Thingyan bajo las sombras: El festival del agua en Myanmar entre tragedia y tradición

Mientras Tailandia y otros vecinos del sudeste asiático celebran con alegría el comienzo del año nuevo, Myanmar opta por un Thingyan silencioso tras un devastador terremoto y años de conflictos

Por: Redacción Especial

Niños con mascarillas juegan con agua durante el Thingyan en Yangon, Myanmar, abril 2025

La tristeza empaña la tradición

Thingyan, el festival tradicional del agua que marca la llegada del año nuevo birmano, suele ser una de las fechas más celebradas en Myanmar. Cada abril, mientras las temperaturas superan los 40°C, las calles se inundan, literalmente, de alegría. Personas de todas las edades se lanzan agua —símbolo de purificación— entre sí en un festejo que une espiritualidad y emoción desenfrenada.

Sin embargo, el Thingyan de 2025 quedará marcado por una combinación de silencio, duelo nacional y resiliencia. El pasado 28 de marzo, un terremoto de magnitud 7,7 sacudió el corazón de Myanmar, dejando más de 3.600 muertos y devastando estructuras desde edificios modernos hasta pagodas milenarias. Y aunque Thingyan llegó como cada año, esta vez lo hizo bajo un velo de sufrimiento y reflexión.

La tragedia del terremoto y su impacto cultural

La sacudida no solo se sintió en la tierra. En palabras de ciudadanos birmanos, el país entero se tambaleó emocional y espiritualmente. “La muerte ha tocado a cada familia, y aunque quisiéramos bailar, nuestro corazón no tiene ritmo”, expresó un comerciante de Yangon a medios locales.

La magnitud del desastre obligó al gobierno dirigido por la junta militar —instaurada tras el golpe de Estado de 2021— a emitir un comunicado especial para pedir que el Thingyan de 2025 fuera conmemorado en clave “tranquila, tradicional y espiritual”. Nada de música, bailes ni conciertos, elementos habituales en las principales ciudades durante el festival.

Thingyan y la lista del patrimonio cultural de la UNESCO

Paradojas del destino: esta edición de Thingyan sería la primera tras su inclusión en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, un reconocimiento que Myanmar recibió en diciembre de 2024.

En otras circunstancias, esto habría sido motivo de orgullo nacional. Sin embargo, el terremoto le robó el brillo a este acontecimiento. “Esto debía ser una celebración histórica, pero la historia se escribió con lágrimas”, comentó la activista cultural Moe Thandar en un foro público virtual.

Yangon: de pabellones festivos a calles fantasmas

En años anteriores, Yangon —la ciudad más grande del país— construía majestuosos escenarios frente al Ayuntamiento. Multitudes bailaban al ritmo de bandas populares y se movían bajo chorros de agua lanzados desde camiones. Este año, las estructuras se desmontaron, las fuentes se apagaron y las calles permanecieron inquietantemente serenas.

El periódico estatal Global New Light of Myanmar informó que en su lugar se realizaría un “banquete de caridad tradicional” sin música ni espectáculos. También hubo sesiones de meditación, lavado ritual de estatuas de Buda y visitas a monasterios para oraciones silenciosas.

Los niños no entienden el duelo político

En algunos barrios residenciales, niños con baldes improvisados y armas de agua de juguete sí aparecieron en las calles. A su manera, mantienen viva la tradición. “Mis hijos no han conocido una Myanmar en paz. Pero no quiero arrebatarles la única semana en la que pueden simplemente jugar”, dijo una madre en Hlaing Township.

En ausencia de festividades organizadas por el Estado, fueron los ciudadanos quienes intentaron conciliar el respeto al duelo con pequeños gestos festivos. Según reportes, tiendas y centros comerciales siguieron vendiendo artículos típicos del festival, como cañones de agua, ropa floral y Thanaka —el cosmético amarillo que adorna usualmente los rostros durante las celebraciones—.

¿Es posible celebrar en medio del conflicto?

Esta no es la primera vez que el festival ha tenido que enfrentar la adversidad. En 2020, la pandemia del COVID-19 obligó a suspender eventos públicos. Desde el golpe militar de 2021, Myanmar ha vivido una guerra civil de distinta intensidad en varias regiones. Pero el terremoto de 2025 mostró una nueva cara del sufrimiento colectivo: el del desastre natural en una sociedad ya desgastada.

“El pueblo birmano solo quería un respiro. Pero todo se alinea para hacer de 2025 un año no para celebrar, sino para resistir”, según reflexiona el periodista local Ko Htet Naing.

Una mirada a los vecinos: Songkran sí estalló en Tailandia

Mientras Myanmar entraba en el Thingyan más sombrío en décadas, el vecino Tailandia celebraba a todo volumen el Songkran, su versión del festival del agua. Más de 2 millones de turistas internacionales llegaron para unirse a la fiesta, según la Autoridad de Turismo de Tailandia.

Calles céntricas de Bangkok como Khao San Road parecían zonas de batalla acuática. Pistolas de agua gigantes, cántaros, cubos y hasta mangueras a presión complementaban el arsenal líquido. En redes sociales, se compartían imágenes que contrastaban bruscamente con las de Myanmar: en un lado, alegría irresistible; en otro, recogimiento forzoso.

Nuevamente la desigualdad regional se hacía evidente. Mientras países como Laos y Camboya también conmemoraban su año nuevo con celebraciones moderadas, Myanmar seguía atrapado en un ciclo de tragedias políticas y naturales.

Datos sobre el Thingyan y su simbolismo espiritual

  • El festival Thingyan proviene de la palabra sánscrita “Sankranti”, que significa “paso” o “transición” del sol de un signo zodiacal a otro.
  • Corresponde a la llegada de la temporada de lluvias y al “lavado” de los pecados o malas acciones del año anterior mediante el agua.
  • Los rituales incluyen verter agua perfumada sobre estatuas de Buda, ofrecer comida en monasterios y cortar las uñas y lavar los pies de los ancianos como símbolo de respeto.
  • Los festejos suelen durar del 13 al 16 de abril, aunque a menudo se extienden dependiendo de calendarios regionales y decisiones gubernamentales.

Una festividad que sobrevive pese a todo

Aunque Thingyan 2025 no fue ni alegre ni vibrante, sí fue una muestra de tenacidad cultural. Familias rezando en templos, voluntarios repartiendo comida y niños disparando agua fueron testigos del esfuerzo de un pueblo por no perder su identidad incluso en medio de crisis profundas.

“Si uno escucha el sonido del agua caer este año, no será del estruendo festivo habitual, sino del susurro firme de un pueblo que se niega a desaparecer”, dice una frase popular que circula este año por foros birmanos. Una frase que recuerda que incluso en su versión más atenuada, Thingyan sigue siendo el latido espiritual de Myanmar.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press