México y su crisis de desaparecidos: el horror oculto en un rancho de Jalisco

Descubrimientos escalofriantes en Teuchitlan evidencian la falla del Estado en afrontar la violencia del crimen organizado

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El descubrimiento macabro en Teuchitlan

México se estremece una vez más ante una ola de horrores relacionados con la crisis de desaparecidos. En el estado de Jalisco, una de las regiones más afectadas por la violencia de los cárteles, la corrupción y la ineficiencia gubernamental permitieron que un rancho en Teuchitlan se convirtiera en una base de “entrenamiento” para el crimen organizado y, aparentemente, en un centro de exterminio.

Hace pocos días, colectivos de búsqueda de desaparecidos llegaron al lugar tras recibir una denuncia anónima. Lo que encontraron desafió toda lógica y puso en evidencia la falta de acción de las autoridades: montañas de ropa, decenas de zapatos y restos óseos calcinados. Una vez más, fueron ciudadanos comunes quienes hicieron el trabajo de la Fiscalía de Jalisco.

El papel de los colectivos de búsqueda: una labor que el gobierno ha abandonado

Desde hace años, la violencia en México ha dejado una marca imborrable en miles de familias. Según cifras oficiales, hay más de 120,000 desaparecidos en el país, un número que sigue creciendo mientras los gobiernos estatales y federales titubean ante el poder del crimen organizado.

Los colectivos de búsqueda, formados por familiares y activistas, han asumido una labor que debería ser exclusiva del Estado: encontrar fosas clandestinas, recuperar restos humanos y presionar a las autoridades para que investiguen. En el caso de Teuchitlan, fueron ellos quienes, con herramientas rudimentarias, encontraron lo que los peritos del Estado, con tecnología avanzada, supuestamente no pudieron detectar en su primera inspección hace seis meses.

La respuesta tardía del gobierno

Ante la gravedad de la situación y la presión mediática, el presidente Andrés Manuel López Obrador y la gobernadora de Jalisco, Claudia Sheinbaum, anunciaron que la Fiscalía General tomará el control de la investigación. Pero la pregunta clave es: ¿por qué este rancho no fue investigado a fondo hace seis meses?

El Fiscal del Estado de Jalisco, Salvador González de los Santos, reconoció que los trabajos previos fueron “insuficientes”. Sin embargo, no explicó por qué se pasó por alto evidencia tan evidente y, peor aún, por qué se permitió que el sitio funcionara durante tanto tiempo como un centro de exterminio sin que nadie interviniera.

El terror del Cártel Jalisco Nueva Generación

Jalisco es el bastión del temido Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), una de las organizaciones criminales más poderosas y violentas del mundo. Desde hace una década, este grupo ha desatado el terror no solo entre sus rivales, sino en la población en general. El rancho Izaguirre, donde se hizo este espeluznante hallazgo, operaba como una escuela de sicarios y un campo de exterminio para quienes se cruzaban en su camino.

Colectivos como Guerreras Buscadoras de Jalisco han denunciado durante años que el CJNG ha instaurado en la región un sistema de secuestro, tortura y desaparición que opera con total impunidad.

Una crisis humanitaria sin respuestas

Lo ocurrido en Teuchitlan es una representación brutal de un problema más grande: la crisis de desapariciones en México. Pese a los constantes llamados de organismos internacionales y de la propia sociedad civil, el problema sigue expandiéndose sin que haya una estrategia clara para detenerlo.

Según la Comisión Nacional de Búsqueda, cada día desaparecen en promedio 20 personas en el país, y muchas de las fosas comunes que se descubren jamás son registradas oficialmente.

Las familias buscan justicia

El hallazgo de docenas de prendas y restos humanos en Teuchitlan ha generado un doloroso peregrinaje de familiares de desaparecidos que intentan reconocer alguna prenda de sus seres queridos. La incapacidad del Estado para identificar y dignificar los restos aumenta la agonía de quienes llevan años buscando a sus hijos, esposos o hermanos.

Indira Navarro, líder del colectivo que encontró la evidencia en el rancho, acerca del papel del gobierno en la crisis declaró: “No hicieron su trabajo, lo ocultaron, minimizaron lo que estaba pasando aquí”. Se suma así a la indignación de miles de familiares que siguen esperando verdad y justicia.

¿Qué debe cambiar?

A pesar de las promesas del gobierno federal de tomar el control del caso, muchas organizaciones dudan que se haga una investigación exhaustiva y que se atrape a todos los responsables. Casos como este se han dado en otros estados como Guanajuato, Tamaulipas y Veracruz, donde rachas de violencia dejan fosas clandestinas sin respuestas.

Para que haya un cambio real, expertos en derechos humanos insisten en que el gobierno debe:

  • Aplicar una reforma urgente en las fiscalías estatales para garantizar investigaciones eficientes.
  • Crear un sistema nacional de identificación de cuerpos que permita a las familias reconocer más rápidamente los restos encontrados.
  • Fortalecer las medidas de seguridad para los colectivos de búsqueda, quienes a menudo son amenazados por los cárteles.
  • Castigar severamente la omisión y encubrimiento de las autoridades en estos casos.

Lo ocurrido en Teuchitlan no debe quedar en el olvido. México enfrenta una crisis que no puede seguir escondiéndose bajo alfombras burocráticas. Mientras las autoridades no tomen un rol activo y decidido para frenar la violencia del crimen organizado, seguirán apareciendo más fosas, más zapatos abandonados y más familias destrozadas buscando respuestas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press