Celebración de Eid al-Fitr 2025: Fe, reflexión y desafíos en un mundo dividido

Millones de musulmanes celebran el fin del Ramadán entre rezos, alegría familiar y la angustia provocada por guerras, deportaciones y desigualdades

Eid al-Fitr, una de las festividades más significativas del mundo musulmán, marca el fin del sagrado mes de Ramadán y es sinónimo de espiritualidad, unidad y gozo. Sin embargo, este año, la celebración de 2025 se ha visto teñida por la incertidumbre, el conflicto y la dura realidad que viven millones de musulmanes en distintas regiones del planeta.

Desde los rezos multitudinarios en mezquitas icónicas hasta las oraciones en ruinas de mezquitas destruidas en Gaza, la festividad ha dejado una imagen global conmovedora que expone, con más fuerza que nunca, la dicotomía entre el mensaje espiritual del Eid y las inestables circunstancias sociales y políticas en varios rincones del mundo musulmán.

Un mundo vestido de oración y colores

En ciudades como Delhi, Teherán, Yakarta, Lahore y Kuala Lumpur, millones de fieles salieron a las calles al amanecer del lunes 31 de marzo para participar en las tradicionales Salat al-Eid, las oraciones comunitarias que marcan el final del ayuno.

Las escenas repetidas en medios internacionales muestran familias completas realizando sus plegarias en espacios abiertos: parques, plazas, calles cerradas al tráfico y mezquitas monumentales. Las niñas con vestidos nuevos, los niños con gorros islámicos y los adultos abrazándose después del rezo, simbolizan el espíritu de renacimiento y esperanza que acompaña al Eid al-Fitr.

En Lagos (Nigeria), las mujeres musulmanas llenaron las calles con vestimentas tradicionales llenas de color, mientras que en Dhaka (Bangladés), decenas de miles se reunieron pacíficamente en la Mezquita Jama. En Filipinas, niños y adultos se congregaron en parques para disfrutar de juegos tradicionales, una de las costumbres populares que sigue al rezo: la celebración comunitaria con música, bailes y golosinas.

El espíritu del Eid en ruinas: Gaza y los conflictos persistentes

Sin embargo, más allá del gozo, dolorosas realidades persistieron. Gaza, un enclave que ha sufrido constantes ataques durante décadas, vivió un Eid al-Fitr silencioso, en luto. Decenas de fieles rezaron entre escombros de mezquitas destruidas por recientes ataques israelíes. Israel ha interrumpido por semanas la entrada de ayuda humanitaria, dejando a miles de familias sin alimentos suficientes ni medicinas, incluso durante esta festividad tan respetada.

“No hemos probado carne ni dulces este Eid. Solo pan y té negro. No es un Eid si no puedes alimentar a tus hijos”, dijo a Al Jazeera Abu Youssef, residente de Gaza.

Según datos de ONU OCHA, más del 70% de los hogares en Gaza enfrentan inseguridad alimentaria severa. Durante los últimos tres meses, al menos 35 mezquitas han sido dañadas o destruidas, impidiendo a muchos practicar su fe en comunidad.

Un Eid con nuevo gobierno en Siria: entre esperanza y cautela

Por otro lado, los sirios celebraron este año su primer Eid al-Fitr desde la caída del régimen de Bashar al-Ásad, quien había gobernado —junto a su padre— durante más de 50 años. Las plazas de Damasco y otras ciudades sirias se llenaron de fieles con expresiones mixtas de euforia y autocontención, reflejando la esperanza en el proceso de transición política, aunque bajo la sombra de una grave crisis económica y de seguridad.

Muchos sirios en el exilio retornaron para reunirse con sus familias durante el Eid, confiando en el inicio de una nueva era. “Rezamos por un futuro en paz y con justicia”, dijo Umm Layla, una madre siria refugiada en Turquía, que regresó a Alepo por primera vez desde 2015.

Deportaciones en Pakistán: Eid en medio del éxodo

Mientras tanto, en Pakistán, el Eid estuvo acompañado de un clima tenso generado por las deportaciones masivas de afganos. Más de 845,000 refugiados han sido expulsados del país en los últimos 18 meses, y aún quedan 3 millones, de los cuales al menos 1 millón no tiene papeles válidos, según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

El gobierno paquistaní otorgó plazo hasta el 31 de marzo para que miles de afganos abandonaran voluntariamente Islamabad y Rawalpindi. La fecha coincidió con la víspera del Eid, lo que obligó a muchas familias a elegir entre celebrar una tradición o empacar lo poco que tienen.

Testimonios como el de Omaid Khan, afligido por tener que dejar el país mientras su esposa puede quedarse hasta junio, exponen la fragmentación familiar y la incertidumbre que enfrenta una comunidad desplazada, sin certezas sobre su futuro.

Refugiados en Estados Unidos: represión y detenciones

En otro rincón del mundo profundamente conectado con la experiencia musulmana, en los Estados Unidos, varios activistas pro-palestinos con vínculos universitarios han sido detenidos en medio de una política migratoria más dura bajo una nueva administración Trump.

Con más de 20,000 afganos esperando reasentarse tras colaborar con gobiernos extranjeros, medios de comunicación o ONGs, sus casos han quedado estancados por la pausa en los programas de refugiados implementada en enero.

“Nos prometieron seguridad por nuestro trabajo, pero ahora enfrentamos detención”, dijo un activista afgano en condición de anonimato, entrevistado por Reuters. A pesar del Eid, la comunidad refugiada en EE.UU. enfrenta una creciente sensación de abandono.

La resiliencia como motor espiritual

Uno de los aspectos más conmovedores del Eid al-Fitr 2025 es la extraordinaria capacidad de resiliencia mostrada por comunidades enteras. A pesar de los conflictos, las deportaciones, la inseguridad alimentaria y la precariedad, millones de personas se aferran al significado espiritual de la festividad.

Las imágenes de personas abrazándose tras el rezo, compartiendo modestas comidas o simplemente haciendo juegos comunitarios como en Filipinas, revelan que el Eid es más que un evento religioso: es un grito de humanidad, de resistencia, de memoria y de fe.

Eid global: una festividad entre contrastes

Este Eid al-Fitr reafirma que mientras la festividad une a la comunidad musulmana con signos de purificación, perdón y renovación, también la encuentra afrontando desafíos globales cada vez más complejos.

Desde los territorios ocupados hasta las metrópolis asiáticas y los centros migratorios americanos, la comunidad islámica ha convertido la oración en resistencia y la celebración en denuncia de desigualdades y dolor.

El Eid de este año fue, como nunca, un espejo del mundo actual. Un mundo que, aun agrietado por conflictos, se cubre con el manto simbólico del ayuno cumplido, de la limosna dada, de la nostalgia por la unión perdida y de la esperanza de días mejores.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press