Jaguar Land Rover se tambalea frente a los aranceles de EE.UU.: ¿una crisis transatlántica en el mercado automotor?

La industria automotriz británica sufre un duro golpe con la imposición del 25% de aranceles por parte de EE.UU.; Jaguar Land Rover pausa envíos mientras lidia con un futuro incierto

Un 25% de arancel puede parecer un solo número, pero para Jaguar Land Rover (JLR) y la industria automotriz del Reino Unido, representa la frontera entre la viabilidad y el colapso en un mercado crucial: Estados Unidos. La compañía con sede en Reino Unido, fabricante de los icónicos vehículos de lujo Jaguar y Land Rover, anunció este mes una pausa en sus envíos al mercado estadounidense. ¿El motivo? El endurecimiento de las políticas comerciales estadounidenses, encabezadas por la administración Trump, que ha introducido un arancel de importación del 25% sobre vehículos provenientes del Reino Unido.

Una pausa impuesta por Washington

Con EE.UU. representando un mercado vital para los vehículos de lujo británicos, no es de extrañar que la decisión haya generado alarma. En un comunicado oficial, JLR subrayó que el mercado estadounidense “es clave” y que la medida forma parte de una estrategia temporal mientras se redefinen las condiciones de comercio a mediano y largo plazo.

Esta pausa no es un movimiento aislado ni un capricho corporativo. Es, más bien, una manifestación tangible de cómo los vaivenes geopolíticos y económicos impactan de forma directa en la operativa de grandes corporaciones globales. Alrededor del 77% de los vehículos fabricados en el Reino Unido están destinados a la exportación, y EE.UU. ha sido consistentemente uno de los principales destinos. En el periodo de 12 meses finalizado en septiembre, el Reino Unido exportó vehículos por valor de 8.3 mil millones de libras (10.7 mil millones de dólares) a Estados Unidos, siendo así su mayor exportación de bienes al país norteamericano.

La tormenta perfecta: Brexit, electrificación y ahora, aranceles

La industria automotriz británica ya estaba luchando con múltiples desafíos cuando se produjo este golpe arancelario. A raíz del Brexit, muchas empresas tuvieron que reevaluar sus cadenas de suministro y relaciones comerciales. A eso se suma una notable caída en la producción de vehículos, del 13.9% en 2023, con solo 779,584 unidades ensambladas, de acuerdo con la Society of Motor Manufacturers and Traders (SMMT). Eso no es todo: la transición hacia el mercado de vehículos eléctricos (EVs) requiere enormes inversiones en reestructuración de plantas, capacitación y desarrollo tecnológico.

Mike Hawes, director ejecutivo de SMMT, fue claro en su reacción: “La industria ya enfrenta múltiples vientos en contra, y este anuncio llega en el peor momento posible.”

Montar inventario antes del impacto

En previsión al cambio en las reglas del juego, muchas automotrices británicas, incluido JLR, han optado por enviar unidades con antelación para sortear la escalada de aranceles. SMMT informó que las exportaciones de vehículos hacia EE.UU. se dispararon: un 38.5% en diciembre, 12.4% en enero y 34.6% en febrero, cifras que demuestran un esfuerzo desesperado por amortiguar el golpe.

Pero esas existencias acumuladas no son sostenibles a largo plazo. Y una vez agotadas, las consecuencias pueden ser severas: desde la pérdida de participación en el mercado estadounidense, hasta reducciones en la producción y, peor aún, despidos e inestabilidad económica en el sector automotriz británico.

Servicios vs. bienes: el doble filo del comercio bilateral

Aun cuando la exportación de automóviles es la principal venta de bienes del Reino Unido hacia EE.UU., hay que destacar que la balanza comercial bilateral está dominada por los servicios. De los 179.4 mil millones de libras exportadas a EE.UU. en bienes y servicios en el mismo período, el 68.2% corresponde a servicios. Esta diferencia puede ofrecer cierto respaldo al comercio en general, pero no amortigua el impacto sectorial que supone la pérdida de competitividad en la industria automotriz.

Un mercado estadounidense cada vez más proteccionista

La imposición de un arancel del 25% se enmarca dentro del giro proteccionista impulsado por la administración Trump bajo la justificación de proteger la industria automotriz local. Pero esta medida no solo afecta a fabricantes extranjeros como Jaguar Land Rover, sino también a concesionarios estadounidenses que dependen de estas marcas y a cientos de trabajadores involucrados en la cadena de distribución.

Además, los consumidores estadounidenses tampoco salen ilesos. Se estima que el incremento de aranceles podría traducirse en un alza del 10% al 25% en los precios de los autos importados, lo que aleja aún más el sueño de conducir un Jaguar o un Range Rover en suelo estadounidense.

Una historia de vínculos angloamericanos que se pone a prueba

Históricamente, la relación comercial entre el Reino Unido y Estados Unidos ha sido una de las más sólidas del mundo. Desde los acuerdos posteriores a la Segunda Guerra Mundial hasta las estrechas colaboraciones tecnológicas y financieras, ambos países han compartido visiones de libre comercio. Sin embargo, este episodio marca un momento de tensión que podría desencadenar una ‘mini guerra’ comercial con implicaciones más amplias.

En palabras de Hawes: “Necesitamos que las negociaciones comerciales se aceleren, ya que debemos asegurar un camino que apoye el empleo y el crecimiento económico en ambos lados del Atlántico”.

¿Qué puede hacer Jaguar Land Rover?

En este contexto desafiante, Jaguar Land Rover tiene varias cartas sobre la mesa:

  • Reforzar mercados alternativos: China, Medio Oriente e India pueden ofrecer alternativas temporales para redistribuir inventario y mitigar la caída en EE.UU.
  • Acelerar el paso hacia la electrificación: a medida que el mundo gira hacia vehículos EV, JLR podría posicionarse estratégicamente para el futuro.
  • Fabricación local: en un movimiento ya considerado por otras marcas europeas, establecer plantas de ensamblaje en EE.UU. podría esquivar los aranceles, aunque a costa de enormes inversiones iniciales.
  • Lobby y presión diplomática: como uno de los mayores empleadores industriales del Reino Unido, JLR puede impulsar una renegociación o exención parcial de aranceles.

Un ejemplo más del efecto dominó del proteccionismo

Más allá del impacto puntual sobre JLR, el caso refleja cómo el resurgimiento del proteccionismo económico, liderado por grandes economías como EE.UU., genera ondas expansivas globales. De Europa a Asia, las empresas deben adaptarse rápidamente o afrontar las consecuencias.

Y mientras los gobiernos nacionales se enfocan en proteger sus industrias, las multinacionales que operan en una economía globalizada necesitan más estabilidad y reglas claras que barreras sorpresivas.

Por ahora, Jaguar Land Rover se encuentra en pausa. Una pausa que podría ser breve, si hay voluntad política de reabrir canales de diálogo comercial, o prolongada, con efectos devastadores para uno de los pocos íconos de la ingeniería automotriz británica que aún sobreviven.

Como dice un viejo adagio en la industria: un vehículo detenido es un símbolo de algo que no se ha resuelto. Hoy, ese vehículo lleva el nombre de Jaguar Land Rover.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press