Siria busca un nuevo comienzo: la visita de Ahmad al-Sharaa a Emiratos y el juego geopolítico regional

El nuevo liderazgo en Damasco intenta reconstruir puentes, calmar inquietudes regionales y redefinir su rol en una región marcada por la desconfianza política y los conflictos armados.

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Un giro histórico en Damasco

El 13 de abril de 2025 marcó un hito en la historia reciente de Siria. El presidente Ahmad al-Sharaa realizó su primera visita oficial a los Emiratos Árabes Unidos (EAU), apenas cuatro meses después de liderar una rebelión que derrocó al longevo y polémico Bashar al-Assad. Este gesto diplomático recobró la atención internacional, no solo por la visita en sí, sino por el intento de Damasco de reintegrarse a una comunidad árabe de la que estuvo marginada por más de una década.

La agencia estatal WAM reportó que el presidente de los EAU, el jeque Mohammed bin Zayed Al Nahyan, recibió a al-Sharaa en Abu Dabi y expresó sus deseos de éxito para “guiar a Siria en este nuevo capítulo hacia el desarrollo, la paz y la estabilidad”.

De paria regional a socio potencial

En 2011, los Emiratos, junto con la mayoría de los países árabes, cortaron lazos diplomáticos con el régimen de Al-Assad tras su sangrienta respuesta a las protestas populares. Lo que comenzó con manifestaciones pacíficas desembocó en una guerra civil devastadora que dejó más de 400,000 muertos y desplazó a más de 12 millones de sirios. Durante años, Siria se convirtió en un mosaico de zonas controladas por el gobierno, fuerzas kurdas, grupos opositores y milicias extremistas.

La visita de al-Sharaa a Emiratos sugiere un intento evaluado y estratégico de legitimar el nuevo gobierno en Damasco. Este gesto es particularmente simbólico considerando que EAU fue uno de los primeros países en restablecer relaciones con Siria tras años de aislamiento, reabriendo su embajada en Damasco en 2018, y posteriormente siendo la primera nación del Golfo en recibir a Assad en 2022.

¿Quién es Ahmad al-Sharaa?

Ahmad al-Sharaa, hasta hace poco un líder insurgente, es una figura compleja. Aunque proviene de la estructura islamista moderada de la oposición siria, ha proyectado una imagen conciliadora y ha prometido construir un Estado inclusivo. Sin embargo, su pasado asociado a la movilización armada genera recelo en algunas capitales, incluido Abu Dabi, donde el temor a movimientos islamistas influenciados por los Hermanos Musulmanes es histórico.

Como líder de una coalición variada —formada por excombatientes, políticos reformistas y actores tribales—, al-Sharaa enfrenta enormes desafíos: reconstruir una nación devastada, integrar múltiples milicias en una fuerza nacional y establecer legitimidad ante una población exhausta y fragmentada.

Los Emiratos y su papel ambivalente

Para los Emiratos Árabes Unidos, mantener una relación funcional con Siria es parte de una estrategia geopolítica pragmática. Abu Dabi ha mostrado una política exterior basada en el realpolitik: alianzas con actores estratégicos más allá de ideologías. Apoyaron años atrás al presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi frente a los Hermanos Musulmanes y han intervenido en Libia y Yemen apostando por el orden y la estabilidad regional.

No obstante, su acercamiento al nuevo gobierno sirio no es libre de tensiones. Los Emiratos aún mantienen reservas sobre el componente islamista del liderazgo de al-Sharaa y han expresado discretamente su inquietud sobre el futuro rumbo ideológico de Damasco. Aun así, reconocen la necesidad de evitar que el país caiga nuevamente en un vacío de poder.

Israel y la tensión fronteriza

Desde la caída de Assad, Israel ha intensificado su campaña militar en Siria. Con bombardeos aéreos contra posiciones de milicias respaldadas por Irán y una incursión terrestre en la zona desmilitarizada bajo supervisión de Naciones Unidas, Israel sostiene que su operación es una medida preventiva de seguridad nacional.

Dicho territorio forma parte del alto el fuego de 1974, mediado por la ONU tras la guerra del Yom Kippur. Las nuevas autoridades sirias han acusado a Israel de violar ese acuerdo, instando al Consejo de Seguridad a intervenir. En este contexto, la posible mediación de Emiratos podría ser clave: como uno de los pocos países árabes con relaciones normalizadas con Israel, tiene capital político para facilitar un entendimiento tácito.

Reedificación nacional: economía e infraestructura

Siria enfrenta una catástrofe económica. Según estimaciones del Banco Mundial, las pérdidas económicas acumuladas del conflicto superan los $420 mil millones de dólares. La electricidad es intermitente, el sistema de salud colapsó, el 90% de la población vive en pobreza, y ciudades como Alepo, Homs y Raqqa siguen en ruinas.

El objetivo inmediato del nuevo gobierno es captar inversión regional para iniciar la reconstrucción. Emiratos ya ha mostrado interés en participar: empresas con sede en Dubái tienen contratos para rehabilitar infraestructura crítica, aunque el capital aún se filtra a cuentagotas debido a las sanciones económicas internacionales.

El panorama diplomático en el mundo árabe

La recepción hacia al-Sharaa en el mundo árabe ha sido desigual. Mientras que Arabia Saudita y Qatar lo han acogido rápidamente, otros países, como Jordania y Marruecos, han adoptado un enfoque más cauteloso. Egipto, por ejemplo, mantiene un canal de comunicación abierto, pero se ha abstenido de expresar un respaldo público fuerte.

Siria fue suspendida de la Liga Árabe en 2011. Su reingreso, aunque ampliamente debatido, aún depende de la consolidación del nuevo gobierno, el cese de hostilidades internas y un compromiso visible con la estabilidad regional. No obstante, fuentes diplomáticas árabes aseguran que el “asiento sirio” podría reactivarse formalmente en la próxima cumbre de Doha, si la situación política continúa estabilizándose.

La integración militar: un reto titánico

Uno de los mayores desafíos del nuevo gobierno es unificar el aparato militar. Actualmente, varias milicias locales —algunas con agendas propias o respaldo extranjero— controlan distintas zonas del país. Integrarlos bajo un comando nacional requiere capacidad técnica, voluntad política y concesiones difíciles.

Algunos informes señalan que Rusia ha ofrecido asistencia para profesionalizar una nueva estructura de defensa siria neutral, mientras que Turquía, que todavía mantiene presencia en el norte del país, exige una “garantía de desmilitarización fronteriza” a cambio de retirar sus tropas. Se prevé que la ONU lance el mes próximo una mesa de diálogo sobre seguridad en Ginebra.

Mirando hacia el futuro

La visita de Ahmad al-Sharaa a Emiratos representa más que una reunión diplomática: es un intento por romper el aislamiento político y redefinir el papel de Siria en el tablero regional. En un mundo árabe reconfigurado por acuerdos de normalización, rebeliones frustradas y nuevas alianzas, el porvenir de Siria dependerá tanto de su capacidad para negociar con actores externos como de su habilidad interna para contener tensiones sectarias y restaurar servicios mínimos.

El camino hacia la estabilidad es largo, lleno de intereses cruzados, estructuras fragmentadas y poblaciones heridas. Pero el hecho de que un insurgente convertido en jefe de Estado sea recibido por uno de los líderes más estratégicos del Golfo revela una voluntad tácita de comenzar de nuevo. Y en Oriente Medio, esa es una oportunidad que rara vez se presenta.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press