Caos político en Mississippi y tensiones en la Casa Blanca: una mirada crítica a la deriva republicana
La purga del Consejo de Seguridad Nacional por parte de Trump y el colapso del presupuesto estatal en Mississippi reflejan profundas divisiones dentro del Partido Republicano que podrían redefinir su liderazgo y credibilidad hacia 2025
Por años, el Partido Republicano ha defendido los pilares del orden, la seguridad nacional y la eficiencia fiscal. Pero los recientes acontecimientos en Washington y en Jackson, Mississippi, nos muestran un panorama muy distinto: luchas internas, decisiones impulsivas y un futuro incierto.
Una purga en la Casa Blanca con aroma a conspiración
Donald Trump, en su segundo mandato como presidente de Estados Unidos, ha iniciado una purga dentro del Consejo de Seguridad Nacional (NSC, por sus siglas en inglés), motivado por el activismo extremista de Laura Loomer, una figura de la derecha radical conocida por promover teorías de conspiración relacionadas con los atentados del 11 de septiembre.
En una reunión celebrada en el Despacho Oval, Loomer presentó a Trump un informe sobre funcionarios del NSC que, según ella, no estaban comprometidos con la agenda Make America Great Again. En la sala lo acompañaban el vicepresidente JD Vance, la jefa de gabinete Susie Wiles, el asesor de seguridad nacional Mike Waltz y el director de la Oficina de Personal Presidencial, Serio Gor.
El desencadenante de esta purga parece estar vinculado con el uso inapropiado del sistema de mensajería cifrada Signal por parte del equipo de Waltz para coordinar un ataque militar en Yemen. Un error garrafal permitió que el periodista Jeffrey Goldberg, editor de The Atlantic, accediera a estos mensajes confidenciales.
Waltz ha asumido la responsabilidad pero señaló que desconoce cómo el periodista fue incluido en la cadena. Esto socavó la ya debilitada confianza dentro del equipo de seguridad nacional y dio a Loomer la oportunidad de incidir directamente en la política del más alto nivel.
Del Despacho Oval al Capitolio de Mississippi: otra historia de disfunción
Pero no solo en Washington se respira incertidumbre. A más de mil kilómetros, el estado de Mississippi enfrenta un caos político sin precedentes: por primera vez en 16 años, su legislatura concluyó una sesión sin aprobar un presupuesto. Y no se trató de un mero desacuerdo técnico, sino de una batalla campal entre liderazgos republicanos en ambas cámaras.
El gobernador Tate Reeves se encuentra ahora obligado a convocar una sesión especial antes del 30 de junio para evitar el cierre del gobierno estatal. De lo contrario, Mississippi podría enfrentar la parálisis de agencias fundamentales como el Departamento de Salud, ya sacudido por la reciente cancelación de 230 millones de dólares en subvenciones federales.
Los protagonistas del fracaso presupuestario son el presidente de la Cámara, Jason White, y el vicegobernador Delbert Hosemann. Ambos se acusan mutuamente de haber boicoteado las negociaciones. Y como si se tratara de una tragicomedia legislativa, la Cámara terminó aprobando un proyecto defectuoso para eliminar el impuesto sobre la renta, con errores que aceleraron su implementación más allá de lo previsto.
La fractura interna: conservadores vs. ultraconservadores
No se trata solo de errores puntuales o roces de personalidad. Lo que está emergiendo en ambos niveles del poder es una grieta ideológica tangible dentro del Partido Republicano. Mientras algunos promueven una agenda de reformas fiscales y seguridad nacional más tradicional, otros, como Loomer o figuras similares en los estados, impulsan posturas maximalistas, de confrontación perpetua incluso entre aliados.
“Ese es el problema cuando juegas a ser Napoleón”, declaró la senadora estatal Angela Burks Hill al referirse implícitamente a Jason White, líder de la Cámara, tras la crisis presupuestaria.
Burks Hill, más cercana al ala dura del partido, se opuso tanto al compromiso sobre el impuesto (por considerarlo demasiado laxo) como a la moción para extender la sesión legislativa.
En medio de la tormenta: recortes federales y falta de liderazgo
El momento para una crisis en Mississippi no podría ser peor. Según el propio oficial estatal de salud, Daniel Edney, el gobierno federal ha cancelado alrededor de $230 millones en subvenciones al Departamento de Salud. Y aún más preocupante: cerca de $190 millones en fondos educativos están congelados, con escasa claridad sobre su futuro.
Mississippi es uno de los estados más dependientes de la financiación federal. Cualquier merma en esos ingresos representa un golpe devastador para áreas como salud pública, infraestructura o educación, ya de por sí en situación precaria.
En este contexto, las divisiones republicanas que impiden el paso de un presupuesto no solo revelan disputas de poder sino una peligrosa insensibilidad hacia los desafíos sociales del estado.
Doble discurso internacional: ¿Retiro de Europa o presencia reforzada?
En paralelo, el presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, Roger Wicker, denunció presuntas iniciativas dentro del Pentágono para reducir la presencia militar en Europa ante el conflicto entre Rusia y Ucrania, calificándolas como “peligrosamente equivocadas”.
Desde la invasión rusa a Ucrania en 2022, Estados Unidos aumentó su contingente europeo en 20,000 tropas, reafirmando su compromiso con la OTAN. Actualmente hay allí unos 100,000 militares estadounidenses, incluidos activos estratégicos como armas nucleares y la 6ta Flota de la Marina.
“Me preocupa que ciertos burócratas de rango medio en el Pentágono estén actuando sin coordinación con el secretario de Defensa”, alertó Wicker.
No obstante, el nuevo Secretario de Defensa, Pete Hegseth, dejó claro en su primera visita a la OTAN que la administración Trumpito planea “reevaluar” esos niveles de tropas con miras a enfocarse más en China. Esta doble agenda confunde a los aliados y pone en duda el compromiso estadounidense con Europa.
¿Hay brújula moral y estratégica?
En este rompecabezas de inconsistencias, la Casa Blanca parece dejarse arrastrar por presiones ideológicas en lugar de seguir directrices institucionales. La figura de Laura Loomer, sin trayectoria formal en el aparato estatal, se filtra como un power broker informal capaz de forzar despidos tras una reunión con el presidente.
Mientras tanto, en Mississippi, las diferencias ideológicas entre moderados e intransigentes impiden lo más fundamental: aprobar un presupuesto. Ambos reflejan cómo la gobernanza puede venirse abajo cuando prima el interés de grupos pequeños sobre el bien común.
Y si bien el voto popular dio fuerza al Partido Republicano para liderar ambas cámaras a nivel estatal, y la Casa Blanca a nivel nacional, esa misma mayoría corre peligro si el partido no logra articular una propuesta coherente y funcional.
La confianza de los aliados estratégicos, los residentes de estados pobres como Mississippi y el ciudadano medio estadounidense dependerán, más temprano que tarde, de la capacidad del Partido Republicano de resolver sus luchas intestinas y poner orden en casa.