La tormenta perfecta: cómo la desfinanciación y la desinformación alimentan el resurgimiento del sarampión en Estados Unidos

Un análisis de la crisis sanitaria en Texas y cómo podría repetirse a nivel nacional si no se fortalece la infraestructura de vacunación

Por primera vez en más de una década, Estados Unidos enfrenta un brote alarmante de sarampión, una enfermedad que se había declarado eliminada en el año 2000. Con más de 700 casos reportados solo en los primeros meses de 2025, y más del 75% de ellos concentrados en Texas, el país se enfrenta a una emergencia de salud pública que pudo haberse evitado.

Un problema que va mucho más allá de Texas

Si bien el foco del actual brote de sarampión se concentra en Texas —especialmente en zonas rurales como el condado de Gaines, donde fallecieron dos niñas menores de 10 años en las últimas semanas—, lo cierto es que el fenómeno obedece a una confluencia de factores que afectan a todo el país. La desfinanciación crónica de los programas de inmunización, la creciente desconfianza hacia las vacunas y recortes federales recientes han creado el caldo de cultivo perfecto para el regreso de enfermedades prevenibles.

El sarampión no volvió por casualidad

No se trata de un acto del azar. El repunte de casos se explica por una combinación de negligencia institucional y falta de voluntad política. En palabras de Katherine Wells, directora de salud en Lubbock, Texas: “No hemos tenido un programa de inmunización fuerte capaz de hacer un trabajo efectivo en campo desde hace años.”

La situación se agrava al constatar que programas federales de inmunización como Vaccines for Children y la Sección 317 del Public Health Services Act han sufrido años de financiamiento estancado. Mientras el costo de vacunas, salarios y campañas educativas ha aumentado, los recursos disponibles no han seguido el ritmo.

Datos que inquietan: descenso en tasas de vacunación

  • Solo el 92.7% de los niños de kínder en EE.UU. recibieron sus vacunas requeridas en 2023, por debajo del umbral del 95% necesario para prevenir brotes.
  • La tasa de exenciones por parte de los padres se encuentra en máximos históricos.
  • En el condado de Gaines, el índice de vacunación para sarampión, paperas y rubéola (MMR) es apenas del 82%.
  • Texas destina solo $17 per cápita a salud pública, uno de los niveles más bajos del país.

La lógica del "aguante presupuestario" ya no funciona

Un ejemplo que ilustra esta debacle es el caso de Lubbock. Durante años, su programa de vacunación funcionó con una subvención estatal de $254,000. Antes alcanzaba para tres enfermeras, una asistente administrativa, y materiales promocionales. Hoy, cubre el sueldo de una enfermera, una cuarta parte de otra, y casi nada más.

“¿Qué enfermedades podemos permitirnos prevenir y cuántas personas podemos permitirnos proteger?”
– Dra. Kelly Moore, exdirectora del programa de inmunización de Tennessee.

El deterioro de estos programas obliga a decisiones dolorosas: cerrar clínicas rurales, reducir horarios flexibles o prescindir de campañas educativas que contrarresten la desinformación.

Los recortes federales: una bomba de tiempo

En marzo de 2025, el gobierno federal canceló $2,000 millones en fondos relacionados a la inmunización derivados de la respuesta al COVID-19. Aunque 23 estados demandaron la medida con éxito judicial, Texas no se sumó a la demanda, dejando a sus departamentos de salud locales completamente expuestos.

Los efectos no tardaron en aparecer: el condado de Dallas tuvo que cancelar más de 50 clínicas de vacunación. Lubbock podría perder siete puestos de trabajo relacionados directamente con inmunización. Y en Nuevo México, justo del otro lado de la frontera con Texas, se eliminaron subvenciones para educación sobre vacunas.

¿Por qué importan tanto estas vacunas?

El sarampión no es una enfermedad trivial. Es extremadamente contagioso y puede causar neumonía, daño cerebral permanente e incluso la muerte. Antes de que existiera la vacuna, el sarampión mataba a más de 2 millones de personas al año en todo el mundo. Según el CDC, las vacunas infantiles salvan 4 millones de vidas cada año y la vacuna contra el sarampión sola podría evitar 19 millones de muertes de aquí a 2030.

Los programas de vacunación también reducen la necesidad de atención médica costosa, lo que supone un ahorro significativo para los sistemas de salud pública.

Una tormenta ideal para que proliferen los antivacunas

Según la National Association of County and City Health Officials, el 80% de los departamentos de salud locales detectaron una creciente renuencia a la vacunación entre sus pacientes, un alza preocupante comparada con el 56% en 2017.

Este fenómeno no se limita a círculos conspiranoicos. El mensaje antivacunas ha ganado espacio en legislaturas estatales. Este año, legisladores en Texas y más de dos tercios de los estados introdujeron propuestas que facilitan la exención de vacunas o imponen obstáculos al proceso de vacunación obligatoria.

Mientras tanto, voces poderosas como la del Secretario de Salud federal, Robert F. Kennedy Jr. —célebre por su activismo antivacunas— se niegan a enviar un mensaje claro a favor de la vacunación. Esto siembra más confusión y debilita la confianza del público.

Impacto nacional: un incendio listo para expandirse

El brote texano comenzó en comunidades menonitas reacias a las vacunas y al intervencionismo estatal, pero se propagó rápidamente a otras poblaciones con cobertura insuficiente. Este patrón podría repetirse en otras áreas del país con porcentajes similares de vacunación.

Dr. Peter Hotez, co-director del Texas Children’s Hospital Center for Vaccine Development, lo resumió así:

“Es como un huracán sobre aguas cálidas en el Caribe. Mientras haya agua tibia, el huracán se fortalece. En este caso, el agua tibia son los niños sin vacunar.”

El rol de los condados: héroes discretos

En medio de esta crisis, algunos condados como Andrews han asumido el liderazgo, utilizando fondos propios para mantener clínicas abiertas. Su programa sirve incluso a residentes de condados vecinos que no pueden acceder fácilmente a vacunas. Más de la mitad de sus pacientes provienen de otras regiones.

Pero la falta de una respuesta estatal coordinada debilita el esfuerzo. Como señala Gordon Mattimoe, director de salud de Andrews: "Los gérmenes no respetan límites entre condados."

¿Qué se necesita para cambiar esta tendencia?

  • Incrementar el financiamiento federal y estatal para programas de vacunación, especialmente en zonas rurales.
  • Educar al público con información basada en evidencia científica para combatir la desinformación.
  • Promover campañas de sensibilización adecuadas a contextos culturales específicos.
  • Restaurar fondos cortados por decisiones políticas recientes que debilitan la infraestructura de salud pública.
  • Evitar nuevas legislaciones estatales que faciliten exenciones no médicas a las vacunas.

El regreso del sarampión no es solo una alarma para Texas, sino una advertencia para todo el país. Si se continúa por la senda de la desinversión, la desinformación y la descoordinación, lo que hoy vivimos en los llanos texanos puede reproducirse fácilmente en cualquier otro rincón de Estados Unidos. La vacunación no es solo un acto médico: es un acto de responsabilidad social y, sobre todo, una forma de proteger la vida de millones.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press