La polémica reforma del Departamento de Salud en EE. UU.: ¿Una cruzada por eficiencia o un golpe a la salud pública?
Despidos masivos, recortes presupuestarios y pérdida de derechos laborales en el HHS desatan una tormenta política y sanitaria
El Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) de Estados Unidos se encuentra en el epicentro de una de las reformas más radicales de su historia contemporánea. Con la promesa de “hacer más con menos” y recortar burocracia, el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., ha iniciado una reestructuración que implica el despido de hasta 10,000 empleados federales. Esta sacudida estructural, además, ha coincidido con decisiones controvertidas del presidente Donald Trump, que incluyen la eliminación de derechos de negociación colectiva para miles de trabajadores federales. Todo ocurre en un contexto donde los riesgos sanitarios, como los brotes de enfermedades infecciosas, y los embates del cambio climático mantienen al país en constante alerta sanitaria.
Una maquinaria clave en crisis: ¿qué hace el HHS?
El HHS es uno de los engranajes fundamentales del gobierno federal. Su impacto se extiende a través de agencias como la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos), el CDC (Centro para el Control y Prevención de Enfermedades), los NIH (Institutos Nacionales de Salud) y los servicios de Medicare y Medicaid. Administra una parte significativa del presupuesto nacional, aproximadamente 1.7 billones de dólares al año, para garantizar que la nación esté protegida ante brotes de enfermedades, tener alimentos y fármacos seguros, y procurar una cobertura médica para casi la mitad de la población.
Con más de 80,000 empleados antes de los recortes, el HHS también ha sido clave durante las recientes emergencias sanitarias, como la pandemia de COVID-19. De hecho, su respuesta emisora de fondos, programas de investigación genética, distribución de vacunas y orientación epidemiológica fue crucial.
La reestructuración: un nuevo rostro, menos músculo
El plan de Kennedy implicará la creación de una nueva entidad dentro del HHS llamada Administración para una América Saludable, que absorberá agencias enfocadas en servicios contra adicciones y centros de salud comunitarios. También contempla la eliminación de numerosas funciones consideradas "redundantes" o ubicadas en “zonas de alto costo”.
Los despidos afectan a departamentos clave:
- 3,500 empleos en la FDA, responsable de fijar las normativas de seguridad de medicamentos y alimentos.
- 2,400 puestos en el CDC, pieza central del control de brotes infecciosos.
- 1,200 españoles en los NIH, la institución de investigación médica más importante del mundo.
- 300 en los Centros de Medicare y Medicaid, que regulan la cobertura del sistema público de seguros de salud.
El secretario Kennedy justificó la medida alegando que el HHS se había convertido en una “burocracia hinchada e ineficiente” que no ha logrado mejorar consistentemente la salud del pueblo estadounidense, a pesar de su enorme presupuesto.
Lluvia de críticas desde el Congreso y los sindicatos
Varios legisladores demócratas condenaron las medidas, argumentando que “ponen en serio peligro” la salud y el bienestar de los estadounidenses. La senadora Patty Murray (estado de Washington) no se guardó nada:
“Bien podrían renombrarlo el Departamento de Enfermedades. Su plan simplemente abandona a la gente cuando más nos necesita.”
La dirigente Lori Tremmel Freeman, directora ejecutiva de la Asociación Nacional de Salud de Condados y Ciudades, advirtió que más de $11 mil millones en fondos para COVID-19 han sido retirados, lo cual tendrá efectos devastadores desde el nivel federal hasta el local. "Muchas de esas posiciones ya se han perdido… algunas de la noche a la mañana."
Los recortes también coinciden con una orden ejecutiva firmada por Trump que elimina los derechos de negociación colectiva para amplios sectores del funcionariado federal. En respuesta, los representantes sindicales denuncian una estrategia para debilitar deliberadamente al gobierno desde dentro y allanar el camino para privatizaciones futuras.
El representante Gerald Connolly, de Virginia, fue tajante:
“Donald Trump quiere destruir el servicio civil porque es un obstáculo para sus planes. Esto es una guerra contra la columna vertebral del gobierno.”
Cory Booker y su maratón en el Senado
El senador demócrata Cory Booker dio un paso al frente al emprender una inusual filibuster de más de 12 horas continuo en el Senado, una forma de protesta institucional para impedir avances legislativos. Desde el lunes por la noche hasta la mañana del martes, Booker denunció los recortes impulsados por la administración Trump, los ataques contra la salud pública y la erosión del estado de bienestar.
Su discurso fue encendido, lleno de emoción y con referencias históricas a la defensa de la democracia y los derechos laborales:
“Estos no son tiempos normales. Y no deben tratarse como tal en el Senado de EE. UU.”
Su intervención recordó el largo filibuster de Strom Thurmond de 24 horas contra los derechos civiles en 1957, aunque con un mensaje diametralmente opuesto: proteger los logros sociales y sanitarios del último siglo.
Una historia de advertencias: cuando los límites al poder se ignoran
La discusión no se limita a recortes presupuestarios. En el trasfondo resuena una preocupación profunda sobre los intentos del expresidente Trump por reconfigurar la administración federal a su antojo, incluyendo referencias recurrentes a que podría buscar un tercer mandato.
La idea desafía tanto el precedente histórico de George Washington como la Enmienda 22, que limita a los presidentes a dos mandatos. Trump ha coqueteado con la legalidad diciendo que hay “métodos” para lograrlo. Los demócratas temen que decisiones como la arremetida contra el HHS sean parte de esa lógica: desarmar todas las resistencias institucionales.
¿Qué sigue?
La reducción del HHS aún se encuentra en etapas iniciales, pero si se concreta, transformará profundamente la manera en la que el gobierno central responde a crisis de salud, realiza investigaciones biomédicas o garantiza la cobertura médica básica. Con un panorama político marcado por la polarización, y una posible competencia por la presidencia en 2028 en puerta, este desafío sanitario también se convierte en un tema clave de debate electoral.
Mientras tanto, miles de empleados han recibido la peor noticia laboral de sus vidas. Y millones de estadounidenses, conscientes o no, podrían sentir muy pronto las consecuencias de tener un aparato de salud federal reducido y debilitado.