El megaproyecto del Grand Sierra Resort pone en jaque a Reno: ¿desarrollo o subsidio a los ricos?

Mientras se planea construir una arena de mil millones de dólares, crece el debate sobre el uso de fondos públicos en proyectos privados en tiempos de incertidumbre económica.

Una ambición multimillonaria en el corazón de Reno

Hace 18 meses, Alex Meruelo, propietario del Grand Sierra Resort (GSR), sorprendió al público con el anuncio de un ambicioso plan de expansión para su complejo hotelero en Reno, Nevada. La joya del proyecto: un estadio deportivo de última generación valorado en 400 millones de dólares, pensado para acoger al equipo masculino de baloncesto de la Universidad de Nevada. La inversión total, incluyendo un nuevo hotel, un campo de golf tipo TopGolf y un paseo peatonal, asciende a 1.000 millones de dólares.

El anuncio fue una fiesta, con porristas, la mascota de los Wolf Pack, el alcalde y el presidente de la universidad presentes. Con total confianza, Meruelo prometió: “esta arena no le costará un dólar a la universidad”. Pero un año más tarde, el panorama es otro.

TIF: el mecanismo detrás del proyecto

GSR ha solicitado 97 millones de dólares en fondos públicos a través del mecanismo Tax Increment Financing (TIF), una herramienta que congela los impuestos de propiedad en un área y redirige el crecimiento adicional generado por nuevos desarrollos de vuelta al promotor. En teoría, esto debería impulsar áreas en decadencia. Sin embargo, el Grand Sierra Resort no se encuentra en una zona “en ruinas”, lo que ha desatado una tormenta política y económica en Reno.

¿Quién gana y quién pierde?

El argumento de Meruelo es claro: el proyecto es transformador y se construirá en fases que dependen del TIF para ser viables. El vicepresidente de Meruelo Gaming, Andrew Diss, afirma que otros complejos hoteleros también se beneficiarán de la afluencia de visitantes al estadio. “No entendemos la oposición. En Las Vegas, todos ganan cuando se construye algo nuevo cerca del Strip”, dijo Diss.

Pero no todos están convencidos. Una coalición de operadores de complejos turísticos competidores —incluyendo Eldorado, Silver Legacy, Sparks Nugget y Peppermill— ha alzado la voz. A través de su abogado, Joshua Hicks, afirmaron: “Sentimos que los fondos de reurbanización deben reservarse para áreas degradadas y no para propiedades ya desarrolladas y rentables”.

¿Es legal usar TIF para este tipo de proyecto?

Algunos expertos legales aseguran que el uso del TIF en este contexto posiblemente no se ajuste a lo establecido por la ley estatal. Hicks fue especialmente crítico: “(GSR) pretende usar el TIF no para los costes de construcción, sino para compensar sus costes operativos en curso”, afirmó en una carta al Ayuntamiento de Reno.

Precedentes y contexto financiero

En Reno, el TIF no es nuevo. Se ha utilizado anteriormente para financiar proyectos como el estadio de béisbol Greater Nevada Field, el estadio nacional de bolos y el centro de eventos de Reno, con 7.000 asientos. Sin embargo, estos proyectos han dejado también deudas significativas para la ciudad.

La ciudad de Reno se enfrenta ahora a un déficit de 3,7 millones de dólares en su presupuesto anual de 862 millones. En este contexto, quienes se oponen al proyecto afirman que no es el momento para desviar fondos públicos a un desarrollo que, según ellos, ya es solvente por sí mismo.

Expansión de la zona de reurbanización: ¿la solución?

Para que el TIF esté disponible por más tiempo, el senador estatal Edgar Flores ha presentado el proyecto de ley SB401, que extiende la vida útil de los distritos de reurbanización de 30 a 50 años. Esto beneficiaría directamente al Grand Sierra Resort.

