Chicago, maestros y una negociación histórica: ¿el modelo sindical del futuro?
Sin huelga, con drama político y un contrato ambicioso, la Chicago Teachers Union logra lo que parecía imposible
Por primera vez en más de una década, el Sindicato de Maestros de Chicago (CTU, por sus siglas en inglés) firmó un contrato con la ciudad sin recurrir a huelgas ni amenazas de paro laboral. Este acuerdo histórico, firmado en un clima de agitación política y bajo la sombra de recortes federales en educación, promete no solo mayores salarios y más contrata de personal, sino también una redefinición del poder sindical en Estados Unidos.
Un entorno turbulento, una victoria inesperada
Aunque la firma del contrato ha sido celebrada como un logro significativo para ambas partes, el camino hacia este acuerdo no fue sencillo. Durante más de un año, las negociaciones estuvieron plagadas de conflictos internos, politización del proceso educativo y renuncias masivas dentro del sistema escolar.
El alcalde de Chicago, Brandon Johnson, un exmaestro y organizador de la CTU que fue elegido con el apoyo del sindicato en 2023, jugó un rol clave para evitar lo que parecía inevitable: otra huelga. Bajo su liderazgo, el distrito escolar enfrentó una crisis institucional sin precedentes: el despido del superintendente Pedro Martínez, la renuncia del consejo escolar original y la celebración de las primeras elecciones escolares en la ciudad.
Los números del nuevo contrato
El acuerdo, que estará vigente hasta 2028, representa una inversión de aproximadamente 1.500 millones de dólares. Frente al presupuesto anual del distrito, que ronda los 10.000 millones, el monto representa un esfuerzo fiscal considerable, ya que el sistema escolar público de Chicago enfrenta un déficit de 500 millones anuales y una deuda de pensión adicional de 175 millones.
Entre los principales logros del acuerdo se destacan:
- Aumentos salariales: 4% retroactivo, seguido de aumentos anuales del 4% al 5%. El salario medio pasará de 98.000 dólares a 110.000 en 2028.
- Contratación de personal: Se sumarán 800 nuevos docentes y casi 100 bibliotecarios adicionales.
- Reducciones en el tamaño de las clases: Límites por nivel escolar, con un máximo de 25 alumnos en jardín infantil.
- Más tiempo de preparación: 70 minutos diarios, aumentando en 10 minutos el tiempo previo.
Con el 97% de los miembros votando a favor del contrato, según datos proporcionados por la CTU, el apoyo interno ha sido abrumador, y la presidenta del sindicato, Stacy Davis Gates, lo bautizó como un acuerdo que "protege a nuestros estudiantes, particularmente aquellos más vulnerables bajo la presidencia de Trump".
Un modelo para el sindicalismo del siglo XXI
Este acuerdo podría reverberar más allá de Chicago. En Estados Unidos, donde los sindicatos han perdido fuerza durante décadas —especialmente en el sector educativo tras las limitaciones impuestas por leyes estatales—, la CTU ha sabido reposicionarse dentro del panorama político y laboral.
La ola reformista empezó años atrás. En 1995, la legislatura de Illinois, dominada por republicanos, eliminó el derecho de los sindicatos educativos a negociar aspectos no salariales. Esta restricción fue levantada recién en 2021, con apoyo demócrata. Con este contrato, Chicago se convierte en el primer gran distrito en probar estas nuevas reglas con éxito, lo que podría inspirar a ciudades como Los Ángeles o Nueva York a seguir su ejemplo.
"Organizarse es la manera en que resistimos agendas políticas que buscan desmantelar nuestras escuelas públicas y servicios públicos", escribió el sindicato de maestros de Los Ángeles al celebrar el logro de sus colegas de Chicago.
¿Cómo se logró un pacto sin huelga?
El rol del alcalde Brandon Johnson fue determinante. Si bien tuvo fricciones abiertas con el ex superintendente Martínez —quien calificó de “inviable” su propuesta de tomar un préstamo de 300 millones con altos intereses para cubrir las alzas salariales—, Johnson logró sentar en la mesa a todas las partes involucradas. Finalmente, en octubre, el consejo escolar renunció en masa, dando paso a la primera elección educativa de la ciudad, como parte de la transición hacia una educación menos politizada.
La estrategia también incluyó un giro hacia la transparencia: por primera vez, algunas sesiones de negociación fueron transmitidas en vivo al público. Si bien restan muchas preguntas sobre cómo se financiarán los años siguientes del contrato, existe un acuerdo general en que lo logrado representa un nuevo precedente.
El presupuesto: la gran interrogante
"El primer año del contrato está financiado. Después de eso… no sabemos", reconoció Martínez, en conferencia de prensa. Y es justamente esta duda la que abre flancos políticos complicados para la ciudad.
Con la administración federal encabezada nuevamente por Donald Trump —quien ha prometido recortes en educación y defensa a los programas de equidad—, las ayudas gubernamentales podrían recortarse. Cabe destacar que cerca del 70% de los 325.000 alumnos que integran el sistema escolar de Chicago provienen de hogares de bajos ingresos, y más del 80% son afroamericanos o latinos.
Del conflicto al consenso… ¿una nueva normalidad?
Expertos en relaciones laborales, como el profesor Robert Bruno, de la Universidad de Illinois, catalogan lo vivido en 2025 como un viraje histórico. “Pasar de décadas de huelgas y conflictos a un contrato sin cierres, con más inversión y apoyo popular, habla del poder institucional que el sindicato ha logrado construir”, afirmó.
Pero no todo es armonía. Aunque Johnson ha querido posicionar su origen sindical como una fortaleza —llegando a decir que “ningún otro alcalde podría haber reunido a todas las partes”—, su cercanía con la CTU también ha despertado acusaciones veladas de nepotismo y falta de independencia. Durante la negociación, Martínez llegó a obtener una orden judicial luego de acusar a miembros del nuevo consejo escolar de reunirse en secreto con el sindicato.
¿Un nuevo pacto social para las escuelas urbanas?
En última instancia, este nuevo contrato va mucho más allá de los salarios o la contratación. Representa, quizás, un intento de redefinir el pacto social urbano en torno a la educación pública.
“Nos mantuvimos fieles a nuestros valores”, sintetizó Martínez, reconociendo que, aunque acorralado políticamente, priorizó el bienestar de los estudiantes. Por su parte, Davis Gates remarcó que el éxito de la negociación demuestra la urgencia de pensar en la educación como una prioridad nacional.
En un país profundamente polarizado, donde el sistema educativo se ha convertido en campo de batalla política —como revela la oleada de violencia contra funcionarios e instituciones educativas reportada en los últimos años—, lo logrado en Chicago no solo es una referencia técnica. Es una declaración de principios.
Con una clase trabajadora empoderada, un liderazgo político alineado y una educación en el centro del debate, Chicago bien podría estar marcando el nuevo camino para el sindicalismo del siglo XXI en las ciudades de Estados Unidos.