Tragedia, tensión y caos: el fútbol sudamericano enfrenta otro colapso de seguridad en la Libertadores
La muerte de dos aficionados y la suspensión del Colo Colo vs. Fortaleza en pleno partido reviven las dudas sobre la organización y seguridad en el fútbol continental
Una noche que debía ser de gloria y terminó en tragedia
La Copa Libertadores, el torneo más prestigioso de clubes en Sudamérica, volvió a mostrar su lado más oscuro el pasado jueves 10 de abril en el estadio Monumental David Arellano de Santiago de Chile. Dos aficionados murieron en el exterior del recinto antes del inicio del partido entre el local Colo Colo y el visitante brasileño Fortaleza, tras una estampida causada por un intento de ingresar a la fuerza al estadio.
¿Qué sucedió realmente fuera del estadio Monumental?
Según el fiscal de Flagrancia Oriente, Francisco Morales, un grupo numeroso de hinchas intentó ingresar al estadio a través del edificio Casa Alba, adyacente al recinto deportivo. La policía intervino para impedirlo, pero la aparente tensión derivó en una estampida humana.
Durante el caos, una valla de protección fue derribada y dos personas quedaron atrapadas debajo, provocando la muerte de una de ellas en el lugar y de la otra en una clínica cercana. Morales añadió que se está investigando el rol de la policía, ya que algunos testigos afirmaron que un vehículo policial podría haber estado involucrado en el hecho fatal.
Caos también dentro del estadio
Lo que comenzó en el exterior tuvo repercusiones dentro del campo. Si bien el partido logró arrancar, ya desde el comienzo el ambiente fue tenso. En el minuto 70 y con el marcador empatado 0-0, grupos de hinchas colocolinos comenzaron a lanzar objetos al campo a modo de protesta. El caos se trasladó a las gradas, y los jugadores de Fortaleza optaron por refugiarse en los vestuarios mientras integrantes de Colo Colo, entre ellos el experimentado Arturo Vidal y el capitán Esteban Pavez, intentaban calmar a la multitud.
El árbitro uruguayo Gustavo Tejera suspendió finalmente el partido. Más tarde, la CONMEBOL emitió un comunicado oficial lamentando el fallecimiento de los dos aficionados y expresó sus condolencias a los familiares y seres queridos de las víctimas.
Un historial preocupante: violencia y organización deficiente
Por desgracia, lo ocurrido en Santiago no es un hecho aislado. La organización de partidos en el fútbol sudamericano viene siendo objeto de crítica desde hace años. La violencia, las entradas falsas, la sobreventa de boletos y la falta de control riguroso en los accesos son problemas constantes.
En la edición 2022 de la final de la Copa Libertadores entre Flamengo y Athletico Paranaense disputada en Guayaquil, Ecuador, se vivieron situaciones críticas con boletos fraudulentos y entradas clausuradas sin explicación. En 2018, la final entre Boca Juniors y River Plate fue suspendida por agresiones al autobús de Boca en el estadio Monumental de Buenos Aires, obligando al cambio de sede a Madrid, una vergonzosa solución que marcó un punto de quiebre.
No es fútbol, es supervivencia
El desenlace trágico de la noche del jueves en Santiago refleja un patrón de inseguridad estructural en los estadios sudamericanos. La experiencia de asistir a un partido de fútbol debe ser festiva, comunitaria, familiar. Pero tal percepción está cada vez más alejada de la realidad en varias plazas del continente.
“Cuando uno va al estadio piensa en apoyar a su equipo, no en morir a las puertas del recinto,” declaró Rodrigo Herrera, periodista chileno, en su programa radial. “Es intolerable que en pleno 2024 nos sigamos enfrentando con arcaicos sistemas de ingreso, presencia policial mal capacitada y total colapso logístico.”
Las responsabilidades: ¿club, policía o dirigencia?
Una de las mejores preguntas que surgen tras este tipo de tragedias es: ¿quién debe hacerse responsable? La dirigencia de Colo Colo, como organizador del evento, debe tener un plan de contingencia. La policía, como encargada de controlar el orden público, tiene que actuar con profesionalismo y evitar el uso excesivo de fuerza o maniobras improvisadas. La CONMEBOL, como ente rector, tampoco puede desentenderse del asunto: supervisar la viabilidad de las sedes, exigir protocolos y sancionar cuando los riesgos se concretan es parte de su labor.
Sin embargo, muchas veces la responsabilidad termina diluida entre instituciones y nadie asume consecuencias reales. Las familias de las víctimas quedan solas, el fútbol sigue su curso, y la historia amenaza con repetirse.
¿Y ahora qué pasará con el partido suspendido?
Hasta el cierre de esta nota, la CONMEBOL no había anunciado una fecha oficial para reanudar o repetir el encuentro entre Colo Colo y Fortaleza. Considerando que se trataba de un partido de fase de grupos de la Copa Libertadores, la decisión que se tome será clave para ambos equipos, pero más importante aún será la respuesta institucional ante la tragedia.
¿Habrá sanciones? ¿Se revisará el sistema de seguridad? ¿Se exigirán mayores garantías para los espectadores en los partidos restantes del torneo?
El jugador como pacificador: la posición incómoda de los futbolistas
Llama la atención cómo han sido los mismos jugadores quienes, en diversas ocasiones, asumen el papel de gestionar multitudes. Arturo Vidal y Esteban Pavez, referentes de Colo Colo, encabezaron los esfuerzos para calmar a los hinchas desde el terreno de juego. Pero ellos no están formados ni preparados para esa función. Esa responsabilidad le pertenece a los equipos de seguridad y a los líderes institucionales.
¿Imaginamos a Leo Messi o a Neymar entrando a la tribuna para apaciguar disturbios en un partido de Champions? Suena inverosímil, casi absurdo. Pero en Sudamérica, lamentablemente, se ha normalizado que las figuras futbolísticas también desempeñen roles de control que no les corresponden.
¿Qué debe cambiar en el fútbol sudamericano?
La lista es extensa, pero algunas reformas parecen urgentes:
- Protocolos de seguridad más estrictos: con énfasis en accesos y control de ingreso.
- Entradas digitales únicas e intransferibles: para evitar sobreventas y reventas ilegales.
- Auditorías normales y sorpresivas de cada estadio antes de partidos importantes.
- Formación especializada para fuerzas policiales en contextos deportivos.
- Mayor castigo a clubes que incumplan normas básicas de seguridad.
Sin cambios estructurales, no sirve de nada lamentar muertes que eran prevenibles. Y si el fútbol es capaz de movilizar pasiones gigantescas, también debe ser capaz de proteger a sus protagonistas principales: los hinchas.
La Copa Libertadores es orgullo continental, pero su prestigio se desmorona cada vez que una tragedia empaña el espectáculo. Esta vez le tocó a Chile. Mañana puede ser cualquiera. Es hora de actuar con seriedad.