De plantaciones de azúcar a alimentos locales: el giro agrícola de Hawái que podría marcar el futuro del estado
Una compra histórica de tierras en Kauaʻi por parte del Estado podría cambiar el panorama de la agricultura isleña y su autosuficiencia alimentaria
¿Es posible que un territorio insular avance hacia la autosuficiencia alimentaria en pleno siglo XXI? En Hawái, un estado mayormente dependiente de importaciones para garantizar el suministro de alimentos a su población, la respuesta podría estar en una decisión crucial del gobierno estatal que incluye una inversión de $39 millones para adquirir un terreno agrícola estratégico en Kauaʻi.
Una apuesta estatal por la soberanía alimentaria
El terreno en cuestión, una parcela de 1,040 acres parte de la propiedad histórica de Grove Farm —anteriormente dedicada al cultivo de caña de azúcar—, forma parte del legado agrícola de Hawái y ahora podría convertirse en pilar para la revitalización de la producción local de alimentos.
La Corporación de Desarrollo Agronegocios del Estado (ADC, por sus siglas en inglés) planea adquirir esta franja de tierra fértil como parte de su misión de ampliar el acceso a tierras de cultivo para productores locales. En más de 30 años, la ADC ha acumulado más de 22,000 acres de tierras agrícolas, pero esta sería su compra más significativa en más de una década.
El precio del futuro agrícola
El precio por acre —alrededor de $39,000— puede parecer elevado a simple vista. Sin embargo, expertos como Brian Miyamoto, director ejecutivo del Hawaiʻi Farm Bureau, aseguran que se trata de una cifra razonable considerando el estado de la tierra y su infraestructura agrícola ya establecida:
“Me sorprendió el precio, pero creo que es justo. Estoy seguro de que habrá escrutinio, como debe ser, pero es una oportunidad que no se puede dejar pasar” — Brian Miyamoto.
La tierra en cuestión ya está siendo utilizada por unos 20 inquilinos agrícolas activos que han invertido en sistemas de riego y han establecido mercados locales. Esto convierte a la propiedad en una excepción frente a otros antiguos terrenos de plantaciones, que generalmente requieren altos costos para ser restaurados.
Un pasado azucarero, un futuro alimentario
Grove Farm, una compañía con más de 38,000 acres de terreno en Kauaʻi, se transformó significativamente desde que fue adquirida en 2000 por Steve Case, cofundador de America Online (AOL), por $26 millones y con una deuda de $64 millones.
En ese entonces, la compañía enfrentaba dificultades financieras. Hoy, Grove Farm ha evolucionado en silencio hacia un agente positivo en la comunidad, donando tierras —como en el caso de la escuela privada Island School en Puhi— y estableciendo mercados agrícolas internos.
No obstante, la comunidad local teme que si las tierras siguen cambiando de manos entre grandes propietarios ausentes, como inversionistas de tecnología y desarrollo inmobiliario, pudieran terminar degradadas o convertidas en proyectos residenciales.
Implicaciones sociales: agricultores respaldan la medida
Tal como expresó Ray Maki, expresidente del capítulo de la Unión de Agricultores de Hawái en Kauaʻi, la comunidad agrícola ve con buenos ojos que el Estado tome un rol más activo en la gestión de tierras agrícolas estratégicas:
“Lo que están haciendo aquí es limpiar su portafolio de tierras. Estamos a favor de que el estado —y no especuladores externos— administre tierras con responsabilidad agrícola.” — Ray Maki.
El problema central en la agricultura de Hawái no es simplemente producir, sino tener acceso a tierra, agua y condiciones de arrendamiento estables. Así lo expresó Wendy Gady, directora ejecutiva de la ADC:
“Nuestros agricultores necesitan contratos de arriendo largos, acceso garantizado al agua y seguridad a largo plazo. Eso es lo que nosotros aseguramos con estas adquisiciones.” — Wendy Gady.
El rol crítico del agua
En una isla como Kauaʻi, el agua lo es todo. La red de infraestructura hídrica construida durante la era de las plantaciones de caña proporciona una ventaja significativa para quienes buscan mantener el uso agrícola.
Yoshi LʻHote, director del centro agrícola ʻAina Hoʻokupu O Kīlauea, sostiene que el terreno es mucho más que hectáreas para cultivar: es un compromiso con la sostenibilidad del estado:
“No es sólo un pedazo de tierra; es una responsabilidad. Y los compradores foráneos no siempre entienden esto. El estado sí.” — Yoshi LʻHote.
Del capital privado al bien público
El vice presidente de Grove Farm, Shawn Shimabukuro, no entró en detalles sobre la transacción pero reafirmó que la empresa apoya los esfuerzos estatales para preservar suelo agrícola:
“Estamos comprometidos con apoyar la misión del estado de adquirir tierras de alto valor para fines agrícolas.” — Grove Farm.
Proyectos adicionales: más allá de Kauaʻi
La compra de Grove Farm no es una medida aislada. En su proyecto de presupuesto para mejoras de capital, el Senado estatal ha asignado más de $70 millones para nuevos proyectos administrados por ADC. Entre ellos:
- Un matadero para animales pequeños en Oʻahu Central
- Adquisición de tierras en Waimea (Kauaʻi)
- Mejoras de infraestructura y sistemas de riego
- Red regional de alimentos basada en el Central Oʻahu Food Hub
El senador Donovan Dela Cruz, líder del comité de Medios y Arbitrios del Senado, ha sido uno de los impulsores clave de estas medidas, que presentan una visión integral para fortalecer todo el ecosistema agrícola del estado.
Por qué esto importa ahora más que nunca
Hawái importa cerca del 85% de sus alimentos, convirtiéndose en una de las regiones con mayor dependencia alimentaria del país. Esta vulnerabilidad se hizo aún más notoria durante la pandemia de COVID-19, cuando cadenas de suministro globales se vieron severamente interrumpidas.
Invertir en tierras agrícolas productivas y disponibles como Grove Farm representa un paso estratégico hacia la seguridad alimentaria local. Más aún si se logra mantener a productores locales en el centro del sistema.
Reflexiones y caminos a seguir
Para algunos legisladores y líderes comunitarios, esta compra podría convertirse en un punto de inflexión histórico. Si el estado logra adquirir la tierra, mantenerla en producción y hacerla accesible a la próxima generación de agricultores hawaianos, se redactará una nueva narrativa donde economía, sostenibilidad y cultura convergen en los campos de Kauaʻi.
Wendy Gady, en declaraciones reveladoras, lo resumió de forma directa:
“Es una tierra deseable. Y no va a quedarse en el estante.”
Ciertamente, en un mundo marcado por crisis climática, de abastecimiento y pérdida de biodiversidad, garantizar que tierras fértiles permanezcan en manos de quienes las cultivan podría ser la mejor inversión a largo plazo.