Dolor y resiliencia en la Reserva Fort Peck: la lucha contra la violencia que desgarra a una comunidad

Mientras las leyes federales y estatales fallan en protegerlos, los pueblos indígenas de Montana alzan la voz y se organizan para luchar contra un ciclo de violencia olvidado por décadas

WOLF POINT, Montana. — Un grito de justicia resonó en las calles de esta pequeña ciudad del noreste de Montana el pasado 22 de marzo, cuando más de 100 personas, vestidas de rojo y con pancartas en mano, marcharon desde el campus de Fort Peck Community College hasta un edificio abandonado recientemente incendiado. Entre ellas se encontraba Emadeline “Maddy” Weeks, una niña de tan solo 9 años que con lágrimas en los ojos compartió la historia de su padre: “Un asesino mató a mi papá.” Cody Weeks Combs fue asesinado a tiros cerca de su hogar en 2020. Tenía 28 años. Su hija alzó la voz para exigir que la violencia termine: “¡La violencia tiene que parar!”.

Una comunidad sitiada por la violencia

La Reserva Indígena Fort Peck, hogar de cerca de 10,000 personas —principalmente de las tribus Assiniboine y Sioux— vive desde hace años bajo una sombra de violencia persistente. Las localidades de Poplar y Wolf Point, separadas por apenas 32 kilómetros, han sido testigos de homicidios, incendios, violencia juvenil y agresiones brutales en los últimos meses. Pero si algo ha cambiado últimamente, es el increíble esfuerzo de la comunidad para enfrentar esta realidad.

Las marchas pacíficas, las propuestas de programas de vigilancia vecinal y la intención de formar embajadores comunitarios con capacidad de respuesta ante situaciones sospechosas son solo algunas de las iniciativas que han surgido como respuesta ciudadana al abandono institucional.

Casos que han estremecido a Fort Peck

Es imposible ignorar los sucesos recientes que han convertido la preocupación en acción comunitaria:

  • Stan Moran Jr., un consejero de adicciones y entrenador de lucha libre, falleció en septiembre de 2023 al incendiarse un edificio abandonado en el que residía temporalmente.
  • El cuerpo de Gifford Standing, de 47 años, fue encontrado a fines de febrero en las cercanías del lugar del incendio. Cuatro personas han sido arrestadas en relación con su homicidio.
  • Una niña fue apuñalada cerca del centro de bienestar en Poplar hace apenas unas semanas. El video se viralizó en redes sociales generando conmoción.

Estos crímenes han expuesto un problema estructural: la insuficiencia de recursos que tienen los cuerpos policiales en reservas indígenas.

Un sistema de seguridad desarticulado

En la Reserva Fort Peck, los delitos menores cometidos por miembros de las tribus son atendidos por la policía tribal, mientras que el FBI y la Oficina de Asuntos Indígenas (BIA) se encargan de crímenes mayores. Esto deja un vacío considerable cuando las agencias se ven totalmente sobrepasadas.

Las unidades policiales locales, como el Departamento de Policía de Wolf Point, carecen de personal suficiente. Chris Will, empleado del departamento, explicó que normalmente solo hay un oficial patrullando una ciudad de más de 2,600 habitantes. “Si tuviéramos más recursos podríamos tener dos o tres oficiales patrullando. La presencia hace la diferencia”, afirmó.

Presupuesto hay, ¿pero eficacia?

Roxanne Gourneau, miembro del Consejo Tribal Ejecutivo de Fort Peck, expresó su frustración ante la distribución del financiamiento federal. Aunque la reserva recibe fondos, estos generalmente están etiquetados para servicios específicos: “Tenemos todo ese dinero, pero también todos estos crímenes”, manifestó durante una reunión. Ella ha propuesto unir líderes policiales, fiscales, forenses y trabajadores sociales para diseñar una estrategia integral.

Una problemática que atraviesa todas las reservas

La situación en Fort Peck no es aislada. En la Reserva Northern Cheyenne, al sureste de Montana, la comunidad protestó tras la muerte de un niño de 8 años en 2023. En 2022, esta tribu demandó al BIA y al Departamento del Interior de EE.UU. por no ofrecer servicios de seguridad adecuados. Ese mismo año, la Comunidad Indígena de Fort Belknap también inició un juicio contra el gobierno estadounidense por la falta de presupuesto que impide contratar personal esencial.

Llamado a la acción política

El legislador estatal Tyson Running Wolf, miembro del Caucus Indígena Americano de Montana, ha alzado la voz desde la política. Su propuesta legislativa, la House Joint Resolution 1, busca instar al Congreso a financiar completamente la seguridad pública en las reservas. Aunque las resoluciones no tienen fuerza de ley, esta envía un claro mensaje desde Helena hasta Washington, D.C.

Además, Running Wolf logró la aprobación de un proyecto que modifica el nombre y función del grupo estatal encargado de casos de personas indígenas desaparecidas y asesinadas (Missing and Murdered Indigenous Persons Task Force), permitiendo que reciban donaciones y cuenten con un investigador criminal especializado.

Embajadores comunitarios: una solución desde dentro

Una de las respuestas más esperanzadoras ha sido liderada por habitantes como Lance FourStar y Frances Weeks, quienes han propuesto formar un cuerpo de embajadores comunitarios para realizar patrullajes vecinales y fomentar la confianza ciudadana hacia la denuncia. “La gente presencia crímenes, pero teme represalias”, explicó Weeks, exagente policial con 13 años de experiencia. “Queremos brindarles conocimientos sobre qué detalles pueden ayudar en una investigación.

La niñez, víctima invisible de la violencia

Dave Mathison, exjefe de bomberos, prepara una marcha el próximo 5 de abril en Poplar. Pero su visión es más allá de la protesta: planea ofrecer entretenimiento y actividades recreativas para niños, como música y casas inflables. También quiere implementar un programa de incentivos para que los jóvenes participen en la limpieza y mejora del entorno.

Los jóvenes no tienen nada que hacer en estas comunidades. Estamos creando un vacío para ellos”, lamentó Mathison. “No quiero que la gente de Poplar se vaya, tenemos posibilidades... pero debemos trabajar juntos”.

Más que cifras, son vidas

Según el Departamento de Justicia de EE.UU., las mujeres indígenas enfrentan tasas de violencia hasta 10 veces superiores al promedio nacional. El Instituto Nacional de Justicia estima que más del 80% de mujeres indígenas sufrirán algún tipo de violencia a lo largo de su vida.

Sin embargo, estos datos suelen quedar enterrados bajo informes policiales que nunca se concretan o se pierden en la burocracia federal. Por eso el movimiento comunitario que se está gestando en Fort Peck cobra importancia: ya no esperan a que otros actúen.

Un futuro sembrado de esperanza

Lo que está sucediendo en Fort Peck podría ser la semilla de un nuevo modelo de organización comunitaria. Un modelo en el que las voces de niños como Maddy Weeks, que perdió a su padre en un crimen impune, no solo sean escuchadas, sino que provoquen cambios estructurales.

En el fondo, esta lucha va más allá de la seguridad: es por la dignidad, por la memoria y sobre todo, por el futuro de una comunidad que se niega a resignarse.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press