Flores ha afirmado que la idea surgió porque la pandemia ralentizó los plazos de construcción y porque GSR no es el único interesado en ampliar la vigencia de estos beneficios. Recalcó que no hay fondos estatales involucrados en la iniciativa. Aun así, el proyecto ha generado sospechas por posibles conflictos de interés, aunque Flores no ha recibido donaciones de Meruelo.

¿Tiempos difíciles o visión a largo plazo?

Meruelo y sus representantes aseguran que el proyecto más grande se construirá en fases y que, con el tiempo, superaría los 1.000 millones de dólares de inversión. Solo el coste del acero ha subido un 25% desde el anuncio original, según Diss. Entre las fases futuras se incluyen torres de condo-hoteles para empleados, espacios comerciales y espectáculos de fuentes de agua junto al lago.

Según un informe del ayuntamiento de Reno, el proyecto podría generar importantes ingresos por impuestos sobre ventas y turismo, uno de los argumentos más señeros de quienes apoyan el uso de TIF.

Pasado tormentoso: Meruelo y la NHL

Esta no es la primera vez que Alex Meruelo planea una arena y se encuentra con resistencia. En Arizona, compró los Coyotes de la NHL en 2019 por 300 millones de dólares y trató de construir un estadio en Phoenix. Su proyecto de 2.100 millones de dólares en Tempe fue rechazado por los votantes en 2023. Finalmente, la liga ordenó la venta del equipo, que se mudó a Salt Lake City, y Meruelo actualmente reclama el reembolso de 3,5 millones de dólares entregados como garantía al sistema universitario de Arizona.

¿Riesgo calculado o apuesta temeraria?

Meruelo ha dicho que toda la responsabilidad financiera recae sobre su empresa. Pero el hecho de buscar 97 millones de dólares de los contribuyentes sugiere que esa afirmación necesita matices.

Según el vicepresidente de Meruelo Gaming, “nada está cada vez más barato. Para realizar proyectos de esta envergadura, utilizar financiación pública es la única forma de que sea viable”.

Sin embargo, críticos como Hicks señalan que ciertas zonas del terreno del Grand Sierra “están bien cuidadas y solo sirven para el resort y sus huéspedes”, cuestionando así la necesidad de una declaración de “zona en ruinas”.

La arena, el catalizador del proyecto

Uno de los principales motores del plan es que el estadio deportivo se convierta en el elemento inicial del desarrollo, generando ingresos por eventos, impuestos sobre ventas y actividad económica. Esto, teóricamente, reembolsaría los fondos invertidos por los contribuyentes —algo que también se prometió en otros proyectos como el Allegiant Stadium en Las Vegas, que recibió 750 millones de dólares en financiamiento público en 2016 y ahora acoge a los Raiders de la NFL.

¿Una ciudad dividida?

La alcaldesa de Reno, Hillary Schieve, ha sido cautelosa. Aunque apoya el uso de herramientas como el TIF para fomentar el desarrollo, ha pedido una presentación formal del proyecto antes de avanzar. “Necesitamos asegurarnos de que el proyecto beneficie a la ciudad y promueva el turismo”, señaló.

Schieve también mencionó que podría apoyar la extensión de los plazos de reurbanización por los efectos devastadores de la pandemia en los desarrolladores. Pero la presión pública está aumentando, y los opositores sostienen que el uso del TIF debería seguir su propósito original: rescatar zonas en decadencia, no subsidiar megaproyectos hoteleros en zonas prósperas.

¿Y ahora qué?

Todo indica que las próximas semanas serán críticas. Hay una presentación prevista al consejo municipal el 9 de abril, lo que podría marcar el rumbo de uno de los debates urbanos y económicos más importantes en la historia reciente de Reno.

Mientras tanto, los ciudadanos de Reno y los contribuyentes de Nevada observan cuidadosamente una historia que mezcla visión futurista, dudas legales, tensiones políticas y la eterna pregunta sobre los límites entre lo público y lo privado en el desarrollo urbano.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press