La batalla biológica por los ríos de Sudáfrica: un ejército de gorgojos contra una planta invasora

La lucha ecológica para salvar el río Cocodrilo y el embalse de Hartbeespoort de la salvinia mínina utilizando insectos traídos desde EE. UU.

Por décadas, el embalse de Hartbeespoort al norte de Johannesburgo ha sido símbolo de recreación, pesca y agricultura en Sudáfrica. Hoy, enfrenta una crisis silenciosa pero letal: una invasión de salvinia mínina, una planta acuática exótica proveniente de Sudamérica que amenaza con asfixiar su ecosistema. La solución, curiosamente, no viene del machete ni del herbicida, sino de un pequeño escuadrón biológico de apenas 1 mm de largo: los gorgojos.

¿Qué es la Salvinia mínina y por qué es peligrosa?

La Salvinia mínima es una planta flotante invasora originaria de Sudamérica. Aunque sus «hojitas flotantes» puedan parecer decorativas e inofensivas, esta planta se reproduce a gran velocidad, formando tapices densos sobre la superficie del agua que bloquean la luz solar, impiden el intercambio de gases y reducen el oxígeno en los cuerpos de agua. Esto lleva a un colapso en la vida acuática: peces, cangrejos, insectos y microorganismos mueren o migran y las aguas se tornan insalubres.

En Sudáfrica, la salvinia ha afectado especialmente el río Cocodrilo y el embalse Hartbeespoort, extendiéndose además hacia otras tres provincias y avanzando por la cuenca del río Limpopo rumbo a países vecinos como Botsuana, Zimbabue y Mozambique.

La salvación que vino de Luisiana

Ante la amenaza creciente, científicos sudafricanos decidieron recurrir a una solución biológica exitosa en los Estados Unidos: un pequeño escarabajo acuático conocido como gorgojo de salvinia (Cyrtobagous salviniae). Estos insectos se alimentan exclusivamente de esta planta.

“Ponen sus huevos en la salvinia, se alimentan de ella y mueren con ella. Si la planta desaparece, el gorgojo también”, explicó la Dra. Julie Coetzee, científica principal en el Instituto Sudafricano de Biodiversidad Acuática. La solución, entonces, es autolimitada y, según los investigadores, segura para el ecosistema local.

Los gorgojos fueron traídos desde Luisiana, Estados Unidos —más de 14,000 kilómetros de distancia—, tras un proyecto conjunto entre instituciones sudafricanas y estadounidenses. Ahora se están criando en estaciones ubicadas cerca de los principales embalses infestados. Una vez liberados, los insectos se establecen sobre la salvinia y en pocas semanas comienzan su ciclo de control.

Un piloto en marcha en Hartbeespoort

El primer sitio donde se implementó esta medida fue el embalse de Hartbeespoort, ubicado al norte de Johannesburgo, una región dependiente del agua de este embalse para el riego agrícola, el turismo y la recreación.

Max Moller, un empresario local que gestiona un sendero ecológico, narró su experiencia: “Cuando compramos la propiedad, había una planta flotante muy bonita, pensé que era decorativa. Nunca imaginé que se convertiría en una pesadilla”. Relata cómo los tapices de salvinia llegaron a dañar motores de lanchas y afectar a las comunidades pesqueras de la zona.

Un problema alimentado por la contaminación

La salvinia, al igual que otras especies invasoras como el jacinto de agua, prospera en aguas ricas en nitrógeno. Y Sudáfrica tiene un problema grave con sus sistemas de aguas residuales. De acuerdo con estudios del Departamento de Agua y Saneamiento, más del 60% de los embalses del país muestran signos de eutrofización, es decir, altos niveles de nutrientes que estimulan el crecimiento desmedido de vegetación acuática.

Estos niveles se alimentan tanto de aguas negras sin tratar como del escurrimiento agrícola cargado de fertilizantes químicos. Es decir, el problema es doble: por un lado, la planta invasora; por otro, un entorno de aguas contaminadas que favorece su reproducción acelerada.

Los riesgos de una solución biológica

Sin embargo, no todos están entusiasmados con la idea de soltar gorgojos en los cuerpos de agua. Según el profesor Anthony Turton, experto en agua de la Universidad del Estado Libre, hay riesgo de que la eliminación de las plantas flotantes dé paso a nuevas amenazas, como la proliferación de cianobacterias.

“Estas llamadas algas verdeazuladas materializan un fenómeno conocido como bloom, donde crecen exponencialmente en aguas ricas en nutrientes. Son altamente tóxicas y pueden perjudicar tanto a humanos como a fauna”, indicó.

Por ello, Turton insiste en una estrategia integral: además del biocontrol, hay que arreglar las infraestructuras de aguas residuales y reducir el uso de fertilizantes químicos. Si no, el ecosistema solo cambiará de problema.

La amenaza se convierte en regional

Lo que comenzó como un problema sudafricano ya comienza a amenazar a países vecinos. Coetzee alerta que, debido al flujo del río Cocodrilo hacia el Limpopo, la salvinia ha sido arrastrada hacia las fronteras de Botsuana, Zimbabue y Mozambique.

“Esto ya no es solo responsabilidad nuestra. Pero nosotros como país sí debemos controlar el origen del problema, porque somos el punto de partida”, subrayó Coetzee.

De no tomarse medidas coordinadas a nivel regional, la planta podría extender su presencia por toda la cuenca del Limpopo, una de las más importantes del sur del continente.

Una historia repetida

El uso de insectos para controlar especies invasoras no es nuevo. En los años 30, Sudáfrica introdujo otro insecto para frenar la expansión del Opuntia, una especie de cactus nativa de México y problemática para la ganadería y agricultura local.

El proyecto fue exitoso y hoy figura como uno de los primeros casos documentados de biocontrol efectivo. La esperanza es que el gorgojo de la salvinia repita esta historia, sin consecuencias imprevistas.

“Tenemos una gran responsabilidad”, puntualizó Coetzee. “De nuestras decisiones hoy dependerá la salud de nuestros ríos mañana. Y no solo los nuestros”.

¿Qué tan efectivo será el biocontrol?

Los primeros resultados con los gorgojos están comenzando a verse en zonas piloto. Pero los científicos recuerdan que se trata de una solución que toma tiempo. El ciclo de vida del gorgojo y su capacidad de multiplicarse determinan la velocidad con la cual pueden controlar los cuerpos de agua.

No es una solución instantánea, ni universal. Pero es, de momento, una de las más viables y sostenibles en un país donde los recursos para operaciones masivas de limpieza son limitados.

Sudáfrica enfrenta, así, una de sus batallas ecológicas más difíciles. Y está recurriendo a la fuerza más diminuta y específica posible para contraatacar a un enemigo verde y flotante que se extiende a través de sus ríos.

La solución pasará por una combinación de ciencia, voluntad política y participación ciudadana. Mientras tanto, un diminuto ejército de gorgojos libra una batalla subacuática por el futuro del agua en el sur del continente africano.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press