de la realidad.”

Blanchet fue más allá, asegurando durante una rueda de prensa que “no debemos subestimar la importancia de este debate para la democracia de Quebec, pero tampoco la calidad del partido.”

Un antecedente con tradición

Esta no es la primera vez que el hockey modifica el calendario político en Canadá. En 2011, el entonces líder del Bloc, Gilles Duceppe, consiguió el aplazamiento de un debate por un partido de los Canadiens. Y ahora, 14 años después, la historia se repite.

Todo esto plantea una pregunta: ¿puede una nación democrática permitir que sus procesos electorales se plieguen ante un evento deportivo? En el contexto canadiense, la respuesta parece ser sí, al menos cuando se trata de hockey.

¿Populismo político o pragmatismo comunicacional?

Desde una óptica crítica, algunos analistas cuestionan si modificar el calendario de un evento político crucial por razones deportivas no representa un tipo sutil de populismo. Sin embargo, otros celebran el ajuste como una decisión estratégica para maximizar el alcance del mensaje político.

El primer ministro y líder liberal Mark Carney reconoció el mal momento en cuanto a programación, pero no pidió el cambio, indicando que “el debate será una oportunidad para informar a aquellos canadienses que elijan verlo en lugar del partido de los Habs.”

No obstante, Blanchet reaccionó con ironía, sugiriendo que Carney, cuyo dominio del francés es el más débil entre los líderes, estaría contento con menos audiencia: “Obviamente, todos tenemos la impresión de que cuanto menos gente escuche el debate, más contento está el Sr. Carney.”

El poder del hockey en la cultura política canadiense

Para entender por qué esto sucede en Canadá y probablemente en ningún otro lugar, basta mirar la historia de los Canadiens. Fundado en 1909, el equipo es casi tan antiguo como la nación misma. Ha ganado 24 Stanley Cups, más que cualquier otra franquicia de la NHL. La conexión emocional del pueblo canadiense con el equipo va más allá del deporte; forma parte de su identidad.

En una encuesta de Angus Reid Institute realizada en 2021, el 68% de los canadienses afirmó haber seguido al menos parcialmente una temporada de hockey, y el 83% reconoció que el hockey forma parte integral de la cultura nacional. En Quebec, donde se celebra el debate en francés, estos números suben aún más.

El doble filo de la reprogramación

La decisión de mover el debate tiene consecuencias inmediatas y a largo plazo. A corto plazo, permitió que una mayor audiencia potencial viera tanto el evento político como el partido de hockey. Pero también plantea la posibilidad de que temas cruciales fueran tratados con menos profundidad por el adelanto del horario y la probable atención dividida de los televidentes.

Por otro lado, algunos expertos sugieren que el cambio permitió que la política se acercara a la gente en lugar de mantenerse como un evento distante y rígido. La participación política en Canadá ha sufrido altibajos en las últimas décadas, con votaciones generales rozando el 62% de asistencia en las últimas elecciones. Si sincronizar los tiempos con eventos populares aumenta el compromiso ciudadano, podría ser una estrategia válida.

Los Canadiens, en el centro de la coyuntura

El equipo de Montreal podría haber asegurado su entrada a los playoffs incluso antes del juego si los Columbus Blue Jackets perdían su partido anterior. Sin embargo, de haber ganado, incluso sin necesidad de ir a tiempo suplementario, habrían elevado la tensión al máximo para el partido del miércoles. La energía en la ciudad era palpable.

Las repercusiones incluso se sienten en campañas de publicidad, actividades en bares y restaurantes, y discursos de líderes. Ejemplo: el supermercado IGA, una institución en Quebec, ofreció descuentos del 10% en productos si los Canadiens ganaban su partido clave.

El debate, en cifras

  • Audiencia esperada original: 2,1 millones de personas
  • Audiencia real tras el cambio de horario: 1,6 millones (según estimaciones preliminares de Numeris)
  • Audiencia del partido Canadiens vs Hurricanes: 2,9 millones en su punto más alto
  • Cobertura mediática del debate: limitada en tiempo y espacio frente a la cobertura del hockey

Un espejo cultural

Canadá se muestra, en este episodio, como una nación donde la cultura deportiva puede ser tan dominante como la política. Aunque muchos sectores podrían criticar que el poder del entretenimiento desplace temas cruciales de conversación, otros celebran el evento como una muestra de pragmatismo cultural.

En tiempos donde muchos ciudadanos se sienten desconectados de la política, la posibilidad de ver un debate y luego apoyar a su equipo puede interpretarse como una forma innovadora de participación cívica.

¿Qué nos dice esto a nivel global? Que incluso en democracias consolidadas, las emociones colectivas —como las generadas por un equipo deportivo— siguen moviendo montañas, incluso calendarios electorales.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press