Santa Sofía ante el temblor del tiempo: renovación histórica para un ícono milenario
Turquía inicia la fase más ambiciosa de restauración en la emblemática Santa Sofía de Estambul, en medio de riesgos sísmicos y debates entre herencia cultural y fe
Santa Sofía: Entre la historia y la fe
En el corazón de Estambul, una ciudad que respira historia en cada rincón, se alza imponente un monumento que ha sobrevivido imperios, guerras y cataclismos naturales durante casi quince siglos: la Santa Sofía. Este testimonio único de la arquitectura bizantina y otomana, inaugurado en el año 537 por el emperador Justiniano, se encuentra ahora en el centro de una nueva intervención que combina ingeniería moderna, fe, política y una sensibilidad patrimonial global.
Recientemente, las autoridades turcas anunciaron una nueva fase de restauración intensiva y sísmica de este icónico edificio. El objetivo: proteger su majestuosa cúpula principal, sus semidomos y demás elementos estructurales frente a un futuro sismo que, según pronósticos científicos, podría devastar Estambul. Pero la magnitud del proyecto va más allá de lo técnico. Es un reflejo complejo de la identidad turca moderna, atrapada entre su pasado imperial y su futuro incierto.
Un legado bajo amenaza sísmica
En 2023, un destructor terremoto de magnitud 7.8 golpeó el sur de Turquía y causó más de 53,000 muertos. Aunque Estambul no fue afectada directamente, su cercanía a varias fallas geológicas ha encendido alarmas. Según el profesor Mehmet Selim Okten, ingeniero de construcción y miembro del consejo científico del proyecto, "hemos entrado en la fase más significativa de conservación estructural de Santa Sofía en más de 150 años".
Entre las medidas destacadas del plan, se incluye:
- Refuerzo de la cúpula principal y de las semi-cúpulas laterales
- Reemplazo de las cubiertas de plomo ya deterioradas
- Rehabilitación del marco de acero que soporta la estructura
- Intervención cuidadosa sin cerrar el templo al culto musulmán o al turismo
Una enorme grúa se instaló en la fachada este del edificio para facilitar materiales e inspecciones. Paralelamente, se llevará a cabo un estudio académico detallado de capas históricas de daño, incluyendo incendios y terremotos pasados.
Santa Sofía: espejo de una nación dividida
Santa Sofía ha cambiado de rol social y religioso en múltiples ocasiones: catedral cristiana ortodoxa durante siglos, mezquita otomana tras la conquista de Constantinopla en 1453, y finalmente museo por orden de Atatürk en el nacimiento de la Turquía moderna en 1934. Sin embargo, en 2020, el gobierno autoritario de Recep Tayyip Erdoğan revirtió esta decisión, reabriendo Santa Sofía como mezquita.
Esta jugada fue celebrada por sectores nacionalistas e islamistas, que ven el monumento como un símbolo del triunfo otomano y de la supremacía cultural musulmana. Sin embargo, también generó fuertes críticas tanto dentro como fuera del país. La UNESCO, por ejemplo, expresó preocupación por el futuro del edificio como Patrimonio Mundial de la Humanidad y por la pérdida de la dimensión museística que permitía su apreciación interreligiosa y multicultural.
"Santa Sofía pertenece al mundo entero", declaró en su momento el experto griego en arte bizantino Haris Kalligas, aludiendo a su valor patrimonial universal más allá de cualquier dogma.
Restaurar sin detener el culto: el nuevo reto
En 2024, el gobierno turco ha dejado claro que la restauración de Santa Sofía no interrumpirá el rezo musulmán diario. Esta decisión no solo responde a motivaciones ideológicas, sino también prácticas: una suspensión total del culto podría ser percibida como una debilidad política por el público conservador del país.
Esto ha obligado a diseñar una estrategia técnica y arquitectónica que conviva simultáneamente con la liturgia, el turismo y la ingeniería. Rupert Wegerif, académico de la Universidad de Cambridge y visitante habitual del monumento, valoró positivamente el equilibrio propuesto: “Es una joya cultural única, y me alegra ver que se están tomando en serio su refuerzo frente a terremotos”.
Innovación y transparencia: dos pilares controvertidos
Otra de las novedades del proyecto es su apertura a la ciudadanía y a la comunidad científica nacional e internacional. Las autoridades aseguran que los trabajos podrán ser monitoreados de forma transparente, lo que representa una pequeña victoria para los defensores del patrimonio y los historiadores, quienes por años han acusado a Ankara de falta de apertura en estos procesos.
“Para preservar esta herencia, utilizaremos materiales modernos, ligeros y reciclables”, dijo Okten durante una conferencia de prensa. Estos nuevos enfoques pretenden armonizar tradición con protección ambiental, además de facilitar evacuaciones en caso de una emergencia.
¿Un templo para todos o para unos pocos?
Los retos de Santa Sofía no son solo arquitectónicos. Su función como mezquita ha restringido el acceso a algunos sectores: los icónicos mosaicos cristianos, que fueron cubiertos para la oración, ahora solo se muestran durante horas restringidas, generando molestias entre turistas, cristianos ortodoxos y académicos del arte.
Por otro lado, no es menor el hecho de que el edificio ha visto aumentos en el flujo de visitantes: más de 3.5 millones de personas la visitaron en 2023, lo cual refleja su continuo atractivo. Pero, ¿puede una Santa Sofía que ya no es ni completamente museo ni plenamente mezquita satisfacer las demandas de todas sus audiencias?
Erdoğan y el legado político
La restauración, aunque oficialmente técnica, no escapa del radar político. Recep Tayyip Erdoğan ha moldeado su liderazgo en símbolos: el retorno del rezo a Santa Sofía fue una carta triunfal para consolidar su relato islamonacionalista. Esta obra añade otra página simbólica a su discurso, de cara a los desafíos económicos y sociales que enfrenta su gobierno actualmente.
Un eventual retraso, defecto o accidente podría volverse un talón de Aquiles. Por ello, la administración está interesada en que los trabajos avancen con profesionalismo y visibilidad, como muestra de la capacidad estatal. El propio ministro de Cultura, Mehmet Nuri Ersoy, afirmó que “Santa Sofía no es solo piedra, es fe, historia y nación”.
¿Hacia dónde se inclina la balanza global?
Las miradas internacionales siguen puestas sobre Estambul, esperando que la restauración sirva como ejemplo de gestión patrimonial sofisticada pero también como un test de tolerancia religiosa y cultural. Aunque el gobierno argumenta que no hay pérdida simbólica —pues cualquiera puede visitar Santa Sofía—, muchos critican el uso del culto religioso como tapa para limitar el libre acceso académico y turístico.
Por otro lado, países como Grecia, Armenia e instituciones como la UNESCO y el Consejo Ecuménico de Iglesias siguen presionando por un mecanismo internacional que garantice la pluralidad de usos y voces en el destino del monumento.
¿Puede Santa Sofía ser todo para todos? Esa es la disyuntiva que resuena en cada piedra restaurada. Mientras tanto, la torre grúa ya se alza, las cúpulas aguardan su blindaje, y Estambul contiene la respiración.