¿Por qué las personas trans están en el centro de la batalla política en EE. UU.?
A pesar de representar menos del 1% de la población, las personas transgénero están en el foco de intensos debates legales, culturales y electorales en Estados Unidos
“Lo que él quiere es asustarnos para que volvamos a ser invisibles”. Así lo dijo Rachel Crandall Crocker, fundadora del Transgender Day of Visibility y directora ejecutiva de Transgender Michigan. En el contexto político actual, sus palabras adquieren un nuevo nivel de urgencia.
Trump y la cruzada política contra los derechos trans
Desde su regreso a la presidencia de EE. UU., Donald Trump ha intensificado su enfoque hostil hacia las personas transgénero. Ha eliminado menciones de personas trans en páginas gubernamentales, ha buscado restringir su presencia en el ejército y promueve prohibiciones sobre su participación en deportes y acceso a baños.
Estas acciones, aunque afectan de manera directa a menos del 1% de la población —las personas trans—, marcan un eje central en la estrategia conservadora para movilizar votantes. Como lo explica Zein Murib, profesor de ciencia política en Fordham University, “se trata de reinstaurar principios nacionalistas cristianos como ley del país”.
Esta corriente política se intensificó después del fallo de la Corte Suprema de 2015 que legalizó el matrimonio homosexual a nivel nacional. Desde entonces, las identidades trans han sido utilizadas como nuevos blancos para agendas conservadoras que apelan a una visión tradicionalista de género y familia.
Debates en torno al deporte y los espacios públicos
Uno de los focos más visibles de esta confrontación ha sido el acceso de personas trans a los deportes y los baños que corresponden a su identidad de género. En nombre de la “protección de mujeres y niñas”, muchos estados han aprobado leyes que prohíben a mujeres trans competir en deportes femeninos o usar baños femeninos en espacios públicos.
No obstante, múltiples estudios han demostrado que las mujeres trans tienen mayor probabilidad de ser víctimas de violencia que de causarla. Estas leyes ignoran una realidad compleja y perpetúan una narrativa que asocia la existencia trans con peligro o trampa.
De acuerdo con datos del Movement Advancement Project, al menos 24 estados han aprobado leyes que restringen o prohíben el acceso de personas trans a los deportes desde 2020, y más de una docena han legislado en contra del uso de baños conforme a la identidad de género.
Atención médica: otro frente de batalla
Las leyes que prohíben cuidados médicos de afirmación de género, especialmente para menores, son otra forma en que se limita la existencia trans. Estas restricciones, justificadas muchas veces bajo la idea de prevenir “arrepentimientos”, van en contra del consenso de asociaciones médicas de renombre.
La Academia Estadounidense de Pediatría, la Asociación Médica Estadounidense y otras organizaciones han afirmado que estos tratamientos pueden ser médicamente necesarios y están respaldados por evidencia científica. De hecho, un análisis publicado en JAMA Pediatrics en 2023 encontró que menos del 1% de las personas que iniciaron cuidados médicos para la afirmación de género los interrumpieron por arrepentimiento.
¿Un problema inflado políticamente?
A pesar de toda la atención mediática y política, los derechos trans no parecen ser una de las principales preocupaciones del electorado estadounidense general. Una encuesta de AP VoteCast realizada durante la elección presidencial de 2024 encontró que el 55% de los votantes piensa que el apoyo a los derechos trans ha ido demasiado lejos. Solo el 20% considera que ha sido el adecuado, y otro 20% cree que no ha ido lo suficientemente lejos.
No obstante, cuando se trata de políticas concretas, las posiciones se polarizan. Por ejemplo, los votantes están divididos respecto a la prohibición de tratamientos médicos como bloqueadores de pubertad para menores: un poco más de la mitad se opuso, mientras que casi la otra mitad estuvo a favor.
La paradoja del Partido Demócrata
El Partido Demócrata ha sido tradicionalmente el defensor político de las minorías de género y orientación sexual. Sin embargo, ante la creciente presión del electorado general, algunos líderes moderados están tomando distancia.
Ejemplo de ello es el gobernador de California, Gavin Newsom, quien expresó reparos acerca de la participación de mujeres trans en deportes femeninos. Del mismo modo, la senadora Catherine Cortez Masto declaró estar en contra de que mujeres trans compitan en deportes femeninos.
También se suma el hecho de que muchos votantes demócratas se muestran tibios en su apoyo: según VoteCast, solo el 40% de quienes votaron por Kamala Harris consideraron que el apoyo a los derechos trans aún no alcanza lo suficiente. Un 36% lo considera adecuado y un 25% cree que ha llegado demasiado lejos.
Un futuro con más representación
A pesar de los retrocesos legislativos y la retórica política, las personas trans han conseguido avances significativos en representación. En la misma elección que retornó a Trump a la presidencia, el estado de Delaware eligió a Sarah McBride, la primera mujer trans en la historia del Congreso de EE. UU.
También destaca la figura de Jay Jones, presidenta del gobierno estudiantil en la Universidad de Howard. Jones, quien es mujer trans, señaló: “La administración Trump intenta convertirnos en el enemigo para ganar votos. Pero no creo que esa estrategia le funcione tanto como cree”.
Instrumentalización política de una minoría
¿Por qué entonces una población tan pequeña como la trans ocupa tanto espacio en el discurso político estadounidense? La respuesta está en la estrategia. Según Paisley Currah, profesor de ciencias políticas en CUNY, los conservadores atacan a las personas trans precisamente por ser una población reducida y poco comprendida por la mayoría.
“Y luego Trump utiliza eso para simbolizar lo que está mal con la izquierda: que está ‘demasiado loca, demasiado woke’”, comenta Currah, quien es también trans.
Este uso no es nuevo, sino parte de una larga tradición política de crear enemigos simbólicos —“otros”— para movilizar votos y cohesionarse como grupo frente al cambio social.
¿Una República dividida?
Según el Pew Research Center, desde 2022 ha crecido ligeramente el apoyo a que los atletas trans compitan según su sexo asignado al nacer y la aceptación de prohibiciones a cuidados médicos de afirmación de género para menores. Si bien la mayoría de los demócratas aún se opone a dichas restricciones, el cambio evidencia cierto desgaste en el respaldo nacional al movimiento trans dentro del discurso liberal.
La cuestión trans, así, se ha convertido en un tema de lealtades políticas, más allá de una mirada centrada en justicia y derechos humanos.
Pero como dijo Olivia Hunt, directora de políticas federales para Advocates for Trans Equality: “La existencia de personas trans no es la crisis principal de Estados Unidos. Irónicamente, convertirnos en un símbolo es lo que revela más sobre la política del país que sobre nosotres mismes”.