Kennedy Jr. sacude la salud pública de EE. UU.: despidos masivos, oficinas cerradas y una nueva visión
Una reestructuración histórica del Departamento de Salud y Servicios Humanos pone en jaque a miles de empleados, mientras Robert F. Kennedy Jr. apuesta por una 'América Saludable'
Por Redacción
Una sacudida sin precedentes en la salud pública
Lo que parecía una semana más en la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) se convirtió en un torbellino de incertidumbre laboral. El lunes por la tarde, empleados de esta agencia federal recibieron una instrucción inquietante: empacar sus portátiles y prepararse para la posibilidad de que no regresen al trabajo. Este movimiento forma parte de una reestructuración radical liderada por el Secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., quien busca eliminar más de 20,000 empleos en el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS).
Aproximadamente 10,000 de estos despidos serán directos, mientras que el resto se espera que ocurra mediante jubilaciones tempranas y reubicaciones. En conjunto, alrededor de 82,000 empleados del sector salud a nivel nacional viven en una creciente tensión laboral.
“Una burocracia extensa e ineficiente”
Robert F. Kennedy Jr., figura activa y polarizante de la política estadounidense, ha sido claro en su diagnóstico: el HHS gasta $1.7 billones de dólares anuales, y a su juicio, no ha traído mejoras sustanciales en la salud de los estadounidenses. Su respuesta a este problema es drástica: reducir, consolidar y centralizar.
Entre las medidas más llamativas está la eliminación y fusión de agencias enteras. Por ejemplo, la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias (SAMHSA) será absorbida por una estructura nueva denominada “Administración para una América Saludable” (AHA).
Víctimas inmediatas: los programas de enfermedades infecciosas y VIH/SIDA
El viernes anterior al anuncio oficial, decenas de empleados federales dedicados a frenar la propagación de enfermedades infecciosas fueron puestos en licencia sin goce de sueldo. Fuentes internas indican que la Oficina de Enfermedades Infecciosas y Política de VIH/SIDA fue desmantelada aquella noche.
La cancelación de comités como el Comité Asesor Nacional de Vacunas ha generado alarma en la comunidad científica. “Se están poniendo en riesgo esfuerzos cruciales para mejorar la salud del país,” advirtió el Dr. Robert H. Hopkins Jr., ex presidente del comité.
Por si fuera poco, el sitio web de la Oficina de Salud de Minorías fue deshabilitado el mismo lunes, mostrando un mensaje de error que decía que la página “no existe”. Esta desaparición digital repentina añade aún más confusión respecto a las acciones exactas del nuevo plan de reorganización.
Impacto estatal: salud pública local también sufre
La reestructuración no se limita al gobierno federal. State and local public health departments are quickly feeling the ripple effects of the federal withdrawal of over $11 billion in COVID-19-related funds. According to Lori Tremmel Freeman, CEO of the National Association of County and City Health Officials, algunos departamentos ya han identificado cientos de empleos que dejarán de existir, algunos de forma inmediata.
“Estamos viendo despidos que suceden de la noche a la mañana. Algunos puestos ya han desaparecido”, señaló Freeman. Estos despidos masivos amenazan con descarrilar tareas críticas como el monitoreo de enfermedades, educación pública en salud y vacunación.
Reacciones en cadena: reuniones canceladas y comunidades vulnerables
Las comunidades minoritarias, que ya enfrentan mayores barreras para acceder a la atención médica, podrían ser las más afectadas si programas específicos desaparecen o se ven reducidos. La cancelación de reuniones y foros públicos organizados por agencias ahora desmanteladas crea un vacío de liderazgo y organización frente a desafíos de salud persistentes.
En el ámbito del VIH/SIDA, activistas y expertos temen un retroceso en décadas de avances. “La decisión de eliminar estructuras robustas sin dar claridad sobre lo que viene después, es peligrosa”, comentó un experto en salud pública con relaciones directas en la ahora vacía Oficina de VIH quien, por temor a represalias, pidió el anonimato.
¿Una limpieza necesaria o una demolición imprudente?
Desde el punto de vista de Robert F. Kennedy Jr., esta masiva reestructuración es una solución quirúrgica a una enfermedad burocrática crónica. Argumenta que el tamaño y gasto del HHS no se traduce en mejoras palpables para el ciudadano común. Su enfoque recuerda a políticas de “gobierno limitado e inteligente”, donde el ahorro y la eficiencia justifican nuevas estructuras más centralizadas.
Pero críticos plantean la gran pregunta: ¿Cuánto daño colateral puede causar esta cirugía?
El director ejecutivo de una organización de salud en Virginia comentó: “Reducir duplicidades es una cosa. Dejar a comunidades sin apoyo vital es otra”.
Coyuntura política: ¿cambio ideológico desde adentro?
Robert F. Kennedy Jr. ha caminado la delgada línea entre el outsider político y el heredero de una histórica dinastía demócrata. Aunque se ha presentado como un reformador independiente, sus acciones actuales tienen importantes implicaciones ideológicas y podrían redefinir el rol del Estado de Bienestar moderno en EE. UU.
Numerosos medios y expertos observan que esta ofensiva contra el “estado sanitario” puede tener como fondo una agenda de recentralización con matices libertarios o populistas, donde se minimiza el papel del gobierno federal en áreas de salud pública, educación sexual y prevención de enfermedades.
El rol de Trump y la presión política adjunta
Aunque esta movida lleva el nombre de Kennedy Jr., no ocurre en el vacío político. En paralelo, el expresidente Donald Trump ha aumentado su presión sobre entidades federales, solicitando cambios de liderazgo y modificaciones en estructuras como la Autoridad del Valle de Tennessee (TVA) y criticando la utilización de fondos federales para contratos externos.
Esta alineación temporal de visiones –entre un Kennedy reformador e instituciones influenciadas por el trumpismo– genera profundas interrogantes sobre la dirección futura del servicio público estadounidense.
Perspectiva histórica: ¿existió algo similar antes?
En términos de magnitud, este momento recuerda parcialmente a los recortes federales instaurados durante la presidencia de Ronald Reagan en los años 80, cuando se redujeron programas sociales como parte de una cruzada en pro del “gobierno pequeño”. Sin embargo, la salud pública nunca había sido desmantelada con tanta rapidez ni en medio de una transición tan caótica.
¿Qué viene ahora?
Por lo pronto, Kennedy Jr. promete publicar un plan detallado del funcionamiento de la “Administración para una América Saludable” en las próximas semanas. Entre tanto, empleados de múltiples agencias federales permanecen en ascuas, revisando compulsivamente sus correos y tratando de entender si hoy sigue existiendo su puesto de trabajo.
Las reuniones públicas de algunos comités importantes siguen suspendidas. Las líneas telefónicas de agencias estatales de salud están saturadas. Y tanto instituciones académicas como ONG están reevaluando alianzas y financiamiento, mientras la incertidumbre se transforma en ansiedad institucional a nivel nacional.
La reestructuración de Kennedy Jr. ya ha pasado de rumor a colapso anunciado.