El gran experimento republicano: ¿una economía al límite o una apuesta a la recesión?
Con la economía tambaleándose y el déficit federal en alza, los republicanos aprueban un plan que promete recortes históricos, desregulación y más deuda. ¿Estamos ante el auge del caos fiscal?
Washington está más dividido que nunca, pero hay algo que al menos una parte del Congreso parece tener claro: empujar con fuerza un paquete presupuestario centrado en conservar cortes fiscales masivos, gastar más en defensa y deportaciones, y recortar brutalmente programas sociales como Medicaid. Esto, claro está, con la bendición de Donald Trump, quien calificó la medida como un “gran, hermoso proyecto de ley”.
Trump como fuerza impulsora: empuja, no convence
Durante una lujosa cena de recaudación de fondos en el National Building Museum, Trump arengó a los vacilantes republicanos. “¡Dejen de hacer teatro!”, dijo entre aplausos. El mensaje era claro: aprueben el presupuesto, cierren los ojos si deben, pero apruébenlo. Y así, bajo su insistente presión, la Cámara de Representantes se organizó para avanzar la propuesta aún con una mayoría frágil y una creciente oleada de críticas internas.
El presidente de la Cámara baja, Mike Johnson, está al borde del abismo político. Su liderazgo depende del éxito de esta medida, y ha establecido como fecha límite el receso de primavera del Congreso para lograr su aprobación.
Un presupuesto de contrastes: recortes sociales versus gastos militares
La propuesta presupuestaria incluye un paquete de gastos y recortes notable y contradictorio. Por un lado, se contempla:
- La extensión de recortes fiscales aprobados en 2017 —que costarían al menos $4.5 billones en una década—.
- Nuevos recortes fiscales como la eliminación de tributos sobre propinas y beneficios del Seguro Social.
- Un presupuesto de $175 mil millones para operaciones de deportación masiva.
- El mismo monto para incrementar el gasto en defensa.
Pero ¿cómo se paga todo esto? Con recortes drásticos a programas nacionales como Medicaid y otras ayudas federales. El Comité de Presupuesto de la Cámara calcula cerca de $2 billones en reducciones, aunque algunos senadores republicanos ya han expresado su disconformidad ante este severo abordaje.
La ira de los conservadores: ¿matemáticas mágicas?
El representante Chip Roy (R-TX) dijo en redes sociales que “las matemáticas no cuadran”, y él no es el único conservador incómodo. La ira viene de varios flancos:
- El uso de métodos contables “creativos” para no contabilizar el costo de extender los recortes fiscales de 2017.
- Una creciente preocupación por el impacto que tendrá la medida en el déficit fiscal si se combinan recortes a ingresos y aumentos en gasto militar y políticas migratorias.
- La falta de recortes más profundos que limiten el tamaño del gobierno federal.
El senador Rand Paul (R-KY) también rechazó el plan: “Es matemáticamente absurdo y financieramente irresponsable.”
Demócratas: un ataque directo a la seguridad social
Como era de esperar, los demócratas rechazaron la propuesta por completo. El representante Brendan Boyle (D-PA) advirtió en el Comité de Presupuesto: “Esto devastará a Medicaid en mi distrito, mi estado y los 435 distritos del país.”
Boyle y otros demócratas afirman que este paquete no sólo favorece a los más ricos, sino que dejará a millones de estadounidenses sin acceso básico a atención médica, vivienda y otros servicios esenciales.
Tarifas, inflación y recesión en el horizonte
Mientras tanto, Trump ha amenazado —y pausado— una nueva ronda de tarifas que han puesto nerviosos a los mercados mundiales. Según Goldman Sachs, antes de la pausa, existía una probabilidad del 65% de recesión en EE.UU. Sin embargo, tras la decisión de aplazarlas por 90 días, el banco ajustó la cifra a la baja.
Aun así, la incertidumbre persiste, y los legisladores están al límite. ¿Cómo cuadrar la promesa de prosperidad económica con el riesgo de una recesión causada por guerra comercial y aumento de la deuda federal?
Endeudamiento a niveles históricos
Actualmente, la deuda nacional supera los $36 billones. La Oficina del Tesoro ha advertido que se quedará sin fondos para agosto si no se eleva el techo de deuda. Ambos partidos están considerando aumentarlo, pero difieren en el monto y el propósito:
- La Cámara propone elevarlo en $4 billones.
- El Senado lo subiría a $5 billones, evitando así otra batalla hasta después de las elecciones intermedias de 2026.
Pero esto implica más emisión de deuda y una señal riesgosa para los mercados, particularmente en un momento en que el rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años ha comenzado a subir nuevamente. Esto puede interpretarse como señal de menor confianza de los inversores.
Sobre el voto contra las regulaciones de sobregiro
Simultáneamente, la Cámara votó a favor de eliminar una regulación establecida al final del mandato de Joe Biden que limitaba las tarifas por sobregiro bancario a $5. La normativa pretendía ahorrar miles de millones de dólares a los consumidores (alrededor de $5 mil millones al año), pero los republicanos argumentaron que forzaría a los bancos a eliminar completamente la protección contra sobregiros.
Los críticos, como la representante Maxine Waters (D-CA), denunciaron el retroceso como “vergonzoso”: “Los estadounidenses están hartos de estos cargos basura.”
¿Qué es lo que realmente está en juego?
Este paquete presupuestario representa una visión particular del futuro económico de EE.UU. Una visión moldeada por:
- Recortes fiscales masivos dirigidos a clases altas y corporaciones.
- Reducciones agresivas en programas sociales.
- Inmensos aumentos en defensa y políticas de inmigración.
Todo bajo la premisa —ya cuestionada históricamente— de que reducir impuestos a los más ricos generará crecimiento económico suficiente para compensar el déficit, y que los beneficiarios de Medicaid podrán encontrar alternativas más modestas en un sistema de salud dominado por aseguradoras privadas.
Pero críticos dentro y fuera del Congreso alertan que, lejos de generar crecimiento sostenido, este modelo podría dejar un legado de pobreza estructural, inseguridad médica y una deuda pública explosiva.
Como dijo Chuck Bell de Consumer Reports: "Las tarifas por sobregiro se transformaron de una cortesía ocasional en un negocio lucrativo que pisa a los más vulnerables."
Más allá de las cifras: ¿la administración económica del caos?
La pregunta que queda en el aire no es solo si este paquete agravará la desigualdad —algo que parece inevitable—, sino si estamos ante un experimento de economía política tan temerario, que sus consecuencias podrían rivalizar con las de la crisis financiera de 2008.
Donald Trump visualiza una “América grande otra vez,” pero a juzgar por este presupuesto, esa visión se construye reduciendo las garantías sociales para millones y apostando todo a los elogios del mercado… si no colapsa primero.