Entre la leche entera y la política pública: ¿debería volver a las escuelas?

Un análisis sobre el debate que sacude al Congreso de EE.UU. y la salud infantil en torno al regreso de la leche entera a los comedores escolares

Un cambio en la nutrición escolar que desató una controversia nacional

Durante más de una década, los niños en las escuelas públicas de Estados Unidos han recibido sólo leche descremada o baja en grasa durante el almuerzo. Esta política nutricional, implementada durante la administración de Barack Obama con el objetivo de frenar la obesidad infantil, ha estado bajo intenso escrutinio en los últimos años.

Ahora, el debate ha tomado fuerza en el Congreso estadounidense, donde legisladores de ambos partidos han impulsado proyectos de ley para reincorporar la leche entera y la de 2% de grasa en las escuelas. Los impulsores argumentan que esta medida mejoraría la nutrición, la salud y el bienestar de millones de niños.

¿Qué impulsó la prohibición de la leche entera?

La eliminación de la leche entera y la leche al 2% de los comedores escolares se remonta a la ley Healthy, Hunger-Free Kids Act de 2010, aprobada por el Congreso con fuerte respaldo bipartidista. Entre las exigencias de esta ley se encontraban directrices más estrictas sobre el contenido nutricional de las comidas escolares, como menos grasas saturadas, sodio y azúcar, y más vegetales, frutas y granos integrales.

Desde 2012, las únicas opciones lácteas permitidas en escuelas públicas fueron la leche descremada o baja en grasa, en línea con las directrices dietéticas federales, las cuales han recomendado desde 1985 que los estadounidenses mayores de dos años consuman productos lácteos bajos en grasa.

El papel del Departamento de Agricultura y las Guías Alimentarias

El Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) es el órgano responsable de definir los estándares nutricionales de los programas nacionales de almuerzo y desayuno escolar. Estos programas alimentan a casi 30 millones de niños cada día escolar.

Las guías alimentarias, revisadas cada cinco años por un comité científico conjunto del USDA y el Departamento de Salud y Servicios Humanos, establecen los principios fundamentales en los que se basan estos estándares. Estas guías han mantenido su recomendación de evitar las grasas saturadas, especialmente de lácteos enteros.

¿Qué cambió en la evidencia científica?

A medida que se han realizado nuevos estudios, algunos expertos cuestionan los postulados que llevaron a la eliminación de la leche entera. Una revisión de 28 estudios realizada en 2020 sugiere que los niños que consumen leche entera tienen un 40% menos de probabilidades de sufrir obesidad que quienes consumen leche baja en grasa. Sin embargo, los mismos autores advierten que esta correlación no demuestra causalidad.

El Dr. Dariush Mozaffarian, cardiólogo y experto en política alimentaria de la Universidad de Tufts, explicó en entrevista que la composición de las grasas saturadas presentes en los productos lácteos puede tener efectos diferentes a otras grasas saturadas de origen animal, como la carne de res. Además, mencionó que la leche entera contiene otros compuestos beneficiosos.

Irónicamente, el sistema actual permite la leche descremada con saborizantes y azúcares añadidos —como el chocolate—, mientras prohíbe la leche entera natural. Esta contradicción ha sido ampliamente criticada por nutricionistas.

El papel de los legisladores

Entre los promotores del regreso de la leche entera están el senador demócrata John Fetterman (Pensilvania) y el secretario de Salud Robert F. Kennedy Jr., quienes lo consideran un alimento nutritivo y esencial para el desarrollo infantil. Kennedy ha llamado a las guías actuales “anticuadas” y ha instado a incluir leche entera en programas como Head Start, dirigido a niños de bajos recursos.

La propuesta de ley conocida como “Whole Milk for Healthy Kids Act” está siendo debatida en ambas cámaras del Congreso, con respaldo bipartidista. Esta ley permitiría ofrecer leche entera y al 2% como parte de las comidas escolares, al margen de las restricciones actuales sobre grasas saturadas.

Resistencia en el ámbito científico

No obstante, el comité científico que elaboró el informe para las Guías Alimentarias 2025-2030 no encontró suficiente evidencia para justificar un cambio. Deanna Hoelscher, integrante de dicho comité y experta en nutrición de la Universidad de Texas, mencionó que aunque hay beneficios emergentes en niños pequeños, no existe suficiente evidencia robusta para adolescentes y escolares mayores.

“Se observaron resultados positivos desde la implementación de la ley de 2010, incluso entre adolescentes”, explicó. “A falta de evidencia concluyente, los riesgos de cambiar una política que ha dado buenos resultados no se justifican”.

El impacto en la industria láctea y en las escuelas

Las cifras del USDA muestran que el consumo de leche en las escuelas ha caído un 12% desde que la leche entera fue retirada del menú. Investigaciones también muestran que muchos niños simplemente rechazan las versiones descremadas o bajas en grasa, prefiriendo jugos u otras bebidas, lo cual puede provocar una deficiencia de calcio y vitamina D.

Mientras tanto, el sector lechero ha sufrido una pérdida importante en las ventas institucionales. La National Milk Producers Federation ha sido una de las principales impulsoras del cambio legislativo. En un comunicado reciente señaló que “permitir el regreso de la leche entera no es sólo una cuestión nutricional, sino también de equidad y eficiencia del programa”.

Los argumentos a favor y en contra

A favor:

  • La leche entera ofrece más saciedad, lo cual puede ayudar a controlar el apetito y reducir el consumo excesivo de otros alimentos.
  • Contiene nutrientes esenciales como calcio, fósforo, vitaminas A y D en formas más biodisponibles.
  • Estudios recientes señalan menor riesgo de obesidad en niños que consumen leche entera.
  • Algunos señalan que es preferida por los niños, por lo que sería más consumida.

En contra:

  • Alto contenido en grasas saturadas, tradicionalmente vinculado con enfermedades cardíacas.
  • Un cambio prematuro puede revertir los avances logrados por la política actual en control de la obesidad infantil.
  • Aún no hay evidencia clara y generalizada de que la leche entera sea superior a la baja en grasa a nivel poblacional.
  • Implica modificaciones a un sistema ya establecido y regulado, con potenciales dificultades logísticas.

¿Qué posibilidades hay de que la leche entera regrese?

Todo depende de los próximos meses. El Congreso tendrá que votar sobre las distintas versiones del proyecto de ley y el USDA y el Departamento de Salud pronto deberán presentar las nuevas Guías Dietéticas 2025-2030. Además, el contexto político actual, con debates sobre salud pública intensificándose a raíz del retiro de fondos federales en salud por parte de la administración Trump, puede tener peso.

Por lo pronto, la batalla continúa. Lo que está en juego no es solo la elección entre leche entera o descremada, sino un complejo debate sobre cómo deben funcionar las políticas públicas de alimentación infantil en un país donde casi uno de cada cinco niños sufre obesidad.

¿Leche entera para todos? Aún es temprano para saberlo, pero una cosa es segura: el vaso de leche nunca había tenido un contenido tan político.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press